Motor
Comprar coche, una quimera (casi) imposible: precios por las nubes y más viejos que nunca
La pérdida de poder adquisitivo de las familias españolas se suma a unos precios que se han disparado un 50%. La segunda mano reina y los eléctricos no despegan por su alto coste, mientras los vehículos de más de 15 años pasan del 4% al 42%
España «ya no va no va como una moto, sino que va como un cohete». Alto y claro lo dijo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no hace tanto tiempo. Y las cifras «macro» pueden darle la razón, pero no así las cifras «micro», las que verdaderamente afectan a los bolsillos y la economía de los hogares españoles. La OCDE ha colocado a España como el país en el que más han crecido los impuestos desde 2019 –hasta un 50%– entre las grandes economías, y a los españoles como los que más renta han perdido, con una política fiscal que «perjudica a los ocho millones de contribuyentes de clase media y trabajadora al centrarse exclusivamente en las rentas bajas», denuncian desde el PP.
La ostentosa afirmación del presidente choca frontalmente con la verdadera situación económica de las familias, lastradas por la pérdida de poder adquisitivo por un incremento salarial inferior a la inflación. Esta misma semana se ha conocido que uno de cada 10 empleados vive bajo el umbral de la pobreza y rozan ya los tres millones. Es decir, que personas con trabajo se encuentran en situación de pobreza y no pueden hacer frente a sus necesidades básicas. Y la denuncia ha llegado de una institución que no es precisamente contraria a los postulados del Gobierno, Oxfam, que en su informe sobre pobreza laboral denuncia que ni la subida del SMI, la reforma laboral, la mejora del empleo y de la tasa de paro han servido para salir del agujero a estos trabajadores.
Además existe otra clase de pobreza, la que no se ve, la que impide a las familias poder cambiar su viejo coche, plantearse dejar el alquiler para comprarse una vivienda, aligerar la cesta de la compra de marcas blancas –que ha aumentado un 8% en el último año y España es líder europeo– o poder irse de vacaciones –o al menos hacerlo más tiempo–.
El famoso investigador y reformador social Benjamin Rowntree definió la pobreza como «el estado personal en el que los ingresos disponibles no satisfacen el mínimo bienestar». Pero la pobreza real transciende más allá de la falta de ingresos.
En este contexto, España no supera la prueba ya que objetivos que hasta ahora eran alcanzables para la mayoría se han vuelto casi «imposibles». Y el mercado automovilístico es un termómetro ideal para catalizar la precaria situación de los hogares españoles. Ir a comprar un coche es cada vez un acto menos habitual, sobre todo para adquirir un vehículo nuevo. Solo hay que acudir a los datos oficiales.
El mercado de turismos de segunda mano acumuló una subida del 8,2% hasta final de agosto y sus ventas alcanzaron la cifra de 1.344.953 unidades. Con ello, este mercado duplica al de los coches nuevos y cerrará el ejercicio, según todas las previsiones, con un volumen por encima de los dos millones de vehículos. Una situación que contrasta con el mercado de nuevos, que aún se encuentra casi un 30% por debajo de los niveles de 2019, con el agravante de que se sustenta en su mayor parte por la renovación de las flotas de las empresas de alquiler de coches, que son la principal fuente de abastecimiento de este mercado, que en el pasado mes de agosto tuvo un crecimiento del 22%.
Este «sorpasso» en el mercado automovilístico es un hecho agravado por la inflación y las dudas sobre las tecnologías dominantes en motorización de los próximos años con el proceso de electrificación previsto en Europa y porque la mayoría de las familias no pueden afrontar el coste de un vehículo electrificado. Esto ha provocado el grave deterioro del parque móvil español, uno de los más envejecidos de la Unión Europea. La antigüedad media del vehículo usado vendido en España registra los 11,2 años, pero más del 40% del mercado de segunda mano en España lo concentran los modelos de más de 15 años –cuando en 2005 eran apenas del 4%–, lo que deja muy claras las dificultades que tiene el ciudadano medio para acceder a soluciones de movilidad cero y bajas emisiones.
En este sentido, patronales y fabricantes reclaman al Gobierno «planes con incentivos que apoyen los vehículos de hasta cinco años, de tal forma que las rentas más sensibles puedan cambiar su antiguo coche por uno más eficiente, en línea con los objetivos de descarbonización y como ocurre en el resto de países de la UE». Además, los altos tipos de interés han contraído las decisiones de consumo de las familias, que unido a la incertidumbre de la economía, ha llevado al sector a exigir al Ejecutivo que apueste por subvencionar el vehículo usado con pocos kilómetros «como palanca para garantizar una movilidad accesible».
Otro dato avala las dificultades que se presentan para lograr cambiar de vehículo: el más vendido en España en 2023 fue el Dacia Sandero, lo que ha llevado a Dacia a ser la marca líder en España por la relación calidad-precio, pero sobre todo por el precio. El Sandero es el vehículo más asequible del mercado con un buen nivel de prestaciones y la única posibilidad para muchas familias obligadas a comprarse un vehículo por necesidad, y no precisamente en sus modelos electrificados. Hay que recordar que el precio medio de un vehículo matriculado se ha disparado un 50% en tres lustros.
Así, el mercado del coche eléctrico ha iniciado una peligrosa cuesta abajo y le fallan los frenos, tanto en España como en Europa: sus ventas cayeron un 44% este verano. La patronal europea de automovilísticas, ACEA, señala que las matriculaciones de este tipo de vehículos cayeron un 8,3% en lo que va de año, en un mercado que avanzó solo un 1,4%. En el mercado español la situación es aún peor, y el desplome anual ha sido del 25%, lo que ha llevado a nuestro país a ocupar la posición número 20 del ranking europeo, con una cuota de menos del 5% en electrificados.
Esta bajada de las ventas ha llevado a la producción de vehículos a las peores cifras de la última década, lo que ya está provocando reajustes en algunas plantas y amenazas de cierre en otras muchas, precisamente por las malas perspectivas de ventas en el corto plazo.
Esta dificultad para poder comprar un coche nuevo ha llevado a los hogares hacia el mercado del renting –y también del leasing–. En los años noventa del siglo pasado, este sector apenas tenía una incidencia residual y estaba limitado a las empresas. Pero desde la Gran Recesión del año 2008 su crecimiento ha sido imparable y, en la actualidad –con datos del primer semestre de 2024-, las cifras apabullan: uno de cada cuatro vehículos matriculados cada año en España ya son de renting.
Incapacidad para comprar un coche, alquileres de vivienda desmadrados, la cesta de la compra más cara de la historia, vivienda en máximos, pérdida de poder adquisitivo... Como un cohete.
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