Teatro

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«El jovencito Frankenstein»: La herencia de Mel Brooks

«El jovencito Frankenstein»: La herencia de Mel Brooks
«El jovencito Frankenstein»: La herencia de Mel Brookslarazon

Autores libreto: Mel Brooks y Thomas Meehan. Música: Mel Brooks. Director: Steve Ferrer. Intérpretes: Víctor Ullate Roche, Marta Ribera, Jordi Vidal, Cristina Llorente. Teatro de la Luz Philips Gran Vía. Hasta el 5 de mayo.

Sin dejar de amoldarse a los nuevos tiempos y lenguajes, aún se mantiene vivo el éxito de «El jovencito Frankenstein», la película que Mel Brooks rodó en 1974 parodiando la novela de Mary Shelley y que él mismo convirtió en musical más de treinta años después con una partitura de su propia cosecha. Tras una larga vida en Estados Unidos y Londres, el director Esteve Ferrer ha puesto en pie la versión española concentrando sus esfuerzos fundamentalmente en dos aspectos: incrementar de principio a fin el ritmo de la acción y depurar un humor que hoy podría percibirse, en no pocas ocasiones, como algo tosco o desfasado. Respecto a lo primero, el resultado no puede ser mejor: la función discurre, lisa y llanamente, a una velocidad de vértigo que supera incluso a la versión del West End y que nada tiene que ver con la reposada narración del filme de Brooks. En cuanto a lo segundo, Ferrer lo tenía imposible. Es verdad que ha logrado desplazar hacia las canciones –espléndidamente adaptadas por Silvia Montesinos y por él mismo– una buena parte del espíritu cómico que preside el meollo argumental; lo malo es que este está sostenido sobre pilares algo bastos y ya deteriorados. Y, claro, cambiar esos pilares supondría hacer otra obra. A pesar de todo, Ferrer consigue mantener incólumes los mejores hallazgos de Brooks: el desconcertante cambio de sitio en la joroba de Igor, el error a la hora de elegir el cerebro a implantar o el desatino del ciego en su hospedaje a la criatura. Y a ellos añade algunas escenas concebidas con innegable simpatía, como la del carro del heno –que se ha refinado convenientemente–, la del Dr. Frankenstein sentado en las rodillas de su criatura o la de ambos bailando vestidos de frac. El espíritu desenfadado y juguetón que busca el montaje a toda costa, lo asumen de manera notable los actores, especialmente la extraordinaria Cristina Llorente, en el papel de Inga, y Víctor Ullate Roche, que hace una composición del doctor Frankenstein que combina a la perfección la ternura y la más traviesa autoparodia.