Trabajo
El envejecimiento acorta la jornada laboral anual en 300 horas
La tendencia, creciente desde los 80-90, se mantendrá la próxima década ligada también al mayor peso de los servicios y a las jornadas parciales
El Banco de España lo tiene claro: los españoles trabajarán cada vez menos y «la jornada laboral media seguirá reduciéndose en los próximos años por el envejecimiento de la población, el peso creciente de las ramas de los servicios en la economía y el mayor uso de los contratos a tiempo parcial frente a los de jornada completa». Así explica el supervisor bancario lo que pasará en el mercado laboral español en un artículo firmado por la economista del departamento de Análisis de la Situación Económica Pilar Cuadrado, que determina que el perfil de caída de las horas trabajadas por ocupado se prolongue en los próximos años.
La causa principal será el progresivo envejecimiento demográfico, que «ejercerá una presión a la baja sobre la jornada laboral media, a medida que aumente el peso de los trabajadores de más edad en el conjunto del empleo» porque este colectivo tiene, por término medio, una duración de jornada menor, aspecto que «se verá reforzado por la previsible prolongación de la vida laboral a través del retraso en la edad de jubilación y por los posibles incentivos a la jubilación parcial».
Además, cree que con el paso de los años continuará «la ganancia de peso de los servicios dentro del conjunto de la actividad económica, lo que también tendería a reducir la cifra media de horas trabajadas». La consecuencia principal de esta situación para Cuadrado puede ser que el número de horas por trabajador tienda a disminuir si se reducen las horas de los trabajadores tanto a tiempo completo como a tiempo parcial, pero también si hay un aumento de la proporción de trabajadores a tiempo parcial en la economía.
Un fenómeno que no es nuevo, sino que se lleva fraguando desde hace décadas. La jornada semanal del trabajador medio a tiempo completo se ha reducido en casi cuatro horas entre 1987 y 2019 (de 38 a 34,3 horas) por los cambios estructurales experimentados por la economía en ese periodo, el aumento del peso del sector servicios y el «empuje» de la parcialidad, lo que serían entre 200 y 300 horas anuales. Por su parte, la jornada del trabajador a tiempo parcial se ha mantenido por debajo de la mitad de la jornada completa –en torno a las 17 horas–.
Al descenso del promedio de horas trabajadas a la semana contribuyó adicionalmente el fuerte empuje observado en la ratio de parcialidad laboral, que se elevó desde el 5,2 % en 1987 hasta el 14,6% en 2019. Este incremento de la tasa de parcialidad contribuyó en cerca del 40 % a la reducción de la jornada, mientras que el recorte de la jornada a tiempo completo fue el responsable del resto.
En gran parte esta reducción tiene que ver con la incorporación de las mujeres al trabajo, ya que tienen una tasa de parcialidad mayor y que, a medida que aumenta la edad de la población, se eleva también la parcialidad. Así, la tasa de participación femenina –definida como el porcentaje de mujeres activas sobre el total de mujeres en edad de trabajar–se ha incrementado significativamente, desde el 30% al inicio de 1987 hasta el 53,3% en 2019. En paralelo, ha aumentado el empleo a tiempo parcial porque, dentro del conjunto de ocupados con un contrato de este tipo, hay una diferencia sustancial entre la proporción de hombres y la de mujeres, que es muy superior.
En 2019, tres de cada cuatro ocupados a tiempo parcial eran mujeres –proporción que era incluso mayor a finales de los ochenta, cuando se cifraba en cuatro de cada cinco–. Como resultado, en torno al 22% de la ocupación femenina es a tiempo parcial, frente al 7% en el caso de los varones. Las horas trabajadas por ocupado disminuyeron en todos los sectores, excepto en la construcción, entre 1995 y 2019. Además, la creciente especialización en las ramas de servicios ha ejercido una presión a la baja adicional, dado que es el sector con menor número de horas por ocupado. En concreto, el cambio en la composición del empleo por ramas productivas explica casi la tercera parte de la disminución de las horas por trabajador en ese período, lo que compensa con creces el aumento observado en la construcción.
Una situación que, según el supervisor bancario, se acentuó «significativamente» durante los dos años de pandemia por culpa de la caída de las horas por ocupado con relación a su tendencia histórica y también en comparación con crisis anteriores, fundamentalmente por la intensa utilización de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Así, en el periodo que va desde el cuarto trimestre de 2019 –inmediatamente anterior al estallido del covid– y el segundo trimestre de 2020 –periodo álgido de las restricciones–, el número medio de horas por ocupado a la semana cayó en casi siete horas, un 21% de la jornada semanal, y no se volvió a una situación normal hasta finales de 2022, aunque eso no significó una senda ascendente positiva respecto a 2019, sino que «retornó a su perfil histórico descendente» tras el fin de las restricciones.
En concreto, las horas por ocupado se situaron en el cuarto trimestre de 2022 alrededor de un 4% por debajo de las que había tres años antes, aunque se ha acelerado en el tercer trimestre de 2022 -último dato disponible-, ya que la pérdida de tiempo de trabajo era menos de una hora inferior al del tercer trimestre de 2019. La institución también precisa que un tercio de la caída observada en la jornada semanal media se debe al aumento de las bajas por enfermedad, que tras la pandemia «todavía se encuentran en niveles elevados».
Jornadas menores en 2033
Ante esta situación, el Banco de España presenta varios escenarios de futuro. El primero estaría determinado por la estructura demográfica prevista en las últimas proyecciones de población disponibles del Instituto Nacional de Estadística –de octubre de 2022–, que implicaría que en 2033 la jornada semanal media se habría reducido, en comparación con la actual, en casi tres horas bajo el supuesto de que las tasas de ocupación por edades permaneciesen constantes.
En un segundo supuesto, si la economía española convergiese hacia una estructura sectorial como la del promedio de la UE, aumentaría el porcentaje del empleo en los servicios, que son las actividades con la jornada más inferior y, con ello, el número de horas trabajadas por individuo al año sería unas dos horas y media menor que en la actualidad
En un tercer estadio, si la tasa de parcialidad aumentara en España desde el 13,6% alcanzado al finalizar 2022 hasta el nivel de Alemania –un 27,9%, según el último dato disponible, referido a 2021–, la jornada anual caería en 121 horas al año –o casi dos horas y media a la semana–, más del 7,5%.
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