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Comercio

China se tambalea con el comercio y la industria en declive

Las exportaciones titubean con la caída del 33% de las ventas a EE UU. El capital privado se repliega y el régimen abre el grifo del crédito sin resultados

Varios trabajadores bajo la nieve en una estación de tren en China Hu Guolin EFE

La maquinaria económica china, pilar del crecimiento mundial, exhibe fisuras tras un tercer trimestre bajo presión que inquieta a los mercados. Inundaciones devastadoras en el norte del país, la interrupción de proyectos en Pekín por un desfile militar y la escalada de tensiones comerciales con Washington han conformado un escenario adverso.

Los indicadores oficiales, publicados el lunes por la Oficina Nacional de Estadísticas (NBS), revelan una desaceleración que, sin ser devastadora, intensifica las expectativas de intervención estatal.

En un entorno global fragmentado, donde el gigante asiático aportará un 30% del crecimiento mundial hasta 2030 según el FMI, los datos reflejan un desafío estructural que pone a prueba la capacidad de Pekín para reorientar su modelo productivo.

El pulso del consumo, barómetro del poder adquisitivo ciudadano, apenas avanzó un 3,4% interanual en agosto, por debajo del 3,82% anticipado por analistas de Wind Information y del 3,7% de julio. Este es el ritmo más débil de este año, según Bloomberg.

Estímulos insuficientes

El programa de renovación de electrodomésticos, que dinamizó las ventas de refrigeradores y «smartphones» en el primer semestre, pierde tracción.

«El impulso inicial se diluye, y los efectos de base serán menos propicios desde septiembre», advierten en Goldman Sachs. Las compras de bienes electrónicos y de equipamiento doméstico se desaceleraron frente al mes anterior, frustrando las aspiraciones de que la demanda interna alcance el 60% del PIB para 2035.

El estancamiento trasciende los estímulos. La confianza de los hogares se resiente por la prolongada crisis inmobiliaria, que desde 2021 erosiona el patrimonio familiar.

Los precios de viviendas usadas cayeron un 0,58% en agosto, acentuando la caída desde julio, mientras que los de obra nueva en 70 ciudades retrocedieron un 0,3%.

Las transacciones de propiedades nuevas, medidas por superficie, se hundieron un 4,7% entre enero y agosto, y la inversión en el sector inmobiliario se contrajo un 12,9% en el mismo período, apenas un punto peor que el 12% hasta julio.

Con el colapso de titanes como Evergrande aún fresco, el ladrillo sigue siendo un lastre para los ahorros de millones, que optan por la prudencia: menos optimismo, menos desembolso.

La actividad fabril, eje del músculo industrial chino, creció un 5,2% interanual en agosto, por debajo del 5,7% de julio y del 5,75% esperado. Es el peor registro desde noviembre de 2024, según Moody’s Analytics.

Política "anti-involución"

Factores puntuales, como las inundaciones en Henan, que afectaron las cadenas logísticas, y las restricciones en Pekín por el gigantesco desfile militar del 3 de septiembre, explican parte del retroceso. Sin embargo, el núcleo del problema es estructural.

La política de «anti-involución», enfocada en reducir excesos productivos en sectores como el acero y el cobre, genera efectos ambivalentes. «La racionalización industrial limita la capacidad, pero también enfría la inversión y siembra dudas sobre el empleo», señala Yuhan Zhang, del Centro China de The Conference Board.

Menos plantas operativas implica menos puestos de trabajo, un riesgo crítico en una nación de 1.400 millones de habitantes.

Alto desempleo juvenil

El desempleo urbano escaló al 5,3% en agosto, frente al 5,2% de julio. Aunque el alza es modesta, la situación juvenil, con tasas superiores al 15%, aviva tensiones sociales.

Las protestas esporádicas y el descontento en plataformas digitales reflejan un malestar que desafía el dogma de estabilidad del régimen. Como indicó Fu Linghui, de la NBS, con diplomacia oficial: «La economía mantiene una base sólida, pero enfrenta retos externos significativos».

En esencia, el modelo chino, anclado en un equilibrio entre control estatal y dinamismo, muestra signos de agotamiento.

