Gobierno

Rufián a Lastra: “¡Qué bien me has tomado el pelo!”

La relación entre los portavoces del PSOE y de ERC «está rota» por ahora, al desconocer ERC el pacto con Bildu y por el giro de Moncloa hacia Ciudadanos

No es la lengua, es la cultura española
No es la lengua, es la cultura españolaJesus G. FeriaLa Razon

Partidarios de anular la reforma laboral, tolerantes con Bildu con quien colaboran estrechamente en el Parlamento Europeo, pero profundamente enfadados con el PSOE por desconocer el acuerdo y su giro hacia Ciudadanos. Así están los dirigentes de Esquerra Republicana tras el escándalo en el Congreso y el pacto suscrito con los filoetarras. Ha sido una semana de infarto en la que el propio Pedro Sánchez telefoneó al vicepresidente del Govern, Pere Aragonés, para intentar su voto a favor del estado de alarma. Al tiempo, Pablo Iglesias y Adriana Lastra se reunían con el portavoz Gabriel Rufián. Todos ellos escucharon las exigencias de ERC que pasaban por ceder competencias a la Generalitat y la eterna mesa de diálogo soberanista. Los republicanos sospechaban hace días que Sánchez negociaba a varias bandas, aunque aseguran que nadie les informó del giro hacia Cs y el acuerdo con Bildu. Por ello, la noche del miércoles, tras aprobarse el decreto, Rufián se lo espetó a Lastra en los pasillos.: «!Adriana, qué bien me has tomado el pelo!».

El desencuentro está servido, si bien los republicanos cargan las tintas contra el PSOE. «Sánchez no es de fiar», insisten sus dirigentes. No por el pacto con Bildu, partido que mantiene complicidad con ERC hasta el punto de presentarse con grupo propio en Europa, o por la derogación de la reforma laboral que aplauden sus bases de izquierdas, sino por el acercamiento a Ciudadanos. Esquerra sólo se planteaba la abstención a la prórroga, lo que encendió las alarmas en el gobierno dado que no salían las cuentas ante la negativa rotunda del PP. La noche del martes cundió el pánico en las filas socialistas y fue entonces cuando Adriana Lastra y su mano derecha, Rafael Simancas, urdieron el acuerdo con el partido de Arnaldo Otegi, del que no informaron a nadie de Esquerra. Después, hubo fuertes reproches entre ambos. Lastra acusaba a ERC de no apoyar salvar vidas, mientras Rufián se sentía engañado: «Ustedes ya tienen el trampolín de la derecha», soltó desde la tribuna. La portavoz socialista le replicó que si no se mojaban con su voto, la aritmética parlamentaria obliga a otras alternativas.

La tradicional buena relación entre ambos portavoces está de momento rota, según fuentes de ERC. Un partido en plena batalla campal con su socio en el Govern, JxCAT y la negativa de Quim Torra a convocar elecciones en Cataluña. En el entorno del president acusan a los republicanos de querer organizar el calendario electoral y pactar la fecha antes de la sentencia de inhabilitación definitiva de Torra por el Tribunal Supremo. Fuentes jurídicas apuntan el veredicto hacia el próximo otoño por lo que Torra, y sobre todo Carles Puigdemont, no tienen ninguna prisa en los comicios. El tiempo juega a su favor ante el desgaste de ERC, que tiene cada día menos margen de maniobra. «Estamos en guerra abierta», reconocen dirigentes de JxCAT y Esquerra, partido que ha impulsado una auténtica ofensiva contra concejales neoconvergentes en varios municipios catalanes. Algo que en JxCAT acogen como una declaración de batalla: «la convivencia es imposible», avisan.

Así las cosas, en el seno del Govern subyace un verdadero «juego de trileros» entre el presidente Quim Torra, Pere Aragonés y los consejeros de ambos partidos. La batalla feroz dentro del independentismo fuerza a ERC a alejarse del PSOE, ahora mucho más con la excusa del giro hacia Cs. Sin problemas con el tema de Bildu, partido al que se sienten muy cercanos, como demuestra que Arnaldo Otegi es invitado a menudo a sus actos en Cataluña, los republicanos se aferran a la mesa de diálogo sobre la autodeterminación y la amnistía. El propio Oriol Junqueras lo ha advertido claramente desde la cárcel de Lledoners: «Si no cumplen con la mesa que no cuenten con nosotros». Y el portavoz Gabriel Rufián se desgañita por el Congreso: «Quince días para escoger entre ERC o Ciudadanos, y sin mesa no hay Legislatura». En palabras de sus dirigentes, ahora son un socio «emprenyat». Muy enojados.

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, contacta con su líder en la cárcel para informarle de lo que estiman un gran engaño. «Una tomadura de pelo», insiste Rufián. Según fuentes de ERC, el enfado de Junqueras, es de campeonato. El giro hacia Ciudadanos les descoloca, al ver mermada su influencia en Madrid como socio preferente, y mucho más al conocer la posición favorable del PNV, que ahora también tiene un enorme enfado por el protagonismo de Bildu ante las próximas elecciones vascas. Los peneuvistas sospechan de un posible tripartido, tejido por Pablo Iglesias, para expulsar a Íñigo Urkullu de Ajuria Enea, lo que provoca duras declaraciones del presidente del partido, Andoni Ortuzar. «La confianza del PNV tiene ya luz de reserva encendida». Por su parte, Oriol Junqueras, se lo repite a Pere Aragonés: «Otra vez Sánchez nos la ha jugado».

En la cúpula de ERC hay muchos nervios y desazón. Si Torra convoca elecciones después de la sentencia del Supremo cierra la puerta por completo a la candidatura de Pere Aragonés a sucederle, ya que no es diputado autonómico. Por el contrario, se la abre a Carles Puigdemont, quien desde su refugio en Waterloo mantiene una capacidad electoral importante. Además, la tragedia de la pandemia ha frenado en seco cualquier atisbo de fractura dentro del PDeCAT, lo que hace que los neoconvergentes salgan en muy buena pista de salida para liderar el soberanismo. Según las últimas encuestas en poder de la Generalitat y JxCAT, Quim Torra recupera posiciones por su gestión del coronavirus frente a Madrid, a quien culpa de todo el desastre, y neutraliza a los consejeros republicanos del Govern. Frente a la exigencia de ERC, «elecciones ya», en el entorno de Torra miran para otro lado.

Así las cosas, la relación entre los dos socios independentistas del Govern sigue siendo fatal. Desde JuntsxCat hay satisfacción por la evidente pérdida de poder de ERC, que paga su anterior apoyo parlamentario a Pedro Sánchez. Y censuran a todas luces su estrategia de «geometría variable», con el nuevo bandazo hacia Ciudadanos. «Sánchez nos ha metido otro gol», cometan dirigentes republicanos. Además, son conscientes de que cuando se salga de esta tremenda crisis sanitaria, la económica y social será de antología. «!Cómo para hablar de una Mesa soberanista!», admiten. Por ahora, su posición es desmarcarse de Pedro Sánchez y aguantar la delicada situación en que les pone el presidente de la Generalitat, Quim, Torra, ante el mundo independentista. Un juego de tira y afloja, siempre en clave catalana.