Banca

25 años del BCE: ¿Por qué es lo mejor que le ha ocurrido a la economía española en siglos?

Pedro Sánchez no habría podido aplicar sus políticas sin el grifo monetario de Fráncfort que, ahora, se cerrará poco a poco y obligará a una reducción del gasto

El logo del Banco Central Europeo (BCE)
El logo del Banco Central Europeo (BCE)Ralph OrlowskiREUTERS

Francis Scott Key (1779-1843), escritor y poeta aficionado, fue el autor de la letra del himno de los Estados Unidos que, en su última estrofa afirma «in God we trust» –en Dios confiamos– que, desde 1957, figura, para muchos a modo de garantía, en los billetes de dólar. A mediados del siglo XIX también figuró en las monedas en las que cabía la leyenda, pero fue cuando llegó a los billetes cuando se convirtió en un lema nacional.

Los billetes de euro, introducidos en enero de 2002, no incluyen ninguna mención similar, en teoría tranquilizadora. Solo las siglas del Banco Central Europeo (BCE), en todos los idiomas de los países que comparten la moneda única. Esa es la garantía y, por lo tanto, en quien confían o deben confiar los europeos del euro y quienes utilizan esa moneda. Un cuarto de siglo no es mucho tiempo, pero ha sido suficiente para que el BCE salvara el euro y regara de dinero la eurozona con generosidad –para algunos demasiada– para hacer frente a la pandemia. Las alegrías monetarias evitaron la catástrofe económica, pero en parte también cebaron la bomba inflacionista. El BCE es independiente de los Gobiernos que, sin embargo, intentan presionar a la institución. Los países del sur de Europa reclaman más relajación monetaria y que se prolongue en el tiempo y los del norte, menos y que sea cuanto antes. En medio, el BCE que, hasta ahora, ha logrado salir airoso –no sin arañazos importantes– y que ahora es el auténtico bastión del proyecto europeo.

El euro y el BCE son lo mejor que le ha ocurrido a la economía española en siglos, a pesar de la pérdida de convergencia, también en renta per cápita, de los últimos años. España –y quizá también Italia– estaría en quiebra si no hubiese sido por la intervención del BCE, sin el que la hiperinflación, al estilo argentino, es probable que hubiera llegado al sur de los Pirineos. Pedro Sánchez tampoco habría podido aplicar sus políticas sin el grifo monetario de Fráncfort que, ahora, se cerrará poco a poco y obligará a una reducción del gasto, siempre impopular. El himno europeo es el «Himno de la alegría», pero en su 25 aniversario alguien debería buscar la manera de extender el lema «En el BCE confiamos», al estilo americano que escribió Scott Key.