¿Jornada escolar partida o continua? Estas son las ventajas e inconvenientes

Durante la segunda jornada del Debate del Estado de la Región celebrada ayer, Isabel Díaz Ayuso, la Presidenta de la Comunidad de Madrid presentó un nuevo plan educativo con ciertas reformas que ya son tema de discusión a nivel nacional. Estas medias, que van enfocadas a una mejor conciliación familiar y a una mayor protección de los menores, están siendo estudiadas por otras regiones de España para incluirlas también o no.

Una de estas medias se trata de limitar el uso de las 'pantallas' dentro de los centros escolares. Con el rápido avance de la tecnología y su acceso a edades cada vez más tempranas, algunas Comunidades Autónomas ya se están replanteando muchas de las iniciativas a favor de la 'digitalización de las aulas' que comenzaron con más fuerza a principios del siglo XXI.

Las adicciones a las redes sociales, el uso inapropiado del anonimato que confiere internet o los cada vez más comunes problemas de atención en los menores pueden ser algunos de los motivos por los que tratar de mantener las horas en centros escolares libres de 'pantallas'. Díaz Ayuso compartió que algunas de las preocupaciones del Gobierno de Madrid eran, precisamente, combatir "la soledad infantil y las adicciones".

Sin embargo, hay otra propuesta, que ya entrará en vigor de forma obligatoria en los nuevos centros desde el curso que viene, 2025/2026 de la CC. AA. de Madrid, y pasa por repartir la jornada escolar entre mañana y tarde, con el fin de los menores puedan estar más tiempo en un lugar seguro y acompañados, para que los padres tengan más fácil la conciliación familiar.

¿Jornada partida o continua? Ventajas e inconvenientes

La educación escolar obligatoria en España se divide actualmente en dos etapas principales en casi todo el país: Primaria, de los 6 a los 12 años y Secundaria, de los 13 a los 16 años. Los ciclos de Educación Infantil (0 a 6 años) y Bachillerato (17 a 18 años) son de carácter optativo. Sin embargo, esta división desigual entre los centros, unos con 6 cursos y otros con solo 4, no siempre fue así en nuestro país.

Cualquiera que haya cursado la EGB (Educación General Básica) entre los años 1970 y 1996 que estuvo vigente, sabría que la educación obligatoria en España, hasta hace no demasiado tiempo, acababa cuando el alumno cumplía los 14 años. Después de los ocho cursos de EGB (de los 6 a los 14 años), se podía asistir voluntariamente a tres cursos de BUP (Bachillerato Unificado Polivalente) y uno de COU (Curso de Orientación Universitaria), finalizando los estudios preuniversitarios a la misma edad que ahora, los 18 años.

Desde finales del siglo XX para acá, en España se modificó este sistema para dividirlo en Primaria, ESO y Bachillerato. Esto genera inconvenientes a algunos centros, especialmente por el grado de madurez de los alumnos de los primeros cursos de instituto. Desde la Comunidad de Madrid lo que se propone es retomar el modelo que ya funcionaba anteriormente.

En la mayoría de Centros de Educación Secundaria en nuestro país, a los alumnos de 1º y 2º de a ESO (12 a 14 años), no se les da permiso para abandonar el centro en ningún momento, ni durante el recreo ni cuando se ha suspendido una lección porque el docente tuvo algún problema. Esto es así porque el salto de madurez de un adolescente de 12 a uno de 15 (a los que sí se les suele dejar salir a la calle) es muy notable.

El tercer curso de la ESO siempre solía ser el punto decisivo cuando los alumnos debían escoger orientarse más hacia asignaturas de 'ciencias', 'sociales' o 'letras'. Esta es una de las razones que dan los defensores del modelo antiguo de enseñanza: al comenzar los centros de Secundaria a partir de 3º, pueden especializarse más y ofertar planes de estudios mucho más dirigidos hacia una rama en concreto.

El plan de la Comunidad de Madrid pasa precisamente por instalar la jornada partida a la vez que se modifican así los cursos que imparten los centros. Según explicó ayer Díaz Ayuso, volver a separa a los niños de 12-14 años de los de 15-18, es una medida que "busca reducir problemáticas sociales como la soledad infantil, las adicciones y la influencia de bandas juveniles".

Argumentos a favor de la jornada partida:

• Ayuda a la especialización de los Centros de Enseñanza Secundaria.

• Favorece la conciliación familiar al pasar los niños más tiempo en un espacio seguro, vigilados y acompañados.

• Con la jornada partida, los niños deberán normalmente quedarse a comer en el colegio, donde se suelen servir menús equilibrados y saludables.

• Al pasar la tarde en el centro, muchos alumnos pueden aprovechar para asistir a actividades extraescolares que se celebren allí mismo sin tener que buscar otro lugar donde apuntarse.

• La jornada partida reduce el abandono escolar. Así lo argumentan algunos estudios europeos, ya que de los 10 países con menor tasa de abandono escolar, 8 de ellos cuentan con jornada partida.

• Reduce la desigualdad. Según un estudio publicado en 2017 por la Revista Complutense de Educación, la mayoría de los centros escolares concertados (al menos en la Comunidad de Madrid), cuentan con jornada partida. Entonces, si no se ofrece esta posibilidad también en la escuela pública, muchos alumnos con menor nivel de ingresos no podrán acceder a ella.

Argumentos en contra de la jornada partida:

• Los alumnos pasan mucho más tiempo en el entorno escolar, lo que no a todos los padres les gusta.

• Favorece la atención. Existen estudios que tanto desmienten como defienden la idea de que la jornada continua crea menos interrupciones y favorece el rendimiento de los alumnos. En teoría, se deben dejar para después del recreo las actividades que requieren menos carga mental, pero esto no siempre se cumple.

• El cambio de jornada del colegio al instituto puede perjudicar a los alumnos de Primaria, que deben adaptarse a otro sistema al llegar a la ESO.

• Volver a la jornada partida implicará un cambio en la forma de organización de los colegios, pasando de alojar 6 a 8 cursos.