
Tomás Gómez
Las 17 Españas
Los incendios están siendo otra catástrofe y, sin embargo, la prioridad de los gobiernos ha sido responsabilizarse mutuamente.

Cuando los ministros dejan de gobernar para convertirse en jefes de la oposición en las comunidades autónomas, su objetivo principal se convierte en dejar en evidencia al adversario y utilizar los resortes de poder que les permiten sus respectivos cargos para tal fin.
La DANA ha sido un ejemplo. Lo que ha quedado, de semejante tragedia, es la presión de unos para que Carlos Mazón dimita y, de otros, para que lo haga algún responsable de la administración central.
Los incendios están siendo otra catástrofe cuyas consecuencias, de momento, suman cuatro muertes, familias que lo han perdido todo y daños ambientales cuya recuperación tardará décadas. Sin embargo, la prioridad de los gobiernos ha sido responsabilizarse mutuamente.
Hasta siete países europeos, Francia, Eslovaquia, República Checa, Alemania, Italia, Finlandia y Países Bajos, han desplegado el dispositivo más importante que nunca se haya coordinado para atajar los más de 40 incendios, más de 20 vivos aún, que han arrasado la Península.
Lo que para las autoridades internacionales es una emergencia, no lo ha sido para Pedro Sánchez y su gobierno. El ministro del Interior declaró hace algunos días que "no ha estado sobre la mesa que el gobierno declare la emergencia por los incendios".
El Ejecutivo argumenta que no ha sido solicitado por los gobiernos regionales, sin embargo, cuando se produjo el apagón en el mes de abril, el gobierno no esperó y lo declaró.
Puede hacerlo, al amparo de la Ley del Sistema Nacional de Protección Civil de 2015. Se dan todas las circunstancias exigidas por la norma: víctimas, daños materiales y una intervención que supera los recursos disponibles por los gobiernos regionales.
Pero Sánchez ha optado por el ataque político al adversario.
Prendió la llama el ministro Óscar Puente, señalando a los presidentes Mañueco y Moreno, acusándolos de estar de vacaciones mientras ardían sus territorios, los gobiernos populares han unificado discurso poniendo énfasis en la lenta reacción de Protección Civil y la inhibición de Sánchez.
La polarización política solo trae malas consecuencias para la sociedad española y se están sobrepasando los límites que aseguran la seguridad y el bienestar del país.
La Constitución del 78 está diseñada desde la colaboración institucional, no desde el enfrentamiento y la utilización particular de todo.
Sánchez ha alimentado el fantasma de las dos Españas y lo que ha conseguido es la debilidad del Estado y la ficción de que existen diecisiete, tantos como comunidades. Nunca se hizo mayor daño a los unos y a los otros.
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