Opinión
España se convierte en un país de empleos baratos
El 11% de los trabajadores está en riesgo de pobreza y el SMI es ya casi el más frecuente
Ramón de Campoamor (1817-1901), todo un romántico, escribió aquello de que «todo es según el color del cristal con que se mira». El SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), que depende del ministerio de Yolanda Díaz, anunció ayer que el paro registrado subió en 22.101 personas al final de octubre, lo que arroja una cifra de desempleados de 2,44 millones de personas.
Al mismo tiempo, en número de afiliados a la Seguridad Social, lo que da un total de 21.839.592, muy cerca de los 22 millones, lo que constituiría un hito. Hasta ahí los datos fríos. Luego llegan las interpretaciones, las técnicas y las políticas.
Las primeras, según Funcas –que suele tener tendencia a ver el vaso medio lleno– indican que el desempleo, en términos desestacionalizados, en lugar de subir, bajó en 11.000 personas. Al mismo tiempo, una subida de afiliados de 141.926 también en octubre, se queda en 46.000 una vez desestacionalizado el dato. Las políticas son muy optimistas, casi triunfalistas por parte del Gobierno, mientras que la oposición encuentra pegas.
La CEOE admite la buena marcha de la afiliación a la Seguridad Social, pero alerta de «la caída de la productividad por trabajador ocupado» y también insiste que el crecimiento del empleo se debe, sobre todo, al aumento de la población activa, ya cerca de los 25 millones. Es algo nunca visto en España, pero también está lejos de la normalidad europea.
La tasa de actividad española es del 59,30%, cuando la de países como Francia o Alemania, supera con creces el 70%. Es decir, en España hay una importante población inactiva que no debería estarlo y no computa tampoco como desempleada. Los datos de empleo y paro, no obstante, son positivos, aunque se mantenga la incógnita de los famosos «fijos discontinuos», que aunque tengan contrato pueden estar sin trabajo e incluso cobrar el desempleo, pero no figuran en las estadísticas.
Por último, el paisaje laboral español quedaría incompleto si no se tiene en cuenta que el 11% de los trabajadores está en riesgo de pobreza y que el SMI es ya casi el más frecuente. Es decir, hay más empleo, cada vez más barato. No todos los admiten, pero claro, «todo es según el color del cristal con que se mire», como escribió Campoamor.