Editorial

Primero, gobierno. Luego, ya veremos

Un gobierno que precisa del respaldo de una veintena de partidos, algunos de ellos enfrentados entre sí, tampoco puede aspirar al goce de una estabilidad política sólida, por más que se recurra al abuso del decreto ley.

Pedro Sánchez y Félix Bolaños, durante la Inauguración de la Galería de las Colecciones Reales esta semana
Pedro Sánchez y Félix Bolaños, durante la Inauguración de la Galería de las Colecciones Reales esta semanaJesús G Feria

Gana fuerza la idea de que Pedro Sánchez conseguirá la reelección a la presidencia del Gobierno con el apoyo Junts, el partido que lidera Carles Puigdemont. El hecho de que el líder del PSOE se haya ido de vacaciones sin abrir oficialmente las negociaciones de la investidura, es decir, si apurar los tiempos, podría formar parte de la conformación del relato de que el pasado 23J se produjo, en realidad, una victoria socialista y una derrota del Partido Popular, pero la mayoría de los observadores políticos consideran, como hoy publica LA RAZÓN, que la voluntad de llegar a acuerdo, «para que haya un acuerdo» está clara, y que el principal escollo para los socialistas, la aceptación de una consulta popular sobre la autodeterminación, se orillará emplazando el supuesto referéndum a un año vista, con el argumento de que es imprescindible estudiar las vías legales para modificar el artículo 92 de la Constitución, que establece que «Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos», en el sentido de cambiar la expresión «todos los ciudadanos» por los residentes en una comunidad autónoma determinada.

Aunque el Tribunal Constitucional ya determinó en su día que no podían someterse a referéndum consultivo asuntos fundamentales ya contenidos en la Constitución –como la unidad de la Nación o la Monarquía–, el hecho de que el presidente del alto tribunal sea Cándido Conde Pumpido, ex Fiscal General del Estado con gobiernos socialistas y de tendencia «progresista», podría ayudar a que se buscaran las vías para modificar la doctrina preexistente. También es cierto que aunque Pedro Sánchez afirmó en 2021 que «No habrá referéndum de autodeterminación, nunca jamás», y que, en cualquier caso, la decisión correspondería al conjunto de los españoles, puesto que, como insistió, «si vivimos juntos, decidimos juntos», se da por hecho, como ha declarado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la existencia del acuerdo de investidura. Nos encontraríamos, pues, ante un movimiento clásico del líder socialista –primero, formar gobierno, y, luego, ya se verá–, que sus socios parlamentarios dan por bueno, dado que las alternativas, que gobierne el ganador de las elecciones o la repetición de los comicios, no les convienen en absoluto. Por otra parte, un gobierno que precisa del respaldo de una veintena de partidos, algunos de ellos enfrentados entre sí, tampoco puede aspirar al goce de una estabilidad política sólida, por más que se recurra al abuso del decreto ley. Más aún, cuando el Partido Popular tiene mayoría absoluta en el Senado, la cámara territorial por excelencia, y gobierna la mayoría de las comunidades autónomas y de los grandes ayuntamientos. Pero, como hemos señalado, lo que importa es formar gobierno, aunque sea sumando a todos los perdedores de las elecciones.