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El coste social de la transición energética social

España debe aprovechar la llegada de los fondos europeos de ayuda para avanzar en la transición energética y en la descarbonización, pero también debe centrarse en los proyectos que conlleven el menor coste social

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Imagen de aerogeneradores en un parque eólicoDreamstimeDreamstime

El bicho maldito, Covid-19, ya ha cambiado el mundo en pocos meses y todavía lo revolverá todo más. Había transformaciones en marcha, antes del virus, sobre todo energéticas, que ahora se acelerarán. Los últimos resultados trimestrales recién anunciados de algunas compañías del sector eléctrico-energético, como la Iberdrola de Sánchez Galán, o la Enagás de Llardén, que figuran –como otras de su sector, aunque hay excepciones– entre las menos afectadas por la pandemia y que, como casi todas, se preparan para un futuro distinto.

Nadie quiere quedarse atrás y hay todo tipo e operaciones en marcha. Enagás explora una alianza con la Acciona de José Manuel Entrecanales, siempre pendiente de las últimas tecnologías. Iberdrola, que juega en otra liga, en una especie de «champions» de su sector, acaba de adquirir la estadounidense PNM Resources en una operación de 3.663,5 millones de dólares, una cifra que son palabras mayores en estos tiempos y que significará un aumento inevitable de la deuda de la compañía, que espera compensar con retornos estables. Repsol, más afectada por su vertiente petrolera, apuesta también por el hidrógeno para el que su consejero delegado, Josu Jon Imaz, reclama incentivos que, en definitiva, permitirían «descarbonizar la economía».

La pandemia ha provocado que la Unión Europea ponga en marcha un mastodóntico plan de ayudas, bautizado como Next Generation, por importe de 750.000 millones de euros, de los que alrededor de 140.000 brutos –en términos netos no llegarían a 100.000– deben llegar a España. La utilización de esos fondos, que están condicionados a inversiones y no a subvenciones como desearían Iglesias y otros radicales, puede determinar el futuro de algunos sectores, entre ellos el energético.

La coincidencia entre los expertos es casi unánime. Dos informes sucesivos de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), uno coordinado por su director, Ángel de la Fuente, y otro por Diego Rodríguez, coinciden, por ejemplo, en la importancia de la «descarbonización» y en invertir parte de los fondos europeos en dedicarlos a «inversiones verdes», aunque advierten sobre algunos riesgos. Algo similar defiende Antonio Brufau, presidente de Repsol, que previene sobre «los enormes costes ocultos» a los que habrá que dar respuesta.

Los expertos que han participado en los informes de Fedea, que incluyen por ejemplo el exministro de Zapatero, Miguel Sebastián o el exsecretario de Estado de Energía de Rajoy, Alberto Nadal, apuntan que «el objetivo –de las inversiones verdes con fondos europeos– debe ser minimizar el coste de la transición energética, de forma que se consigan los objetivos de descarbonización al menor coste social posible». Insisten en que, ante la evolución constante de ese tipo de tecnologías, «hay que apostar mayoritariamente por inversiones en tecnologías maduras, ya rentables, y dejando las inversiones con riesgo de quedar varadas solo para hacer experiencias piloto».

No lo dicen, pero está implícito en el mensaje. Hay muchos puestos de trabajo en juego, algunos de extinción inevitable. Por eso, las nuevas inversiones tienen que ofrecer garantías suficientes de eficacia y rentabilidad que mitigen o compensen la desaparición de empleos. Algo similar apunta el Círculo de Empresarios, que preside John de Zulueta, que en su documento dedicado a las prioridades de la «Transformación del modelo productivo español» indica que «la inversión en una economía más sostenible también redundará en una economía más eficiente y en la creación de empleo».

El informe del Círculo habla del «despliegue de infraestructuras de recarga» y a su presidente le gusta mencionar el ejemplo alemán, en donde ya hay algunos tramos de vías/carreteras experimentales que permiten a los coches eléctricos recargar sus baterías mientras circulan por ellos, incluso a velocidades cercanas a los 90 kilómetros por hora. Es una tecnología desarrollada a partir de la Fórmula E, la competición automovilística que impulsa Alejandro Agag, el yerno de José María Aznar. Es el gran reto de España, no perder ningún gran tren energético y hacerlo con el menor coste social posible.

La deuda europea comienza su andadura sin bancos españoles

La Comisión Europea, que preside la alemana Ursula von der Leyen, ha colocado los primeros 17.000 millones de deuda respaldada por la Unión, lo más parecido a los Eurobonos. La colocación se realizó a través de cinco bancos, BNP Paribas, Deutsche, Barclays, Nomura y Unicredit. Llama la atención la ausencia de entidades financieras españolas, aunque alguna de ellas pueda ser muy equiparable –en tamaño, alcance y solvencia– a las elegidas.

Previsiones de crecimiento menos optimistas para 2021

BBVA Research, uno de los Servicios de estudios y análisis económico de España, acaba de reducir las expectativas de crecimiento de la economía española para 2021, lo que complicaría el escenario diseñado por el Gobierno para los Presupuestos Generales del Estado que tiene previsto anunciar la próxima semana. BBVA Research prevé ahora que el PIB crecería un 6% el próximo ejercicio y que también en el último trimestre de 2020 se registrará una desaceleración mayor de la esperada, como consecuencia, principalmente, del deterioro de la situación sanitaria derivada de la pandemia, tanto en España como en el resto de la zona europea. Todo eso obliga a reducir también la previsión de crecimiento de 2021 del 7% inicialmente estimado al 6%, es decir, un punto menos.