La inversión en activos fijos, que abarca desde puentes hasta fábricas, apenas creció un 0,5% de enero a agosto, lejos del 1,29% proyectado y del 1,6% hasta julio.

El músculo estatal, impulsado por inyecciones en infraestructuras y tecnología de punta, sostiene el ritmo. En cambio, el capital privado se repliega, reflejando una desconfianza alimentada por un entorno regulatorio volátil y un panorama global hostil.

Esta divergencia evidencia el viraje hacia un crecimiento basado en innovación, pero también la fragilidad de un sector privado que duda en apostar por el futuro.

Los líderes de Pekín han intensificado su discurso sobre la urgencia de transitar hacia un «crecimiento de alta calidad». Su ambicioso plan para fomentar las «nuevas fuerzas productivas de calidad» –que abarcan la manufactura avanzada, las energías limpias, materiales innovadores, tecnologías de vanguardia, inteligencia artificial y semiconductores– marca un viraje estratégico para transformar el modelo económico chino.

Más innovación

Este enfoque busca priorizar la innovación y la sostenibilidad sobre la expansión desenfrenada que caracterizó décadas pasadas. Sin embargo, el panorama de la inversión a nivel local revela que muchas ciudades siguen ancladas en la lógica tradicional: apostar por ampliar la capacidad productiva anticipándose a una demanda futura que no siempre llega.

El comercio exterior, pilar histórico del milagro chino, también titubea. Las exportaciones avanzaron un 4,4% en agosto, el menor ritmo en medio año, pese a incrementos hacia Europa y Asia. El golpe principal llega desde Estados Unidos, donde los envíos se desplomaron más de un 33% tras la expiración de una tregua arancelaria de 90 días, acordada en agosto y vigente hasta noviembre.

Las conversaciones bilaterales en Madrid, iniciadas el pasado domingo, abordaron desde la situación de TikTok hasta la escalada proteccionista, pero el ambiente es crispado. Con Donald Trump en la Casa Blanca y su amenaza de aranceles del 60%, Pekín anticipa un 2026 tormentoso. «La contracción exportadora tensa las negociaciones», apunta Bloomberg Economics. Los analistas proyectan un PIB cercano al 5% en el tercer trimestre, pero el objetivo anual podría peligrar sin medidas audaces.

El Politburó no se cruza de brazos. Consciente de que la ofensiva comercial y la fragilidad interna amenazan sus metas, el foco está en revitalizar la demanda doméstica. En agosto, el Consejo de Estado, liderado por Li Qiang, lanzó un plan de subsidios a préstamos personales para el consumo, operativo desde septiembre. Metrópolis como Pekín, Shanghái y Shenzhen han relajado las trabas a la compra de vivienda, pero el impacto es limitado: las transacciones siguen en caída libre.

Un alivio monetario en el último trimestre es plausible si la ralentización se agrava, aunque podría desestabilizar el reciente repunte bursátil.

Carlos Casanova, de Union Bancaire Privée, advierte a Bloomberg que cualquier relajación debe calibrarse para evitar burbujas financieras. La «anti-involución», aunque busca priorizar calidad sobre cantidad, arriesga un bache en el empleo y la demanda interna.

Entretanto, el régimen de Xi Jinping está dando un volantazo histórico a su modelo económico. Atrás queda la fiebre por acumular capital a toda costa; ahora apuesta por un crecimiento más sofisticado, impulsado por la innovación, la productividad y un consumo interno más robusto.

Bajo el lema de las «nuevas fuerzas productivas de calidad», la nación busca no solo mantenerse como potencia, también liderar la carrera global hacia un desarrollo más equilibrado y sostenible, según un reciente análisis del Carnegie Endowment for International Peace.

Pero el diablo está en los detalles. El éxito de esta ambiciosa reconversión económica dependerá de cómo se ejecute en el terreno. Fortalecer el capital humano, desatar el potencial innovador y canalizar los recursos con disciplina de mercado serán piezas clave del rompecabezas. Sin una implementación precisa y audaz, las millonarias inversiones podrían quedarse en promesas.