Rescate a Grecia
El Banco de Grecia contempla ya una salida del euro del país
El presidente del Eurogrupo ve «muy pocas posibilidades» de alcanzar un acuerdo en la reunión que los socios de la UE mantendrán hoy.
Atenas se enroca en sus posiciones mientras los socios se incomodan y se disparan los cantos de sirena sobre una salida de Grecia del euro. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, reafirmó ayer su desafiante actitud del martes en el Parlamento con una simple frase: «Vamos a asumir la responsabilidad de decir “un gran no” si las propuestas son inaceptables». El distanciamiento de ambas partes imposibilita el acuerdo en el Eurogrupo de hoy en Luxemburgo.
Aunque el principal escenario en el que trabajan ambas partes sea alcanzar un acuerdo, cada vez menos descartan la opción de que Grecia abandone la moneda única. El gobernador del Banco Central heleno, Yannis Stournaras, advirtió ayer de que «un fracaso en las negociaciones llevará a un Grexit –salida del euro–: inicialmente a la quiebra y finalmente a la salida de la eurozona y, probablemente, de la Unión Europea». Ésa fue la previsión del máximo representante de la banca helena –contrario al Ejecutivo izquierdista– lanzada durante una comparecencia en el Parlamento, donde presentó el informe sobre la política monetaria de 2014 a 2015.
No pagar
Asimismo, una comisión internacional de expertos para auditar la deuda pública griega señaló que Grecia «no debe pagar la deuda» contraída en los últimos cinco años, porque proviene de acuerdos –los programas de rescate que infringen los derechos humanos. La conclusión de ese comité –creada a comienzos de abril por iniciativa del Gobierno– rechazó incluir, sin embargo, las conclusiones de Stournaras sobre el debilitamiento de la economía y el riesgo a salir del euro.
La presidenta del Parlamento heleno, Zoé Konstandopoulou –miembro del ala radical de Syriza–, aseguró que «Grecia no puede sentirse obligada» a devolver una deuda de la que no es responsable. En la nota se destaca, además, que «el país ha sido y es aún víctima de un ataque premeditado y organizado por el FMI, el BCE y la CE. Esta misión violenta, ilegal e inmoral tiene como objetivo exclusivamente trasladar la deuda privada al sector público». El comunicado refuerza todavía más la férrea postura adoptada por Tsipras esta semana.
Remotas esperanzas
La cuerda está más tensada que nunca y, en vista de la falta de nuevas propuestas sobre la mesa –las últimas se discutieron el fin de semana–, son nulas las expectativas para un pacto en el Eurogrupo de hoy, que reunirá a los ministros de Finanzas de la eurozona. Así lo descartó el propio jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien ve «muy pocas» posibilidades de alcanzar un acuerdo sobre las reformas, a la vez que rechazó un alivio de la deuda, la principal reclamación de Atenas. En ese sentido, el ministro holandés reconoció que las negociaciones están «bastante descarriladas» y tachó de «injustas e incorrectas» las declaraciones de Alexis Tsipras.
Por su parte, Berlín optó por restar importancia a las duras declaraciones del primer ministro heleno y, en cambio, «poner el foco en lo que se dice cuando se negocia». La crisis griega también ha mermado la paciencia de Alemania. Según un sondeo del instituto You-Gov, un 58% de los alemanes considera que el país heleno debería abandonar la moneda única.
La brecha entre Grecia y los acreedores, sin embargo, se ha ensanchado esta semana y ha provocado una desbandada de inversores en el mercado doméstico. La Bolsa helena suma cuatro jornadas de pérdidas significativas, que alcanzan los 8.300 millones de euros. El Athex-20, el índice ateniense, cayó un 3,15% ayer hasta los 681 puntos y mantiene su desplome de hasta un 17,28 por ciento desde el viernes.
A pesar de la incertidumbre económica que atraviesa el país y el creciente riesgo a un «Grexit», el Gobierno heleno no ha dado signos de torcer el brazo. Entre otros motivos, porque es consciente de que cuenta con el apoyo de dos tercios de la población, según una encuesta reciente. «Hay que dejar de pagar la deuda, sin importar las consecuencias», asevera Dimitris Konstantinidis, un joven desempleado, presente en la protesta antiausteridad organizada ayer a través de las redes sociales y animada por algunos miembros del Gobierno izquierdista. En la pancarta que sostiene Dimitris se lee: «Debemos ir a la ruptura. Nunca arrodillarnos».
Otro de los participantes en la protesta frente del Parlamento griego, Stavros Triahta, comparte que «al pueblo no le corresponde pagar el total de la deuda, porque no hemos recibido gran parte del dinero».
El jubilado cuenta que por los recortes impuestos por la troika su pensión se ha visto reducida un 40 por ciento. Por ese motivo, para Stavros el Ejecutivo de Syriza no debe aceptar ni una medida de austeridad más, «por mucho que concedan un alivio de la deuda».
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