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La ambiciosa Presidencia sueca de la UE

La Razón
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Suecia asumió el pasado 1 de julio la Presidencia semestral de la Unión Europea cargada de proyectos e ilusiones. Tal vez demasiados teniendo en cuenta las incertidumbres institucionales que atenazan a la UE (la ratificación del Tratado de Lisboa, la nueva legislatura del Parlamento Europeo y el nombramiento de una nueva Comisión Europea) y el poco tiempo disponible. Sin embargo, Estocolmo cuenta con la ventaja añadida de que es difícil hacerlo peor que la Presidencia checa que le ha antecedido.

El Gobierno sueco ha cuidado hasta el máximo su segunda Presidencia comunitaria. Su ministra de Asuntos Europeos, la europeísta Cecilia Malmström, lleva meses recorriendo las capitales europeas para explicar que Estocolmo aspira a contribuir activamente en el proceso de construcción europea. Pese a que la UE sigue siendo un tema controvertido en el debate político sueco, el rechazo a Bruselas ha disminuido. Prueba de ello es que los sondeos muestran que un 56% de los ciudadanos perciben de forma pusitiva su pertenencia a la Unión Europea. El mayor nivel de apoyo desde que en 1991 se empezó a elaborar este estudio.

Hasta el próximo 31 de diciembre, el Gobierno sueco pretende combatir la crisis económica y el desempleo impulsando medidas que favorezcan la innovación y restauren la confianza en los mercados financieros. Las autoridades suecas pretenden revitalizar la alicaída Estrategia de Lisboa, que pretendía convertir a Europa en la región más competitiva del mundo en 2010 (sic).

La otra gran prioridad de Suecia es lograr en la Cumbre de Copenhague sobre el Clima, que se celebra en diciembre, un acuerdo internacional sobre la reducción de los gases de efecto invernadero. El reto es titánico habida cuenta de que habrá que convencer no sólo a los países más ricos y contaminantes, sino también a los emergentes (Brasil, India y China), que temen ver frenado su desarrollo económico. Ojalá que un país con las credenciales medioambientales de Suecia pueda ayudar a impulsar una economía sonstenible.

Tras un tiempo en el que la ampliación parecía haber quedado relegada a un segundo plano, Estocolmo desea avanzar en las negociaciones de adhesión con Croacia y Turquía e impulsar la posible candidatura de Islandia. La decidida apuesta por la integración de Turquía, no obstante, puede crear tensiones con países como Alemania y Francia, que tienen muchas dudas sobre la conveniencia de aceptar a un país musulmán que tendría más habitantes y, por tanto, votos que Alemania en el Consejo.

Sobrevolando estos seis meses estará inevitablemente la crisis institucional que arrastra la UE desde que franceses y holandeses dieran al traste con la Constitución europea en 2005. El heredero de aquel texto, el Tratado de Lisboa, no puede entrar en vigor hasta que lo ratifican todos y cada uno de los Estados meimbros. A la espera de que Irlanda diga "sí"al tratado en un segundo referéndum en otoño, la Presidencia sueca ya ha anunciado su disposición a llevar a cabo la transición al nuevo texto comunitario y a convocar una combre extraordinaria en octubre para discutir sobre el próximo presidente de la UE o el nuevo ministro de Exteriores, principales novedades que aporta Lisboa.

En este esfuerzo de adaptación institucional España relevará a Suecia el 1 de enero de 2010. Probablemente, será la española la última Presidencia con fuerte contenido político. A partir de entonces y, con objeto de mejorar la eficacia de los Veintisiete, el presidente y el ministro de Exteriores europeos robarán gran parte del protagonismo a las Presidencias rotatorias posteriores.