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El gasolinero del Valle de los Caídos y el soborno de la cerveza
Iglesias anuncia en su primer mitin que Irene Montero sería la ministra de Presidencia y vicepresidenta del Ejecutivo
Ayer fue un día histórico para la gente de Podemos: la primera jornada de campaña en unas elecciones generales, es decir, el momento de la verdad para Pablo Iglesias. La de este partido emergente será sin duda una campaña peculiar que se apartará de la línea marcada por las otras tres formaciones de referencia. Ya en las 24 primeras horas de este «asalto al cielo», son palabras del candidato, Podemos ha dejado claro que se siente cómodo en el papel de verso suelto de la política española.
El primer día de Campaña de Pablo Iglesias comenzó con un abrazo y un poema, los dos protagonizados por su padre, Javier, de quien el líder de Podemos aprendió desde la infancia el compromiso político. El abrazo tuvo lugar en Villaralbo, Zamora, primera parada de la caravana de las generales de Podemos. El poema, declarmado por Javier Iglesias, fue «Pie al “Niño de Vallecas” de Velázquez» de León Felipe. Poco después, caminando por las gélidas calles de este pequeño pueblo de menos de 2.000 habitantes donde Podemos quiso desmarcarse del resto y celebrar la tradicional pegada de carteles, el padre de Pablo Iglesias confiesa: «Me asombra la capacidad de trabajo de mi hijo. Hablo con él por teléfono de vez en cuando y nos mandamos mensajes por la noche, antes de dormir».
Pasadas las 0:00 horas y con la campaña oficialmente estrenada, el autobús de Podemos parte de Villaralbo con destino a Madrid, donde se espera llegar a las 3:15 de la madrugada. La parte delantera del vehículo está ocupada por los más de 20 periodistas que acompañaremos al candidato durante 18 días y más de 12.500 kilómetros. En la parte de atrás, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón e Irene Montero trabajan preparando estrategias, puliendo discursos. Sus rostros, en la penumbra del autobús, son iluminados por el resplandor de las pantallas de ordenador. Periódicamente un arranque de risas llega desde sus asientos. Son las 2:30 de la madrugada y el sentido del humor, de momento, continúa.
Pocos minutos después el líder de la caravana muestra su deseo de parar en la próxima gasolinera, que resulta ser la Cepsa sita en el punto kilométrico 42,3 de la A6, la carretera de La Coruña. La noche es oscura, pero cerca, en las montañas, puede intuirse la imponente silueta de la cruz del Valle de los Caídos recortándose silenciosa contra el estrellado cielo de Madrid. Como uno más, Iglesias se baja del autobús y hace fila como el resto para comprar algo de beber. El encargado de la gasolinera, un hombre de unos 60 años, se emociona al verle y, en vez de atenderle por la ventanilla sale afuera para abrazarle. «Yo soy del PSOE», reconoce, «pero a ver si le metéis mano a todo esto. Aunque no ganéis seguid adelante».
Iglesias vuelve al autobús con un voto más en el bolsillo y una bolsa de plástico llena de cervezas que empieza a repartir entre los agradecidos periodistas. «Qué fácil es sobornaros», bromea. Risas.
Llegada a Madrid a las cuatro de la madrugada y, doce horas después, Iglesias ya está en Barajas embarcando rumbo a Cádiz, ciudad donde tuvo lugar del primer mitin de campaña de Podemos. En un Palacio de Congreso abarrotado por los simpatizantes y las banderas andaluzas y del partido –ni una sola, por cierto, española, ni republicana, ni constitucional–, Iglesias besa en la mejilla a «Kichi» ante la mirada comprensiva de Teresa Rodríguez: hoy toca dar imagen de unidad sin fisuras, especialmente aquí, en Andalucía, donde la unidad interna del partido tiene grietas.
«Que bonita esta mi ciudad cuando se viste de cambio y dignidad», se arranca «Kichi» tras la primera sesión de chirigotas gaditanas. El tono de Iglesias fue más calmado que el del alcalde. Tuvo palabras para todos sus adversarios: se refirió a su «conversación» con Celia Villalobos. «La gente ya no se lo cree», dijo del mensaje de Pedro Sánchez y del PSOE. Sobre el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, reflexionó: «No es de derechas, es de lo que convenga en cada momento». Pablo Iglesias no dejó títere con cabeza ayer en Cádiz, y es que aunque el estilo se quiera cambiar, hay cosas que no cambian.
Otro dato relevante del primer acto de campaña de Pablo Iglesias fue el anuncio de que, si llega a la Presidencia de Gobierno, la ministra de Presidencia y vicepresidenta del Ejecutivo sería Irene Montero, responsable de Movimientos Sociales de Podemos, quien intervino junto a Sergio Pascual, número uno por Sevilla en el mitin. Pascual criticó el papel de Ciudadanos en el Parlamento andaluz, a la vez que instó a no dar a los socialistas «otro cheque en blanco».
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