José Antonio Vera

Nadie es de derechas en Euskadi

En este territorio español nadie se reivindica de derechas. En realidad, la derecha más rancia y confesional de la Iberosfera estuvo siempre en Euskadi

El presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar, en la capilla ardiente del exlehendakari, José Antonio Ardanza IÑAKI BERASALUCE EUROPA PRESS 10/04/2024
El presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar, en la capilla ardiente del exlehendakari, José Antonio ArdanzaIÑAKI BERASALUCE EUROPA PRESSEuropa Press

Cuando nos ponemos a analizar el tablero vasco, una de las conclusiones a la que es fácil llegar es que en este territorio español (por mucho que moleste al abertzalismo) nadie se reivindica de derechas. En realidad, la derecha más rancia y confesional de la Iberosfera estuvo siempre en Euskadi.

El Dios-Patria-Leyes Viejas de Sabino Arana marcó durante años a un PNV que ahora se define como socialdemócrata, liberal progresista, de centro-ecologista y elegétebe. Algo parecido a lo que pasa en Cataluña con el Junts de Puigdemont, un partido que ha vomitado a la falangista indepe de Ripoll, Silvia Orriols (ya le dan 4 las encuestas), pero que se proclama cualquier cosa antes que derechista, al estilo de Tarradellas o Pujol.

En realidad, es en Cataluña donde dicen «aquí no hay nadie de derechas», sólo que por contagio entre el nacionalismo histórico, en Euskadi han acabado con la misma monserga. No es de derechas el PNV porque, aunque lo sea, no lo es y punto. Sólo hay que mirar a Ortuzar. O a Aitor Esteban. Pradales va de joven algoritmo llamado a sentarse en Ajuria Enea gane o pierda. Solo que el CIS de Tezanos le ha pegado un mandoble de esos que duelen.

Dice Tezanos que va a ganar Bildu, Pradales será segundo, socialistas terceros (siempre decisivos, of course), y lo demás morralla menor. El PP baja (con Tezanos siempre baja Feijóo) y Sumar y Podemos sacarán algo porque lo dicen Tezanos y el CIS que pagamos todos. Al contrario que Vox, que en Euskadi tampoco es de derechas porque bien sabemos que en realidad es un partido radical, libertario a lo Milei, conspiranoico y anti-2030, anti-imigración y anti-lo-que-sea. Es decir, fascista como el PP, pero antes muerto que de derechas.

No hay nadie de derechas en Euskadi porque hasta Javier de Andrés se define como centrista y reformista, usando la vieja terminología de Aznar, empleada por el expresidente de manera abusona hasta que se dio cuenta de que tenía que hacerse norteamericano republicano, eso sí, nunca de Donald Trump, que eso es pecado. Republicano del deepstate.

Otxandiano quedará primero pero no llegará a la tierra prometida

Luego si nadie es de derechas, en el País Vasco va a ganar la izquierda. En realidad parece que puede salir airoso Pello Otxandiano, heredero de una Batasuna-ETA que sintoniza mejor con el perreo de estos días que Imanol Pradales.

El sucesor de Urkullu lo tiene complicado porque Urkullu ha sido el mejor lendakari que se recuerda, por encima incluso de Ardanza. Templó al nacionalismo convirtiéndolo en un partido ganador, tras las tragedias vascas del dúo Ibarreche-Arzallus.

Urkullu es demasiado bueno y por eso lo tenía que eliminar Ortúzar. Aunque lo que no sabe Andoni es que ahora le van a eliminar a él. O sí. Tiempos nuevos para las viejas Vascongadas, así llamadas también, por increíble que parezca, por Otxandiano y los bildutrans de Otegi.

Ganarán pero no gobernarán, comenta el universo mediático. Bildu aún no está preparado para gobernar. A Otxandiano le va a pasar como a Feijóo. Quedará primero pero no llegará a la tierra prometida, porque Sánchez ha decidido que el PNV tiene que seguir en la Lendakaritza, y porque el socialista Eneko Andueza juró ante Alsina que nunca daría sus votos a Bildu. Y Andueza no es como Sánchez. O al menos eso dice él. A ver qué le parece a Broncano.

Pese a la última encuesta tezana, el resultado vasco sigue siendo una incógnita. Aunque ya nos hemos aprendido los nombres de la nueva generación euskalduna, una cosa tenemos clara: la derecha no va a ganar en Euskadi, porque en el País Vasco no hay derecha. Hay buenrollismo.