En auge

¿Renuncia silenciosa o poner límites?: «Te juzgan si no trabajas más de lo que te toca»

Los jóvenes se niegan a sacrificar su tiempo libre y salud mental y optan por ceñirse solo a las tareas que deben realizar por contrato, una práctica que los expertos consideran lógica y sana

Renuncias en España
Renuncias en EspañaTeresa Gallardo

Cuando pagar el alquiler, los suministros y la compra se convierte en un sacrificio mensual porque el salario no da prácticamente ni para cubrir los gastos básicos, asumir la sobrecarga laboral no pagada pierde todo sentido. La idea de que no van a heredar la empresa se ha popularizado entre los jóvenes trabajadores de Estados Unidos a través de la red social TikTok bajo el nombre «quiet quitting» o «renuncia silenciosa», una terminología tramposa que señala a los trabajadores por el simple hecho de poner límites y romper con las horas extras no pagadas y las jornadas maratonianas, ya que no les reportan ningún tipo de recompensa. «Creo que la palabra excederse se entiende muy bien en casi todos los ámbitos, y en el laboral, no. Te juzgan y te hacen sentir mal si no trabajas más de lo que te corresponde», explica Ana, una trabajadora que prefiere no decir su ámbito laboral, en declaraciones a LA RAZÓN.

Este nuevo fenómeno está directamente ligado al de la «Great Resignation» o «Gran Renuncia», una oleada de dimisiones que lleva produciéndose en Estados Unidos desde el estallido de la pandemia y que en 2021 se tradujo en 50 millones de renuncias. La cuarentena fue un periodo de reflexión que sirvió para que los trabajadores ordenasen sus prioridades. La flexibilidad horaria, la conciliación laboral y familiar y la opción de teletrabajar desde cualquier lugar ganaron peso frente a las largas jornadas en la oficina. Así, cuando las empresas quisieron recuperar el modelo tradicional de trabajo las dimisiones llegaron en masa.

No es de extrañar que estas ideas rebeldes estén floreciendo al otro lado del charco, la tierra donde el esfuerzo extremo y la ultramotivación son los cimientos del gran sueño americano, que en la mayoría de los casos no llega a cumplirse. No obstante, también hay que tener en cuenta que la situación económica de EE UU, con una tasa de desempleo muy baja, es drásticamente distinta a la de España, donde una dimisión puede acabar convirtiéndose en una condena a un paro perpetuo. Según el informe «¿Gran dimisión? No, precariedad excluyente», del Servicio de Estudios de UGT, no se puede establecer un paralelismo entre ambos países, ya que aunque el número de vacantes de España sí muestra una tendencia al alza en los últimos años, desde el sindicato afirman que el incremento de dimisiones no explica el aumento de vacantes sin cubrir, sino que esto se debe a la elevada precariedad de las ofertas de trabajo y la falta de formación específica para cubrir determinados puestos.

Pese a las diferencias entre el mercado laboral estadounidense y español, el concepto de la «Gran Renuncia» y de la «renuncia silenciosa» han llegado también a la generación milenial y generación Z española gracias al eco de las redes sociales. Al parecer todo comenzó con un vídeo de TikTok publicado en julio por Zaid Khan, un ingeniero de 24 años con apenas 12.000 seguidores que dice los siguiente: «Hace poco aprendí sobre este término llamado ‘Renuncia Silenciosa’, en el que no estás renunciando directamente a tu trabajo, pero estás renunciando a la idea de ir más allá. Sigues cumpliendo con tus obligaciones, pero ya no estás suscrito a la cultura del ajetreo mentalmente de que el trabajo tiene que ser nuestra vida». Unos días más tarde, Clayton Farris, con 48.000 seguidores, sacó su propio vídeo sobre el tema en esta misma red social y así se fue difundiendo este fenómeno hasta llegar a las más de tres millones de visualizaciones que tiene un vídeo del «tiktoker» con 770.000 seguidores Hunter Kaimi en el que explica por qué ya no está dispuesto a sacrificar su tiempo libre y salud mental por un trabajo en el que pagan lo mínimo, lo cual no es suficiente para satisfacer una necesidad tan básica como la compra de una vivienda.

Este sentimiento es compartido por una generación de jóvenes que asume que van a vivir peor que sus padres. «Venimos de unas condiciones muy precarias, como prácticas sin remunerar o muy poco remuneradas», denuncia Ana, una trabajadora milenial. «Te venden que es lo que ha habido siempre, que son los horarios que tienes que tener y tú lo que ves es que los contratos son cada vez más precarios y que para tener un contrato medio decente tienes que pasar por escalones muy bajos y muy mal pagados. Ya nos han explotado y no queremos que eso se convierta en una tónica. La vida es más que trabajar y las empresas deben entender que no vamos a tolerar más abusos», advierte.

Marta Calderero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, explica a LA RAZÓN que en estos últimos años, la insatisfacción generada por el estrés o la sobrecarga laboral ha ido en aumento: «La persona está agotada y quiere volver a un punto de equilibrio en el que haga lo que le gusta sin sentirse explotado». «Los trabajadores se han dado cuenta de que su identidad y bienestar no se basan solo en el trabajo sino en compaginarlo con la vida personal, y eso está enlazado con la concienciación sobre la salud mental», añade. Precisamente para evitar acabar quemados, con depresión o ansiedad, optan por poner límites. «No se trata de no querer trabajar, sino de hacer el trabajo que te corresponde», subraya y apunta que el término «renuncia silenciosa» puede tener una connotación negativa.

En la misma línea se expresa Eduardo Magaldi, portavoz confederal de RUGE –organización de jóvenes de UGT–, quien denuncia que «siempre se señala al trabajador y nunca se buscan explicaciones». «El término de renuncia silenciosa no es acertado. Hay que revisar si los salarios son justos y si se ofrecen condiciones dignas a los trabajadores», apostilla. Magaldi sitúa el foco del problema en cómo se han entendido las relaciones laborales hasta ahora: «Quizás lo único que estamos haciendo es normalizar algo que se tenía que haber normalizado antes. Eso no implica que tú no estés implicado con tu trabajo, sino que te implicas dentro del horario que has pactado. No tienes que regalar tiempo». Ante las posibles quejas de las empresas por la expansión de la «renuncia silenciosa», Eduardo Magaldi argumenta que «si al trabajador le das un contrato precario y no le das perspectivas de crecimiento, es normal que no se sienta implicado con la empresa», por ello reclama a las compañías «no solo mejores condiciones salariales, sino también flexibilidad de la jornada, trabajo a distancia, crecimiento dentro de la empresa y estabilidad laboral».

Por su parte, Sandra Páramo, psicóloga y consultora laboral expresa que «durante muchos años hemos importando la idea estadounidense de aportar valor, tener mucha iniciativa, ser una persona proactiva, pero claro, si no recibes nada a cambio llega un momento en el que te das cuenta de que solo vas a cobrar tu sueldo y no vas a heredar la empresa». «La horas extra pagadas han desaparecido y nuestro poder adquisitivo ha caído en picado, pero al haberse ocasionado este movimiento en redes sociales se asocia a que los jóvenes, la supuesta generación de cristal, no aguantan nada. Parece que nos hemos rebelado, pero esto se lleva haciendo toda la vida y es lógico», concluye la experta.