PSOE

Una apuesta política sobre el alambre

No exageramos si advertimos de lo azaroso de una estrategia que presenta demasiados elementos basados en el mero voluntarismo de sus autores, que, por ejemplo, no tienen en cuenta el efecto que tendría una alianza como la buscada sobre el desplazamiento del voto en ambos campos.

Sin rechazar la idea de que podemos hallarnos ante una elaboración argumental sobrevenida, forzada por la necesidad de justificar ante una opinión pública atónita la rebaja del delito de malversación, sería un error despreciar de entrada la estrategia catalana que plantea La Moncloa, que, en términos simples, buscaría romper el bloque independentista en el Principado en favor de una alianza estable entre el PSOE y ERC, que garantizara gobiernos «de progreso», tanto en España como en Cataluña.

Desde esta perspectiva, insisten los diversos portavoces gubernamentales, hay que contemplar las últimas concesiones a las demandas de los nacionalistas republicanos, como prenda de compromiso en una futura alianza, que se pretende estable a medio y largo plazo. Los mismos portavoces reconocen que se trata de una apuesta arriesgada, pero que culminaría el proceso de normalización de la situación catalana y, al mismo tiempo, garantizaría la viabilidad del bloque de la investidura, ante la previsible caída en las urnas de Unidas Podemos.

El envite, sin embargo, se sustenta en dos premisas, cuando menos, complicadas, puesto que presupone la ruptura definitiva entre ERC y Junts, por un lado, y, por otro, que la formación de Oriol Junqueras aparque su hoja de ruta, que pasa por un acuerdo para celebrar un referéndum independentista avalado por el Gobierno central. Podríamos añadir un tercer presupuesto, que es la amortización política de Carles Puigdemont, lo que todavía está por ver, entre otras razones, porque las reformas del Código Penal impulsadas por el Ejecutivo pueden acabar por dejar expedita la vuelta a la política del líder de los ex convergentes. No exageramos si advertimos de lo azaroso de una estrategia que presenta demasiados elementos basados en el mero voluntarismo de sus autores, que, por ejemplo, no tienen en cuenta el efecto que tendría una alianza como la buscada sobre el desplazamiento del voto en ambos campos.

En el socialista, por supuesto, puesto que cada vez son más las voces internas que rechazan unas decisiones que redundan, en la práctica, en la inmunidad de quienes atentaron contra el ordenamiento constitucional, pero, también, entre el sector más hiperventilado de los separatistas catalanes, que no entenderían que ERC renunciara, como exigencia de mínimos, a la celebración del referéndum, para garantizar la estabilidad del Gabinete socialista. Con un problema añadido, que la estrategia puede aplicarse al caso del País Vasco, con Bildu como socio preferente, lo que no dejará indiferente a la dirección del PNV, que está viendo cómo los abertzales maniobran a su favor con los presupuestos regionales. En definitiva, como señalábamos al principio, estamos ante una apuesta política en el alambre de Pedro Sánchez, que ni siquiera le garantiza que podrá agotar la legislatura.