Informe trimestral

El Banco de España avisa del endurecimiento del crédito y de la lenta bajada de la cesta de la compra

Mejora siete décimas la previsión de crecimiento hasta el 2,3% pero alerta de "señales de desaceleración". Duda de las "optimistas" previsiones de Gobierno para bajar déficit y deuda

España crecerá menos de la mitad del año pasado y mantendrá una evolución del PIB plana los dos próximos ejercicios. El Banco de España ha elevado el crecimiento hasta el 2,3%, siete décimas más que su anterior previsión, mientras que para los años 2024 y 2025 se proyectan unas tasas de crecimiento medio anual muy similares a la de 2023 -un crecimiento sin dientes del 2,2% y el 2,1%, respectivamente-, si bien este avance del producto estará fundamentalmente sustentado en la "recuperación del consumo privado", y no tanto en la "contribución de la demanda exterior neta", principal motor del crecimiento en 2023. Así lo determina en su Informe Trimestral de previsiones macroeconómicas, en el que destacan que el debilitamiento de las presiones inflacionistas y una eventual intensificación del ritmo de ejecución de los proyectos vinculados a los fondos europeos permitirán que "continúe la expansión de la actividad económica española el resto del año".

Según explica el supervisor, la economía española ha mostrado una "resiliencia notable" en la primera mitad del año. En el primer trimestre de 2023, el PIB español creció un 0,5% -frente a la caída del 0,1% registrado en el área del euro- apoyada, entre otros factores, en la "recuperación de la actividad turística y en el vigor de las exportaciones de otros servicios no turísticos". No obstante, el avance mostrado por la economía no es mejor ahora que en el anterior trimestre, por lo que avisa sobre un buen número de potenciales riesgos que pueden amenazar la recuperación del PIB a niveles prepandemia. Por eso, el informe habla de "señales de desaceleración" manifestadas por el "endurecimiento de las condiciones financieras" causado por la política monetaria.

Por eso, alerta sobre el contexto "de incertidumbre muy elevado", con riesgos en torno a las proyecciones de crecimiento a la baja, mientras que, en el caso de la inflación, al menos los considera "equilibrados". Sin embargo, sí detecta algunos de los "incipientes indicios de debilitamiento de la actividad" que se han apreciado recientemente en España, tales como la cuantificación del impacto del "endurecimiento de las condiciones financieras" y del "empeoramiento del acceso al crédito". En concreto, el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, ha apostillado que esta incertidumbre la marcan las señales de agotamiento de las "dinámicas más recientes del mercado de trabajo" y de peores resultados en los "indicadores de confianza", unas señales de debilidad que, de confirmarse, obligarían a la institución a "revisar a la baja las previsiones de crecimiento".

El supervisor también ha detectado "otras fuentes de incertidumbre muy relevantes", tanto a nivel internacional como nacional, marcadas por las actuales tensiones geopolíticas por la guerra en Ucrania. Por eso cree que "un eventual recrudecimiento conduciría a un nuevo encarecimiento de las materias primas" y, por tanto, a un "repunte de la inflación y un deterioro de la actividad". Por ello, el golpe sobre el consumo privado y el ahorro acumulado puede ser importante, por lo que el ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa Next Generation y su impacto sobre la actividad pueden ayudar a paliar esta situación.

En cuanto a los precios, la entidad revisa a la baja la tasa de inflación media en 2023, hasta el 3,2%, medio punto porcentual menos respecto a las anteriores proyecciones, debido al "abaratamiento de las materias primas energéticas". Para 2024 prevé que la inflación media se eleve ligeramente hasta el 3,6%, mientras que en 2025 bajaría en mayor medida, hasta el 1,8%, unos datos que no han cambiado respecto a las previsiones del mes de marzo. Respecto al componente subyacente de los precios -sin contar energía ni alimentos no elaborados-, sí que aprecia moderación en su ritmo de avance para la segunda mitad de este año, aunque ello no impedirá que su tasa media anual sea más elevada que en 2022. Se prevé que alcance el 4,1% de media este año -por encima de la inflación general- y que se desacelere hasta el 2,1% en 2024 y el 1,7% en 2025.

Sin embargo, aunque el supervisor ve difícil "medir la magnitud y la velocidad de la transmisión de las recientes reducciones de precios de algunas materias primas a los precios del conjunto de la cesta de consumo", advierte de que la incertidumbre acerca de cómo interactúan entre sí puede provocar que los incrementos de costes observados hasta mediados de 2022 y la de las reducciones posteriores de los precios de numerosas materias primas puede provocar que la bajada de precios de los productos básicos sea "incompleta y relativamente lenta". Los analistas del supervisor bancario estiman que el precio de los alimentos -que en mayo se situó en el 11,6%- "ya habría alcanzado su techo en el primer trimestre -el 15,7% de febrero-, aunque reconocen que "la reducción de algunas cosechas agrícolas debido a las condiciones meteorológicas adversas tenderá a limitar en cierta medida la moderación de estos precios". También avisan de que el IPC volverá repuntar a partir del verano por el efecto base de comprar los precios con la pronunciada bajada observada el año anterior.

Por otro lado, el Banco de España deja muy claro su rechazo a la senda de consolidación fiscal presentada por el Gobierno y augura que España no conseguirá cumplir con las nuevas reglas fiscales comunitarias cuando entren en vigor. Aunque sostiene que el Gobierno cumplirá con sus objetivos para este año, en el medio plazo advierte de que las Administraciones Públicas seguirán presentando "un elevado desequilibrio fiscal", por lo que duda del escenario dibujado por el Ministerio de Nadia Calviño, en el que el déficit se reduciría hasta el 3% del PIB en 2024 -cumpliendo con las reglas fiscales- y hasta el 2,7% en 2025. El Banco de España lo eleva al 3,4% en 2024 y lo repunta hasta el 4% en 2025, con una deuda que se rebajará hasta el 108,8% el próximo año para elevarse hasta el 109,9% en el siguiente ejercicio. El propio Ángel Gavilán, ha mostrado abiertamente sus "dudas" sobre las cifras del Ejecutivo porque no tiene previstas "medidas adicionales" para rebajar el déficit y la deuda hasta ese 3% que exige Bruselas, sino que fía todo a la "buena evolución de los ingresos públicos" que, a su juicio, es demasiado "optimista".