Elecciones Galicia
Alfonso Rueda o cómo vencer a las sombras alargadas
La del actual presidente y candidato a la reelección es una vida al servicio de los gallegos, aunque siempre, hasta hace poco, en segundo plano. Ahora, tras más de una década como vicepresidente, el ‘estilo Rueda’ busca su propio espacio
La de Feijóo parecía una sombra enorme, inasumible, la de un hombre que había alcanzado, en el tiempo de los partidos infinitos, cuatro mayorías absolutas, una detrás de otra. Catorce años al frente de la Xunta que quedaron atrás cuando en Madrid se abrió la caja de los truenos.
En Galicia, nadie lo dudó: Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968) debía coger el testigo, en la Xunta y en el partido. Él había sido el número dos todos esos años, la persona de confianza del presidente que ahora debía huir de su alargada sombra y encontrar su propio espacio para alcanzar un imposible: otra nueva mayoría absoluta popular.
Y en eso está apenas 19 meses después de asumir la Presidencia. Mucho o poco en función de quién lo mire. Suficiente para haberse labrado un hueco en el imaginario colectivo, que comienza a tener claro el llamado ‘estilo Rueda’, ese que el mismo definió en el arranque de esta última etapa de su vida: cercanía, gestión y honestidad.
Porque este padre de familia, casado y con dos hijas, no es, ni mucho menos, un advenedizo. Antes de sustituir a Feijóo al frente de la Xunta, Rueda ocupaba ya un papel destacado en el Ejecutivo gallego: era vicepresidente además de consejero de la Presidencia y de Justicia. Responsabilidades a las que sumó Turismo durante la gestión del Xacobeo.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela, Rueda era funcionario de la administración local, donde trabajó como secretario de ayuntamientos como el de Cervantes, A Cañiza y Cambados.
Una carrera siempre en ascenso
Desde ahí, casi sin esperarlo y sin buscarlo, dio el salto a la política autonómica, donde comenzó como jefe de gabinete de la Consejería de Justicia, Interior y Relaciones Laborales. En el año 2000 ya era director general de Administración Local, cargo que desempeñó hasta el 2006, cuando fue elegido secretario general del PP gallego.
Y después, poco a poco, como en una carrera de fondo de esas que tanto le gusta practicar, Alfonso Rueda volvió a la Xunta tras aquella victoria in extremis del año 2009, que puso fin al bipartito y supuso el inicio de la era Feijóo. Un trayecto que inició como diputado autonómico por Pontevedra antes de convertirse en consejero de Presidencia, Administraciones Públicas y Justicia del primer Ejecutivo de Feijóo.
Desde ahí, aunque siempre en segundo plano, nunca abandonó al presidente. Un hombre fiel que en los últimos meses ha vuelto, a su manera, a los orígenes. A redescubrir y visitar todos los rincones de esa Galicia a la que ha dedicado más de media vida para darse a conocer, para mostrar ese perfil amable y más cercano que ha configurado su particular ‘estilo Rueda’.
Uno que, llevado a la práctica, mezcla la voluntad de hacer de Galicia una isla de estabilidad con políticas impulsadas desde el sentidiño. Composición que a los gallegos parece gustar, pero que deberán ratificar el próximo 18 de febrero, el día en el que Rueda aspira a dejar atrás todas las sombras.
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