El Euroblog

El oportunismo danés

El oportunismo danés
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A sólo tres meses de las elecciones generales, el Gobierno danés de centro derecha ha restaurado el 5 de julio los controles fronterizos con Alemania y Suecia. A partir de ayer, 50 policías de aduanas realizan registros aleatorios a los vehículos que llegan a Dinamarca para combatir la creciente delincuencia que sufre el país nórdico. El proyecto prevé la instalación de puestos fronterizos en 2014.

Más allá de la explicación oficial, lo que subyace detrás de esta medida es una calculada cesión a la extrema derecha a cambio de que ésta apoye la reforma de la jubilación que tiene entre manos el Gobierno liberal conserdor de Lars Lokke Rasmussen. Y es que el Partido Popular danés de la xenófoba Pia Kjaersgaard ha protagonizado la política danesa de la última década. Tras la derrota de los socialdemócratas, que habían dominado la escena política durante décadas, la derecha danesa emprendió en 2001 una decida reforma de la generosas política de inmigración y asilo para obtener el apoyo parlamentarios de los ultras. Como resultado, Dinamarca se ha convertido en el país europeo que tiene la política de inmigración más restrictiva.

Desde sus vecinos europeos y Bruselas, se ha recibido con evidente malestar el unilateralismo de Copenhague, que anunció en mayo su decisión sin previo aviso. Aprovechando el debate abierto en la UE sobre los Acuerdos de Schengen, Dinamarca decidió saltarse los acuerdos de libre circulación de personas de los que se benifician todos los países de la Unión excepto Chipre, Rumanía, Bulgaria, Irlanda y Reino Unido, además de Suiza, Noruega e Islandia.

Por eso, el portavoz europeo de Interior, Michele Cercone, aseguró ayer que la Comisión "controlará de forma muy estricta la puesta en marcha de la primera fase del acuerdo danés para asegurarse de que respeta la legislación europea". En caso contrario, el Ejecutivo comunitario abrirá un procedimiento de infracción contra Dinamarca.

Con una oposición de centro izquierda que encabeza los sondeos, Rasmussen ha optado por el camino más fácil. Recurrir al miedo a la inmigración para ganarse el apoyo del electorado y, de paso, mantener satisfechos a sus incómodos aliados políticos. Nunca la extrema derecha pudo soñar conseguir tanto por tan poco. Influye en la política nacional, pero sin el desgate de gobernar.