Cataluña

El peligroso juego de la secesión

La Razón
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Amenaza, no: realidad. Soy muy consciente de que si este periódico llega a manos de un acendrado independentista catalán, lo que puede que no sea probable por sus remilgos a leer prensa de la capital de España , yo sea tildado de centralista opresor, de despreciar a Cataluña o de inculcar el miedo en los catalanes, lo que les resulta insultante. Lo sé, aunque la realidad sea otra. No aprecio a Cataluña menos que a Valencia o a Galicia (no disfruto cuando el Barcelona es vapuleado por el Bayern), por mi profesión me he pasado la vida defendiendo y promocionando los productos y la cultura catalanes (difusión denodada del cava, lograr que Koffi Annan recibiera a Pujol, participación en la campaña para que Barcelona consiguiera los Olímpicos, etc.) y no quiero amedrentar a los catalanes. Deseo estrictamente contar la realidad de cómo se encontraría Cataluña internacionalmente ante una declaración unilateral de independencia que me apenaría.

Los hechos son tercos aunque haya gente que no quiera admitirlo. Tomemos la reciente declaración de Obama. Manifestó que quería una España «fuerte y unida», frase muy elocuente en lenguaje diplomático. El presidente yanqui pudo decir, «fuerte y próspera» o «fuerte y relevante en el campo internacional». No, fue más allá, dijo todo lo que podía decir sin romper el principio de no comentar la política interior de un país. Alguien minimizará la importancia del pronunciamiento y se aferrará a que tres congresistas americanos han abogado por el referéndum. Escamotean lo importante: la doctrina política y jurídica de EE UU no admite el desmembramiento de aquel país. El Tribunal Supremo ha manifestado que «la Constitución establece una Unión indestructible de Estados indestructibles» y el Supremo de Alaska en 2006 fue inequívoco al fallar que «la secesión es inconstitucional y, por ende, un objeto impropio de una consulta».

Con frecuencia, los independentistas olvidan que , a diferencia de Cataluña y de toda España, donde se libró una guerra de sucesión al trono, en EEUU sí hubo una guerra de secesión de los Estados del sur. Y que aunque el detonante fue la liberación de los esclavos, Lincoln, apóstol de esa liberación, no vaciló en proclamar que él, como presidente, luchaba en realidad por la preservación del país: «Mi objetivo superior en este conflicto es salvar a la Unión. Si pudiera salvar la Unión sin liberar a ningún esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberando a todos, lo haría, y si pudiera salvarla liberando a una parte también lo haría aunque mi deseo personal es que todos los hombres sean libres».

Un independentista argüirá que EE UU es la excepción y Gran Bretaña y Canadá la regla. No es así; los referenda de Escocia y Quebec se celebraron porque las constituciones de Gran Bretaña y Canadá no estipulaban que esos dos países eran indivisibles. En España(art. 2) EEUU, Francia, Alemania, Italia, Australia... la Constitución no admite el desmembramiento. El líder escocés Salmond, que organizó y perdió el referendum, aclaró, además, que la consulta estuvo precedida de casi un siglo sin lograr un acuerdo con Londres y que hacerlo sin éste habría tenido serias consecuencias. En Quebec ha habido dos referenda(1980, 1995) en los que ha ganado el «no». La doctrina, el experto diputado quebequés Stephane Dion y el Tribunal Supremo canadiense se han pronunciado en sentido contrario a los que en Cataluña querrían en plazo breve alocadamente declarar la independencia. Se establece que la secesión no es un derecho sino una posibilidad, que el principio de la democracia(Tribunal Supremo) va más allá de la regla de la mayoría simple, que en un referéndum formal la pregunta ha de ser clara, que la mayoría de la población a favor debe ser clara(lo que va más allá de los escaños), que las autoridades de Quebec (T. Supremo) «no podían según el derecho internacional realizar unilateralmente la secesión» y que la escisión en un Estado moderno como Canadá podría convertirse en un caos administrativo, la secesión es una empresa peligrosa y difícil. No es una quimera que a la larga, y después de un período prolongado de travesía del desierto o de encontrarse en un limbo dificultoso y empobrecedor internacional, Cataluña entrase en la ONU o en la UE. Ahora bien, la cuestión no sería sencilla ni rápida. En la ONU hay escollos considerables. La admisión se efectúa (art 4.2) por decisión de la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad, varios de cuyos miembros, como ocurre en la Union Europea, consideran un peligroso y contagioso precedente el desmembramiento de un Estado.

Desde luego, en los setenta años de las Naciones Unidas ningún estado surgido mediante secesión unilateral ha sido admitido contra la voluntad expresa del gobierno del Estado anterior. Los miembros de la ONU son rotundamente reticentes a hacerlo fuera del contexto colonial. En la UE los líderes son decididamente contrarios al separatismo. Por razones internas, muchos poseen regiones ricas con identidades propias y que pueden citar el precedente, e internacionales. Dividir a Europa es malo. El «catalán» primer ministro francés Valls es categórico: «Nuestras naciones no tienen que dividirse más, lo que divide debilita, estamos por una España fuerte y estable». Luego, los líderes son muy reacios a admitir un intento que vulnere la legalidad de un país.

Los dirigentes, por último, no tanto la opinión pública porque el lobby y gasto mediático del gobierno de Mas han tenido algún efecto, son muy conscientes de que las afirmaciones de cierta narrativa nacionalista, perdimos la guerra de secesión, España es una sociedad corrupta y la de Cataluña, no (¿?), España nos roba, un catalán se levanta por la mañana sabiendo que su lengua está en peligro, se nos asfixia...son patrañas. Los mandamases europeos han sido rotundos. La Comisión dice que producida una secesión el ente en cuestión «se convierte en un tercer estado con relación a la UE y los tratados ya no serán de aplicación en su territorio». Bastante claro, la idea ha sido repetida de una u otra forma por Cameron, Merkel, los presidentes de la Comisión, Barroso y Juncker. Cataluña tendría aranceles en el comercio con la UE, problemas para acceder a la liquidez del Banco Europeo, etc. Todo eso «vale multiplicado por diez en relación a la OTAN», según manifestaciones de Javier Solana. Lo anterior no son amenazas sino realidades. Como la de la Liga. Sería una pena, para el resto de España y Cataluña, que el Barça y el Español se quedaran fuera de la española. El ejemplo, Andorra o Mónaco, que, al negarse a admitirlo, citan los nacionalistas es muy voluntarista. Se trata de dos minúsculas entidades con unos pocos miles de habitantes. El precedente más claro sería, Checoslovaquia y Yugoslavia. La ruptura ha implicado ligas en Chequia, en Eslovaquia, en Croacia, en Montenegro, en Eslovenia, en Macedonia... ¿ Es atractiva una Liga sólo con el Barça, Espanyol, Sabadell, Girona, Gimnastica....? No amenazo, esbozo una perspectiva pobre deportiva y...económicamente.

Repetimos: Bruselas reitera que una Cataluña independiente estaría fuera de la UE

Desde Reino Unido se siguió con especial interés el desarrollo de las elecciones catalanas tras su propio desafío secesionista en Escocia. El rotativo «The Guardian» destacó él carácter plebiscitario de estas elecciones. Por su parte, el francés «Le Figaro», realizó una extensa radiografía del fenómeno Junts Pel Sí y su hoja de ruta independentista. En «The New York Times» destacaron la inconstitucionalidad del proceso soberanista y los efectos negativos para Cataluña. En este sentido, Bruselas ha vuelto a insistir en que una secesión dejaría fuera de la Unión Europea a los catalanes.