Rebeca Argudo

El artículo de Rebeca Argudo: Sánchez sin PSOE y a por todas

Los suyos pasan de hacerle la conga para limpiarle la carita

MADRID, 27/06/2027.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presentador Pablo Motos (i) durante la entrevista celebrada este martes en el programa "El Hormiguero", de Antena 3. EFE/Atresmedia/Carlos López ***SÓLO USO EDITORIAL, PERMITIDO SU USO SÓLO EN RELACIÓN A LA INFORMACIÓN QUE APARECE EN EL PIE DE FOTO (CRÉDITO OBLIGATORIO)***
Pedro Sánchez, durante su entrevista con Pablo Motos, en "El Hormiguero"Atresmedia/Carlos LópezAgencia EFE

A Pedro Sánchez, la campaña, se la hacen antes Vox y el PP que su propio partido. Esta sería una nueva, otra más, de las paradojas que rodean al todavía presidente. No mayor que la de que sus mentiras no sean mentiras, versión posmo de panes y peces, que eso es nivel ninja, pero sí una más, una de las de infantería. Digo Vox y PP, y no José Luis Rodríguez Zapatero, porque por mucho que haya sacado a pasear y dejarse ver al precursor del sanchismo (el zapaterismo no deja de ser un protosanchismo larvario, o el sanchismo un zapaterismo en modo pupa), no va a rascar mucho voto de ahí. Zapatero es como los jalapeños, que para comértelos así a pelo sin escupir te tienen que gustar mucho ya de antes. Se llevan más votos o, mejor dicho, los pierde la oposición, con cada metedura de pata de sus propios representantes que con esos advenimientos que parecen venir a consagrar a posteriori. Pero digamos, que es lo que quería yo decir, que los de casa no están trabajando mucho a favor de obra. Excepto las ministras, que se les tambalea la sillita bajo el trasero y, entusiastas, lo mismo se lanzan a hacer vídeos en Twitter que asaludar a las feministas (ocho) que se manifestaban en la puerta de las Cortes Valencianas porque, cito literal, «no estamos de acuerdo con los resultados».

Manifestarse, ojo, es sanísimo. Pero por motivos concretos, oigan. Hacerlo así, en general contra los resultados, es poco menos que manifestarse en contra de la democracia pero dicho en sanchezlandés (ya saben, aquello de que una mentira es un cambio de opinión y el indulto a un secesionista, restablecimiento de la convivencia). Al fin y al cabo la democracia, simplificando muchísimo, era esto: un sistema político participativo en el que el pueblo elige libremente a sus representantes mediante la regla de la mayoría. Claro que cuando sale quien tú no has votado no estás de acuerdo, nos ha jodido la feminista. Pero precisamente ahí reside el verdadero espíritu democrático: en el respeto por los resultados.

A ver, yo les entiendo. Después del batacazo en las municipales y autonómicas, el partido hecho un cristo y la hiperglucemia que nos está dando a todos la ensalada de gremlins con tutús que se ha montado Yolanda Díaz para quedarse con El espacio a la izquierda de la izquierda, no me extraña que los suyos pasen de hacerle la conga para limpiarle la carita. Ya sabemos que a él lo que le gusta es universalizar el fracaso pero patrimonializar el éxito. Yo también, si fuese ellos, estaría esperando que escampe. Que cuatro años no es nada y la memoria española es fugaz.

Cuenta un amigo mío que el estudio de una compañía aérea indicaba que, en caso de overbooking, que dejaran en tierra a los españoles, que montaban el pollo en el momento pero luego se olvidaban de reclamaciones y demandas. Pues esto lo mismo: los barones están ya a que pase, a que Sánchez se olvide. Y no parecen dispuestos a hacerle la campaña. Con que el PP no avance demasiado, es suficiente. Y para eso, ya digo, basta con dejarles hacer a ellos solitos: ora María Guardiola zascandileando (ahora Vox no, ahora Vox sí), ora Feijóo asociando la primera muerte por calor y las elecciones en julio. Y mientras tanto Sánchez, paseando su cuerpo serrano de plató en plató, con la cara de hormigón armado y el cuajo de Manolete, echándole la culpa de todo a la prensa, a la deshumanización del adversario y, a la que te descuidas, hasta al chachachá. Qué largo se nos está haciendo el verano y acaba de empezar.