Una de las mayores ventajas de la banca invisible es que se puede controlar todo el proceso de pago del cliente

Finanzas embebidas o cómo cualquier empresa puede funcionar como un banco

Una compañía puede llegar a quintuplicar los beneficios por cliente si decide ofrecer este tipo de servicios integrados

¿Se imagina que cualquier empresa, independientemente de su actividad, pueda funcionar como una compañía financiera? Pues ello ya es posible gracias a las finanzas embebidas. Se trata de un fenómeno aún incipiente, pero que promete ser una verdadera revolución, ya que, gracias al mismo, cualquier sociedad puede incorporar soluciones bancarias a sus productos y servicios, sin necesidad de ser un agente regulado.

De esta forma, pueden crear instrumentos que se adaptan a las necesidades de los usuarios, sirviéndose de terceros, es decir, de compañías tecnológicas que sí están reguladas, que son las encargadas de diseñar la arquitectura e infraestructura necesarias para poder ofertar estos servicios pensando en lo que precisa un determinado individuo o colectivo. «Ya no es la empresa financiera la que va a vender lo que más le interesa, sino que, gracias a los servicios financieros embebidos, las compañías de distintos sectores van a ofrecer lo que quieren exactamente sus clientes y, además, lo van a hacer de manera inmediata», explica Julián Díaz-Santos, CEO de Unnax, fintech especializada en soluciones de Open Banking.

En el pasado, servicios financieros como pagos o préstamos eran exclusivos de los bancos. Las entidades tradicionales, al ser instituciones reguladas, desarrollaron durante mucho tiempo su propia tecnología, por lo que era inconcebible que este tipo de oferta pudiera formar parte de una entidad diferente. Sin embargo, el movimiento Open Banking y las regulaciones que lo respaldan, como la directiva europea de pagos, PSD2, han sido capaces de acabar con esta tendencia. Hoy en día, los bancos, las fintechs y otras entidades reguladas pueden ofrecer su infraestructura tecnológica para que otras compañías desarrollen sus propios servicios financieros.

De esta manera, con las finanzas embebidas, fenómeno también conocido como banca invisible, las empresas pueden usar el conocimiento de su sector para generar servicios financieros a medida de cada uno de sus clientes y ser más competitivas.

Se trata, al menos a primera vista, de un proceso imparable, que se puede aplicar a todo tipo de sectores: automoción, seguros, inmobiliario o al ecommerce. Un ejemplo claro de servicios financieros embebidos se puede apreciar por ejemplo en el sector de los seguros. Hoy en día, la mayoría de los consumidores adquieren su vehículo en un concesionario y contratan el seguro con otra compañía, lo que conlleva tiempo y energía innecesarios. Este nuevo concepto permite incluir el seguro en el proceso, de manera que la compra del automóvil y la contratación del seguro se puede realizar a través de la misma plataforma y al mismo tiempo, y no es necesario recurrir a otra empresa distinta o pasarela de pago externa, ya que el cliente puede tenerlo todo en ese mismo instante.

Díaz-Santos pronostica crecimientos exponenciales de estos servicios en los próximos años. «Es evidente que las finanzas embebidas serán una de las tendencias más importantes en la industria de los servicios financieros y en la economía mundial durante los próximos años», destaca. En este sentido, tal y como recuerda, la firma de capital de riesgo de Silicon Valley Andreessen Horowitz señaló recientemente que las finanzas integradas podrían quintuplicar los beneficios por cliente.

Información valiosa

A juicio del CEO de Unnax, los bancos y las empresas que aprovechen los servicios financieros embebidos podrán obtener información muy valiosa sobre sus usuarios, concediendo, por ejemplo, préstamos y seguros más adecuados y permitiendo que los proveedores ofrezcan servicios más personalizados. «Cuantos más datos haya, más eficaz será el proceso, por lo que es muy probable que veamos una transformación en la manera de interactuar entre comerciantes y clientes: una banca personalizada (por ejemplo, con descuentos) y préstamos más precisos», agrega Díaz-Santos.

De esta forma, todas las partes interesadas salen ganando: los bancos se benefician con sus soluciones de marca blanca, los consumidores pueden comprar de una manera más sencilla y práctica, y los comerciantes disfrutan de una mayor conversión con precios más reducidos.

Uno de los mayores beneficios de las empresas que ofrecen servicios financieros es la posibilidad de controlar todo el proceso de pago del cliente. Las compañías, en lugar de redirigirlos a páginas de terceros, pueden ofrecer un servicio completo bajo un mismo «techo digital». Con ello, además de posibilitar una mejor experiencia, las compañías pueden conocer con mayor profundidad los hábitos de pago de sus consumidores. Además, al prescindir de intermediarios como redes de tarjetas o proveedores caros, se puede abaratar sensiblemente el proceso.

En lo que respecta al estado financiero, las empresas también pueden convertir las finanzas embebidas en una fuente de ingresos adicionales, ya que los comerciantes pueden ofrecer crédito a sus clientes para obtener beneficios a partir de los intereses. El ejemplo más claro de este proceso son las soluciones «compra ahora, paga después», que ofrecen crédito en el punto de venta.

«Los clientes tampoco tienen ya que sacar su tarjeta de débito ni navegar por pantallas de pago adicionales para añadir sus datos (por enésima vez), lo que también mejora la experiencia de usuario», indica Díaz-Santos.

Pero no solo se trata de un proceso que permite diseñar productos enfocados en el clientes, sino que también viene a cubrir una brecha de mercado. «Con las finanzas embebidas se podrá bancarizar a todos lo segmentos en aquellos países cuya población no tiene acceso de los servicios financieros», concluye Julián Díaz-Santos.