Economía

El hombre que consiguió un respaldo «algo de locos»

El gobernador del Banco de España desgranará sus propuestas en la Comisión para la Reconstrucción económica, que se resumen en dos: un gran pacto entre las fuerzas políticas y un plan para varias legislaturas

Hernández de Cos está convencido de que el poder del Banco de España es su capacidad de influencia en el Banco Central Europeo
Hernández de Cos está convencido de que el poder del Banco de España es su capacidad de influencia en el Banco Central EuropeoLa Razón

Pablo Hernández de Cos (Madrid, 1971), en tiempos de pandemia, debacle económica y crispación política, logró lo imposible. El jueves 18 de mayo, en pleno confinamiento e hibernación económica, culminó la proeza de concitar el halago, sucesivo y unánime, de todos los miembros de la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital en el Congreso de los Diputados. Acudió para explicar la situación económica y pronunció todo un discurso de Estado, claro, sólido y comprensible.

Nadie le reprochó nada, el tono fue cordial y, aunque sin duda no convenció a todos, también todos, desde el podemita Txema Guijarro hasta Pedro Manso, de Vox, sin olvidar a Oskar Matute de Bildu, aplaudieron su disposición y sus explicaciones. Quizá el socialista Pedro Casares fue el más tibio, pero aquel jueves de una primavera de confinamiento, un hombre sencillo y también poderoso –y sobre todo influyente en Europa–, demostró, armado de naturalidad y con argumentos sinceros, que la política y el Parlamento pueden ser otra cosa.

El gobernador del Banco de España tiene otra cita en el Congreso esta próxima semana. Será más trascendente y es probable que menos de guante blanco, sobre todo porque habrá más expectación. El jueves debe acudir a la llamada Comisión para la Reconstrucción, que preside –con algunas luces y abundantes sombras– el socialista Patxi López. Nació con ínfulas de ser una reedición siglo XXI de los Pactos de la Moncloa, en los albores de la Transición, que evitaron que España, entre otras cosas, se despeñara por el abismo de la hiperiflación, ya que los precios llegaron a subir a un ritmo del 26%.

Entonces, en 1976, no sin tiranteces y cesiones, todas las fuerzas políticas y sociales –sindicatos y patronales– pactaron con generosidad y España ha vivido los 44 años mejores de su historia. Ahora todo es diferente y la Comisión para la Reconstrucción nació casi tan enferma como los afectados graves por la COVID-19. Las broncas que provocó el vicepesidente Pablo Iglesias, con acusaciones de golpes de Estado por medio, son el mejor ejemplo de que un pacto parece imposible.

Pablo Hernández de Cos acudirá a su cita con la Comisión con espíritu constructivo y la cartera repleta de una serie de propuestas/sugerencias económicas para afrontar la debacle económica y cómo salir de ella. El gobernador es consciente de que sus palabras y sus propuestas es probable que se las lleve el viento parlamentario o se atasquen en el fango de la contienda política. A pesar de todo desgranará una serie de recomendaciones –quizá un decálogo por lo simbólico que es– que irán, en la medida de lo posible, más allá de lo genérico y abordarán, por ejemplo, la necesidad de fomentar el crecimiento económico, acometer una revisión profunda del gasto público y también esa asignatura tanto tiempo pendiente y que impide, por múltiples factores, que la Hacienda pública española consiga ingresar –recaudar– más.

Todas las propuestas de Hernández de Cos, como los diez mandamientos bíblicos, podrían reducirse a dos, en las que volverá a hacer especial hincapié. España, para superar la mayor crisis económica desde la Guerra Civil necesita un consenso amplio entre las principales fuerzas políticas y eso, aunque no lo diga, incluye al PSOE de Sánchez y al PP de Casado. Además, el hombre del Banco de España, que está al margen de la contienda política y que tiene un mandato improrrogable, defenderá la conveniencia de pactar un plan, un programa económico de medio largo plazo y que, en cualquier caso, esté vigente más de una legislatura.

