Partido Popular

La patronal marca la línea de un PP sin gurú económico

En Génova lamentan que el partido que salió del Congreso de la sucesión de Rajoy no ha conseguido aún un rostro económico de peso con prestigio ante la opinión pública

Última sesión de control al Gobierno en el Congreso antes del fin del estado de alarma
El presidente del PP, Pablo Casado, junto a Teodoro García Egea, secretario general, y Ana Pastor, vicepresidenta del Congreso, ayer en la Cámara BajaDani Duch / PoolDani Duch / Pool

El PP tiene un problema con su equipo económico. Pablo Casado necesita reforzarlo y recuperar ese papel de interlocutor principal, incluso de correa de transmisión, que su partido tenía y ejercía antes con el mundo empresarial. En el principal partido de la oposición preocupa la imagen de los empresarios con vida propia, al margen de la estrategia y de la lógica de su línea oficial.

El PP que salió del Congreso de la sucesión de Mariano Rajoy no ha conseguido todavía identificarse con un rostro económico de peso en el sector con el que tiene que lidiar y que tenga a la vez un reconocido prestigio entre la opinión pública. Dentro del partido lamentan este déficit, que no han conseguido cubrir y que el tiempo que abre la pandemia y el contexto político y económico al que se enfrenta España deja todavía más en evidencia. El equipo económico del Gobierno de Rajoy se jubiló con él. Además el ministro Montoro había salido «quemado» de la gestión de la crisis de 2008 y de sus decisiones posteriores. No es la mejor carta de presentación para ganar apoyos dentro del propio electorado popular, pero «el vacío tampoco es la solución».

Casado ha intentado cubrir este déficit dando aire a la colaboración de referentes pasados del equipo económico del PP como la ex ministra Elvira Rodríguez. O intentando rentabilizar el prestigio como gestora de la ex ministra de Sanidad Ana Pastor. Pero más allá de los actos de partido, la realidad es que la vía de comunicación con la patronal falla, y es desde ahí donde también advierten que el PP falla en su equipo económico.

Tras la marcha de Luis de Guindos, Cristóbal Montoro o Román Escolano, de la etapa de Rajoy, los malos resultados electorales hicieron que algunos de los «fichajes» de esta nueva etapa, como Daniel Lacalle o Alberto Nadal, recuperase el camino de la actividad privada. Lacalle ni siquiera recogió su acta como diputado. Desde Génova explicaron que el economista, referencia liberal de Esperanza Aguirre, seguía colaborando en la Sectretaría de Economía del partido, pero su papel ha ido difuminándose por completo con el paso del tiempo. Génova también ha intentado poner sordina a la falta de referente económico de la etapa de Casado con informaciones sobre los contactos que el líder nacional mantiene con el ex presidente de Endesa Manuel Pizarro, con el ex secretario de Estado de Comercio y ex presidente de Aena Jaime García Legaz, o con veteranos dirigentes del PP con responsabilidades en la etapa de Gobierno de Rajoy, como Guindos, el ex ministro Miguel Arias Cañete o la ex ministra de Empleo Fátima Báñez, ahora al servicio de la CEOE.

La realidad es que sólo Elvira Rodríguez está en la estructura de las decisiones del partido, junto con el portavoz adjunto del Grupo Popular, Mario Garcés.

La cumbre empresarial que arrancó esta semana en Madrid está siendo el espejo que deja en evidencia que los empresarios están dispuestos a movilizarse y a tener voz propia. Ya dieron un toque de atención con el pacto con Bildu sobre la derogación de la reforma laboral, y su último mensaje es claro: están dispuestos a apoyar las ayudas sociales, con sus puntualizaciones, pero no aceptarán cambios en la reforma laboral ni tampoco subidas de impuestos.

Su pragmatismo puede ser determinante para sacar los colores al inmovilismo de la clase política. Los principales partidos siguen comportándose como si no hubiera pasado nada en su gestualidad y en el fondo de sus actuaciones. Al centro del debate político ha vuelto estos días la posibilidad de un acercamiento entre el Gobierno y el principal partido de la oposición, que se queda de momento en la retórica porque no ha habido ningún contacto ni en segundos niveles ni en el primer nivel, entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, para sostener la idea de que el PSOE y el PP están dispuestos realmente a renunciar a su táctica patidista.

Pero hay dos elementos que son los que pueden tener en su mano la llave de forzar esas aproximaciones, y que haya acuerdos entre el PSOE, PP y Ciudadanos, aunque sean coyunturales y puntales. Por un lado, el movimiento de presión de los empresarios para que se concierten políticas y haya grandes acuerdos nacionales que den esetabilidad y certidumbre a las empresas y a los inversores. Y por otro, la presión, a su vez, de Bruselas para que se diseñen unos Presupuestos de Reconstrucción cohererentes con su política, que no es la de Podemos, si se quieren recibir las inyecciones financieras que están negociándose. Hoy se reúne telemáticamente el Consejo Europeo con escasas posibilidades de que los acuerdos previos salgan adelante. En la agenda está el Fondo de Reconstrucción de 750.000 millones y el Presupuesto plurianual. Y sobre la mesa nacional hay problemas urgentes. El lunes comenzó el plazo de solicitud del Ingreso Mínimo Vital, que el Gobierno pretende abonar a más de 200.000 familias el próximo 27 de junio. Pero el sistema articulado hasta el momento amenaza con colapsar en el trámite administrativo, como ha ocurrido también con los ERTES, algunos de los cuales siguen todavía sin abonarse.