Energía

Sorogoyen, NIMBY

El ganador del Goya a mejor película y mejor dirección resumió su alegato con «Eólica sí, pero no así», criticando la construcción de parques eólicos en los montes gallegos

Vista aérea del Parque Experimental de Sotavento, en Galicia
Vista aérea del Parque Experimental de Sotavento (Galicia)larazon

Rodrigo Sorogoyen no sólo ha sido galardonado con el Goya a mejor director por «As Bestas», sino que aprovechó los minutos de agradecimiento de su galardón para criticar la instalación de nuevas centrales renovables en los montes de Galicia por cuanto están destrozando el paisaje y el modo de vida tradicional de los ganaderos. Al final de su discurso, Sorogoyen resumió su alegato en una breve consigna: «Eólica sí, pero no así». Desde luego, es perfectamente lícito quejarse de que la presencia de una determinada central eléctrica puede generar estos o aquellos daños, pues son costes que hemos de considerar a la hora de evaluar la conveniencia de una determinada inversión. Lo que tiene menos sentido es rechazar absolutamente toda fuente de energía por cuanto cualquiera de ellas genera efectos indeseados sobre terceros.

Los combustibles fósiles no nos gustan porque generan polución y contribuyen al cambio climático. Bien, ¿y la nuclear? No, porque nos parece muy arriesgada y porque, supuestamente, no sabemos qué hacer con los residuos. De acuerdo, ¿pues entonces las renovables? No, ahora tampoco nos gustan porque destrozan el paisaje. ¿Cuál es entonces el camino hacia el que nos abocan este tipo de discursos públicos? Hacia el estrangulamiento energético: es decir, hacia un suministro energético cada vez más escaso y caro. Pero eso tampoco parece que entre en la agenda: cuando en 2022 se disparó el precio de la electricidad y del gas, el clamor social se dirigió hacia el gobierno para que abaratara la factura –aun a costa del endeudamiento a futuro–. Las sociedades sin fuentes de energía abundantes y baratas son sociedades condenadas a la pobreza y al estancamiento. Por eso es tan irresponsable que se nos intente persuadir que ninguna fuente de energía es buena: porque, aunque todas tengan sus costes y comporten sus incomodidades, la falta de energía sería muchísimo peor para todos –salvo acaso para los ricos que pudiesen sobrepujar por ella– que cualquiera de los problemas anteriores. En el fondo, lo que pide Sorogoyen es que se sigan instalando centrales eólicas pero lejos de su casa: que los paisajes destrozados sean los de otros. Es un fenómeno que en EE UU se conoce como movimiento NIMBY: Not In My Back Yard (no en mi patio trasero). Parece que los Goya no sólo han copiado los Óscar de EE UU, sino ahora también su movimiento NIMBY.