España

Cartas desde Singapur

Los "indignados" del 15M vuelven a concentrarse en la Puerta del Sol, en Madrid, en su décimo aniversario
Los "indignados" del 15M vuelven a concentrarse en la Puerta del Sol, en Madrid, en su décimo aniversarioRodrigo JiménezEFE

Escribo preocupado. Siento que La España Invertebrada de Ortega y Gasset de 1921 sigue siendo escalofriantemente precisa. Pocas heridas se han cerrado. Es más, hay puntos de sutura que, infectados, comienzan a soltarse. Por eso escribo. El fuego se ha clavado en mi garganta mientras espero que este se ahogue con los gritos sordos de alguien que te quiere. Me resigno a esperar de brazos cruzados a que te desintegres.

Recuerdo con cariño las sobremesas en familia donde escuchaba a los mayores hablar de otras épocas en las que los políticos tenían un poso intelectual que pese a sus diferencias, les permitía mantener diálogos constructivos mirando por y para ti, España. Me aficioné a la radio en busca de algún rastro en el congreso de lo que a mi juicio parecía la Atlántida. Desistí tras mil intentos en los que me topaba con “La élite” a los gritos en cada una de sus intervenciones. Por la élite me refiero a esa minoría que llamamos políticos. Llora Grecia. ¿Por qué no actúas? He de confesar que no creo que estemos preparados para una clase de dirigentes distinta a la que se nos presenta. De ahí que me pregunte quién vino primero, ¿El mal ciudadano o el mal político? ¿Quién merece a quién? No importa. Mientras sea el ego el que reine, no hay nada que hacer. Se declaran la guerra unos a otros con cuchillos de plástico. Se esconden tras las pantallas. Las redes sociales han tejido una estancia que airea la falta de rigor y parapeta los “y tú más” que se propician de un bando a otro. Me bloqueo. Sueño con el regreso de los grandes políticos de Estado que en aras de conseguir lo mejor para ti, sean capaces de dialogar, mirarse a la cara sin espetarse sus miedos camuflados entre subordinadas y que sean capaces de discutir de forma constructiva. Sin ataques. Limitándose al cuerpo a cuerpo en cuanto a implementación de mejoras y no mirando de reojo a un electorado que fluctúa entre la incredulidad y la desconexión. La Ética a Nicómaco, nos descubría que el ser humano alcanza la virtud mediante la repetición de actos virtuosos que no dejan de ser el término medio entre los vicios ¿Qué hay de malo en el consenso? ¿Qué tiene el centro del tablero que nos aterra? Juguemos como en la serie Gambito de Gama, con un centro abierto que nos permita partidas rápidas y que sean las piezas, las ideas, las que jueguen la partida.

Recuerdo el espíritu del 15M cuando los nuevos partidos a ambos lados del espectro hicieron retomar a los ciudadanos la ilusión política de la que ya no queda rastro. No eran lo que vendían. Volvía a ser ego disfrazado. De todas formas, no creo que toda la culpa sea de la clase política. Creo que nosotros, y te pido disculpas, faltamos a nuestro deber como ciudadanos de exigir más. De revindicar intelectualidad y timón a una minoría, que contrario a cualquier hábito empresarial, sólo responde de sus acciones cada cuatro años. ¡Despierta, España! Ve más allá de izquierda o derecha. Penaliza los gritos y las malas maneras. Castiga la falta de rigor y de diálogo. Tenemos que entendernos si queremos hacer de este país un referente. El problema es global, pero es nuestro deber dar el primer paso.

PD: España, te echo de menos.