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Ana Cabezuelo: "La nanotecnología y la biotecnología provocarán un cambio drástico a la economía mundial"

Responsable de Gestión del Cambio y Procesos de empresas y entidades financieras, es una de las profesionales españolas más reputadas en Estados Unidos.

Ana Cabezuelo: "La nanotecnología y la biotecnología provocarán un cambio drástico a la economía mundial"
Ana Cabezuelo: "La nanotecnología y la biotecnología provocarán un cambio drástico a la economía mundial"larazon

Ana Cabezuelo, responsable de Gestión del Cambio y Procesos de empresas y entidades financieras, es una de las profesionales españolas más reputadas en Estados Unidos.

Pregunta: Su formación estuvo enfocada desde un primer momento hacia el mundo de la empresa. ¿Por qué?

Respuesta: El origen fue casual. Como muchos jóvenes, no tenía muy claro qué estudiar y “económicas” parecía ser una opción versátil. La carrera de economía tiene poco del ámbito de conocimiento de la empresa y, la verdad, no me entusiasmó.

Sin embargo, durante la carrera, tuve la suerte de trabajar en una escuela de negocio en la Universidad y conseguí que me becaran un Master en Administración de Empresas al finalizar la carrera. Ahí fue realmente donde entré en ámbito de conocimiento de las empresas y ese sí me gustó. De repente, le encontraba aplicación de gestión empresarial a todo lo que me rodeaba. Si entraba a un restaurante, veía la parte operativa, hacía números para ver más o menos cómo de fácil o difícil hacer dinero con él, me preguntaba cómo era la gestión de personas o de inventarios... Lo mismo si entraba a una sucursal bancaria, o a una tienda de electrodomésticos. A todo le buscaba el modelo operativo y cómo llegaban a hacer los números en sus cuentas de resultados.

P: Y pasó por el prestigioso MIT. ¿Cómo lo consiguió? ¿Qué hizo en aquel centro?

R: La empresa para la que trabajo me seleccionó para un programa interno de talento. Identificaron personas con desempeño sobresaliente, con iniciativa y con capacidad de impulsar el cambio. Entré entonces en un programa de desarrollo que incluía formación en el MIT. En concreto, lo que hicimos fue formarnos en metodologías de innovación. Y formarte en innovación en el MIT es un lujo, la verdad.

P: ¿Realmente allí se sabe por dónde irá el mundo futuro?

R: Desde luego. El MIT es posiblemente el epicentro de investigación y educación del mundo que tiene mayor vinculación con la empresa. Desde su origen fue concebida como una universidad que respondiera al rápido crecimiento de la tecnología y la ciencia. Dos siglos después de esa concepción siguen cumpliendo con su cometido siendo los primeros. Los que están en la vanguardia, los que anticipan a dónde vamos. El MIT es uno de los centros con mayor foco en innovación y emprendimiento.

Aunque también hay otros polos. Ante la pregunta de “por dónde irá el mundo futuro” me ha venido a la cabeza una nueva Universidad no acreditada (no tiene más de 10 años) que se encuentra en el Parque de Investigación de la Nasa en California, la “Singularity University”. La “teoría de la singularidad” plantea que las tecnologías emergentes, como la nanotecnología y la biotecnología, incrementarán masivamente la inteligencia humana en las próximas dos décadas y que esto darán un cambio drástico a la economía mundial. Kurzweil, el padre de esta teoría y uno de los fundadores de la Universidad, asegura que 100 años de progreso en el Siglo XXI equivaldrán a 20.000 años e progreso... En sus aulas se trata de visualizar y anticipar este cambio drástico.

El objetivo que tiene esta Universidad es «reunir, educar e inspirar a un grupo de dirigentes que se esfuercen por comprender y facilitar el desarrollo exponencial de las tecnologías y promover, aplicar, orientar y guiar estas herramientas para resolver los grandes desafíos de la humanidad» Llevo mucho tiempo revisando los contenidos de sus programas para, en cuanto pueda, participar en uno. Dicen que quien atiende a uno de ellos no vuelve a ver el mundo de la misma forma.

P: ¿Qué le atrae tanto de la docencia para haberse dedicado a ella cuando no parece que sea un sector bien pagado?

