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El Gobierno de Pedro Sánchez

Sánchez y Casado en la picota

Si el PSOE aguantase la envestida y se mantuviese como segunda fuerza, Sánchez activaría la maquinaria mediática para evidenciar la debilidad de Casado

Pablo Casado y Pedro Sánchez, en imágenes de archivo La Razón

La crisis económica y el miedo a los rebrotes de la Covid-19 han postergado a un segundo lugar las elecciones en Euskadi y en Galicia. Sin embargo, a medida que se acerque la votación y, sobre todo, en los días posteriores a la misma, las lecturas de lo que allí suceda se multiplicarán.

En principio, las encuestas indican un reforzamiento de Alberto Núñez Feijóo en Galicia y de Íñigo Urkullu y los socialistas vascos en Euskadi. Todavía queda tiempo para que sucedan cosas que puedan cambiar la tendencia en una dirección o en otra, además de ser una incógnita cómo afectará a la participación el miedo a la pandemia.

Pero, si los datos demoscópicos se tradujesen en resultados reales, se pondría de manifiesto que los líderes de PP y PSOE tienen un serio problema.

Casado espera para abrazarse a la victoria de Feijóo como si se tratase de la suya propia, pero el resultado en Galicia no representa ni de lejos el voto al PP nacional ni mucho menos a su líder, es un voto al presidente de la Xunta en gran medida.

Descartado el cambio de gobierno, el interés se centra en saber si se producirá el sorpasso del BNG al Partido Socialista. Si el PSOE aguantase la envestida y se mantuviese como segunda fuerza, Sánchez activaría la maquinaria mediática para evidenciar la debilidad de Casado, porque el resultado gallego debe interpretarse en términos de fuerza del barón gallego. Volverán a oírse voces de relevo para la calle Génova.

Sin embargo, si el desgaste del gobierno central por la crisis sanitaria afectase a los socialistas gallegos hasta el punto de que fuesen sobrepasados por el Bloque Nacionalista Gallego, ni siquiera la subida esperada en el País Vasco podría evitar que Pedro Sánchez se enfrentase al primero de una serie de problemas internos.

Las previsiones del FMI han vuelto a rebajar las expectativas de la economía española, incluso el Banco de España preve una caída de 15 puntos del PIB español, sin contar que se produzca un repunte de la epidemia a final de julio.

Si, antes de sufrir los efectos devastadores de la crisis económica, el desgaste ya es tan evidente, correrá el pánico entre los presidentes autonómicos y los alcaldes socialistas y empezarán a cuestionarse las decisiones y acciones del gobierno que, hasta la fecha, son tomadas en exclusiva por el líder socialista.

El balance es negativo para los dirigentes de los dos principales partidos, Casado pierde con Feijóo y Sánchez en Galicia. Las consecuencias ya las veremos, dependerá de más elementos, pero hay algo que debería preocupar a Pedro Sánchez, quien gobierna estas dos autonomías se refuerza y quien gobierna España está débil.

Los líderes menores suelen rodearse de gente que nunca les contradice para reafirmarse psicológicamente. El PSOE ha perdido confianza durante la pandemia, aunque sus dirigentes no lo quieran ver y como no se produzca una urgente y profunda remodelación del gobierno, a Sánchez le costará caro.

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