Encuesta
La mayoría desliga a Casado y culpa a Rajoy de la “Kitchen”
Un 43,7%, la mayoría, cree que conocía el caso de corrupción, y el 41% le señala como inductor. División sobre si puede lastrar el ascenso del PP: el 41,7 dice que «sí» y el 43,5 apuesta por el «no»
El «caso Kitchen» ha vuelto a la actualidad para interferir de nuevo en la agenda del PP de Pablo Casado. Y la pregunta que se hacen dentro del partido, y para la que no tienen una respuesta única, es hasta qué punto, con un nuevo equipo al frente de la organización, y sin responsabilidades en aquella etapa, la corrupción y los casos que todavía están coleando en los juzgados pueden perjudicar el cambio de ciclo. Génova lo ha proclamado con el impulso de la victoria de Isabel Díaz Ayuso en las últimas elecciones autonómicas de Madrid.
La radiografía social que recoge la demoscopia deja la imagen de una opinión pública bastante dividida. Y da cierto sentido a la incertidumbre que se siente en el PP por las consecuencias del peso del pasado y de lo que todavía falta por conocerse y juzgarse de esas etapas anteriores.
La encuesta de NC Report, realizada después de conocerse la decisión del magistrado Manuel García-Castellón de imputar a la ex ministra María Dolores de Cospedal y a su marido en la Kitchen, señala que la mayoría, un 48,7 por ciento de los encuestados, cree que la corrupción todavía sigue pasando factura al PP. El 38,7 por ciento coincide con la versión oficial de la cúpula popular, la que dice que es un asunto amortizado, que no tiene más recorrido porque ya han pagado en las urnas el coste de todos esos escándalos. Esta versión oficial contrasta con los hechos del equipo de Casado y su decisión de anunciar incluso la venta de la sede de Génova para distanciarse aún más de la identificación con la corrupción.
La división de la opinión pública casi en proporciones iguales se mantiene en casi todas las preguntas de la encuesta, y el votante más joven es el más exigente en la demanda de responsabilidades de la dirección actual sobre los casos que vienen del pasado.
Son mayoría los que dicen que el PP de Casado está libre de culpa, el 44,7 por ciento. Pero por muy poco, ya que enfrente hay un 42,2 por ciento que, al contrario, sigue viendo hilos que lo conectan con Rajoy y con José María Aznar.
En coherencia con esta opinión pública, fracturada casi en dos mitades respecto a las consecuencias de la corrupción, la pregunta sobre si los casos de la etapa anterior pueden frenar el ascenso del PP actual deja el siguiente reparto: el 43,5 por ciento que dice que «no» y un 41,7 por ciento que considera que «sí».
Este debate existe también dentro del partido. Y en Génova saben que les conviene la ruptura total con esa etapa, pero hay hipotecas que dificultan algunas decisiones. Por ejemplo, la imputación de Cospedal la han salvado sin aplicar estrictamente lo que dicen los estatutos, y que fue en lo que justificaron que sí abrieran un expediente informativo al ex ministro Jorge Fernández Díaz. Con Cospedal deberían haber adoptado la misma decisión, pero la doble vara de medir la explican dentro del PP en el hecho de que Casado debe su victoria en el Congreso de la sucesión al apoyo que le prestó la ex ministra y ex secretaria general del partido para taponar el camino a Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta de Rajoy. Los estatutos también obligan a que los expedientes informativos se transformen en disciplinarios, con la consiguiente suspensión de militancia, cuando se produzca la apertura de juicio oral.
Ante lo que queda por venir, la mayor preocupación de Génova está en el «caso Kitchen», uno de los favoritos también del Gobierno de Sánchez para intentar dañar a Casado porque en la lista hay sonoros nombres del PP de Rajoy que se irán espolvoreando en los próximos meses. Kitchen investiga una supuesta operación del Ministerio del Interior para sustraer información sensible al ex tesorero del PP Luis Bárcenas y evitar así que éste pudiera perjudicar a altos cargos del partido, empezando por el que entonces era líder nacional y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Precisamente, de los encuestados, son más los que se declaran convencidos de que Rajoy sí conocía la operación Kitchen. Un 43,7 por ciento contesta que «sí» a la pregunta, y en el «no» se sitúan el 40,8 por ciento. En esa línea, a la pregunta de si creen que Rajoy encargó espiar a Bárcenas, también son más lo que le señalan, el 41 por ciento, frente al 38,6 por ciento que no ve detrás la «mano» del ex presidente del Gobierno.
El apoyo más firme de Rajoy dentro del PP es el del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Mientras que en la actual cúpula cada vez se nota más la incomodidad con su figura y con todo lo que tenga que ver con su etapa. Especialmente con Kitchen y los nombres que en ella aparecen señalados. En el análisis político, en el PP también son mayoría los que creen que esta operación no podría haberse puesto en marcha sin que al tanto de ella, incluso como inductor, estuviera el «número uno». Pero también confían en que Rajoy haya gestionado, presuntamente, las decisiones con la cobertura necesaria como «para no mancharse», y «en el juzgado sólo valen las pruebas para poder condenar». Aun así, Rajoy acumula en su partido el desgaste de ser señalado como el presunto responsable último de este caso, que, de momento, ya se ha cobrado poner en la diana del juez a la cúpula de Interior de aquella etapa y también a la «dos» del partido. Dentro del PP cuentan extraoficialmente que «confían» en el magistrado García-Castellón, y en que «avance hasta el límite, pero salvando a Cospedal y a lo que había por encima de ella».
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