Lo ideal serían unos diez años, entre otras cosas porque en un plazo menor será imposible reducir la deuda pública en términos significativos. No obstante, dos legislaturas también podrían ofrecer una estabilidad razonable. El gobernador, a pesar de su juventud y de que no es un político, es consciente de lo ambicioso de sus propuestas o sugerencias. Sabe que es poco probable que salgan adelante, pero a pesar de todo está decidido a formularlas y dejar la pelota en el tejado de sus señorías, que quizá el próximo jueves no le colmen de halagos como la última vez.

El gobernador del Banco de España, por otra parte, es uno de los Europa y sostiene unas tesis que pueden ser aceptables para una amplia mayoría del espectro político español. Hernández de Cos ha sido uno de los principales defensores de algún tipo de mutualización de la deuda en la Unión Europea y, por supuesto, tampoco duda de que ahora hay que dedicar todos los recursos públicos que sean necesarios para salir de la crisis.

La voz del gobernador se escucha, alto y claro, en Europa. Es uno de los 25 miembros –y uno de los más influyentes y respetados– del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, con Luis de Guindos de vicepresidente. Su experiencia en el BCE es enorme. Trabajó varios años en la institución, al frente del Grupo de Finanzas Públicas. Estuvo al lado de José Manuel González Páramo cuando fue miembro del Comité Ejecutivo y, desde 2015, fue el segundo del entonces gobernador del Banco de España, Luis Linde, cuando acudía a las reuniones del BCE.

La institución que preside Lagarde no tiene secretos para él y hay detalles, quizá nimios, que avalan su influencia. La fotografía reproducida al pie de esta página está tomada en el hotel del Castillo de Kronberg, a 20 kilómetros de Fráncfort . Alrededor de una mesa redonda, cenan 23 hombres –los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, excepto la alemana Isabel Schnabel que todavía no había tomado posesión– y una mujer, la presidenta Lagarde. Pues bien, la francesa está flanqueada a su derecha por Luis de Guindos, en mangas de camisa, y a su izquierda por Pablo Hernández de Cos. La cena fue el final de un retiro de confraternización entre los miembros del Consejo del BCE organizada por Lagarde a los pocos días de sustituir a Draghi.

Fernando Bécker, que sonó en algunas quinielas interesadas para ser gobernador del Banco de España, siempre decía que la cercanía al poder «se mide en milímetros». La imagen de la mesa redonda del Castillo de Kronberg es reveladora. «El poder del Banco de España es la capacidad de influencia en el Banco Central Europeo», ha comentado Hernández de Cos. España, en esta crisis, ha tenido suerte con el BCE, al tener a Guindos en la vicepresidencia y a este gobernador en el Consejo de Gobierno.

Todavía más, hace unos días, la agencia de servicios financieros Bloomberg afirmaba que Hernández de Cos podría ser un futuro presidente del BCE, cuando expire el mandato de Lagarde. Estarán a su favor la experiencia y la juventud, porque en 2027 tendrá 56 años, y es que fue puesto al frente del Banco de España en 2018, cuando solo tenía 47. Fue la última decisión importante de Mariano Rajoy, que quizá no entusiasmó, pero tampoco molestó al PSOE, entonces concentrado en la moción de censura que llevó a Sánchez a Moncloa. La propuesta la hizo fugaz –apenas tres meses– el fugaz ministro de Economía, Román Escolano, aconsejado por Fernando Navarrete, entonces secretario general del Tesoro, buen conocedor del Banco de España, en donde el candidato natural era Hernández de Cos.

El jueves, el gobernador expondrá sus recetas en la citada Comisión de Reconstrucción. Ocurra lo que ocurra, Hernández de Cos sin duda recordará las palabras de Txema Montero (Unidas Podemos) en su anterior visita a la Cámara, cuando el diputado morado dijo: «Tengo la sensación de que todos los portavoces nos hemos sentido respaldados por sus palabras, lo que quizá tiene algo de loco, dado que aquí representamos posiciones muy diferentes en muchas cosas». Tampoco está escrito que ese respaldo de «locos», no se pueda repetir.