R: Me encanta la docencia porque siempre la compaginé con la práctica profesional en la empresa. No puedes enseñar algo sin antes desgranarlo, entenderlo, asimilarlo, estructurarlo, sintetizarlo. En mi opinión, esta comprensión profunda de los conceptos te hace ser un mejor profesional. Y, a la vez, cuando a ese ejercicio de entendimiento le sumas haberlo puesto en práctica, el resultado como docente también es mejor. Aunar la teoría con la práctica forman un circulo virtuoso que me ayuda a ser tanto mejor profesional como docente. Es necesario que el mundo académico y empresarial se retroalimenten.

P: Como consultora de Desarrollo Organizacional ha trabajado como varias multinacionales. ¿Son monstruos difíciles de cambiar?

R: En general la respuesta es que sí. Aunque siempre depende de los cambios que se quieran llevar a cabo y de los recursos que dediquen. Los cambios en las grandes empresas necesitan que el equipo de dirección esté implicado y crea en el cambio al 100%. También es necesario que asignen los recursos necesarios. Esto que parece tan obvio, no es tan habitual. Los recursos en las empresas son limitados y el equipo directivo no siempre está alineado. Es necesario conciliar muchas voluntades e intereses. No es nada sencillo.

P: ¿En qué se diferencian las empresas extranjeras y las españolas?

R: Más que si el origen del capital es español o es extranjero, lo que marca las diferencia es la situación geográfica de la empresa. Imagínese una empresa española en China. ¿Por qué cultura se regirá? Si quiere funcionar, por la china. Sin duda. La diferencia y el reto radican en eso. En las diferencias culturales entre los países. En mi caso puedo comparar entre España, Estados Unidos y Chile. Los comportamientos, la forma de negociar, de comunicarnos, los horarios, etcétera, son completamente distintos.

P: Colaboró con una ONG en Perú. ¿Qué le motivó personalmente?

R: Esto viene de muy atrás. Ya en la Universidad lo hacía con una pequeña ONG haciendo voluntariado en Madrid. Además teníamos (y seguimos teniendo) proyectos en Perú, Mozambique y Bolivia y ayudaba en los proyectos de Perú desde Madrid en la búsqueda de financiación, en la preparación de la documentación de proyectos, en la contabilidad... Nunca pude financiarme el viaje hasta que empecé a trabajar y fue entonces cuando pude ir a conocer los proyectos in situ. En San José de Tiabaya, muy cerca de Arequipa tenemos una casa cuna, un comedor de ancianos y un centro para discapacitados. Me hacía muchísima ilusión poder conocer y trabajar en directo en lo que llevaba tiempo colaborando a distancia.

P: El paso a otra entidad importante en Estados Unidos parece otro cambio radical. ¿Qué le movió?

R: Desde Chile pasamos un año por España pero nos seguía apeteciendo salir al extranjero. Ya teníamos dos niños y queríamos darles la oportunidad de aprender un idioma desde pequeños. De nuevo buscamos movilidad y esta vez, fuimos contratados por una empresa directamente en Miami. Y aquí estamos desde el año 2011.

P: ¿Cómo se vive en Estados Unidos?

R: Aunque con patrones comunes, dentro de Estados Unidos hay muy distintos estilos de vida. El año 2001 estuve viviendo en Saint Louis (Missouri) y ahora estoy en Miami. Dos ciudades que no tienen nada que ver. Como si comparas con NY, o San Francisco... En mi caso, en las dos experiencias en Estados Unidos, la vida es mucho más tranquila que en España. Se sale menos. Se vive más en las casas que en la calle como hacemos en España. Todo ocurre en horas más tempranas. Aquí en Miami, la vida, además de por el buen tiempo, viene marcada por la multiculturalidad. En Miami, viven muchísimas personas que están de paso. No solo de Latinoamérica, sino de casi todas partes.

P: ¿Ha sacrificado mucho su vida personal por la profesional?

R: No lo siento así para nada. El trabajo forma parte de la vida, ¿no? Al menos para mí, trabajar es lo normal. Pero no es lo único que hago. Tengo a mi familia y amigos con quién comparto tiempo, me gusta hacer deporte, ocio... Y si. Me gustaría tener más tiempo para todas esas cosas. ¿A quién no? Pero de ahí a sentir que estoy sacrificando algo, la verdad es que no.