Pablo Casado
Casado y Ayuso dejan en el aire la cena de Navidad del PP
La razón oficial que estudian esgrimir para suspenderla es el incremento de contagios
Este año en el PP asumen ya que no habrá foto de Navidad entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. En un principio llegaron incluso a prever que la reunión se celebrara, con formato de comida, el 20 de diciembre.
Pero, desde hace días, tanto en la dirección nacional del partido como en el equipo directivo del PP de Madrid se viene diciendo, cuando se pregunta por ello, que no hay nada organizado todavía y se deja en el aire la convocatoria. Es una reunión que se ha convertido en un clásico de la política madrileña del PP por servir en estas fechas como plataforma para que el líder nacional del partido deje sus mensajes, arropado por la plana mayor de la organización regional. En esta ocasión, la cita tenía especial interés como termómetro de las relaciones entre las dos partes.
Fuentes solventes confirmaron ayer a este diario que en estos momentos sobre la mesa está la idea de suspenderla con la justificación del aumento de los casos de Covid. Una razón que no convence dentro del partido: puede más la lectura que hacen de los choques que se están visualizando entre Génova y la Puerta del Sol.
Los últimos congresos regionales que han celebrado, Castilla-La Mancha y Andalucía, quedaron precisamente opacados por los dardos que en la propia organización popular interpretaron que se estaban cruzando entre la dirección nacional y la presidenta madrileña. No es ruido mediático, sino que el ruido sale de dentro del partido, y con intencionalidad clara de sus protagonistas porque saben el alcance que tienen sus declaraciones. Aquello que debería solventarse de puertas adentro se ha teatralizado ante los cargos territoriales y ante la militancia.
La cena, o comida, de Navidad contiene discursos del presidente nacional y de los líderes madrileños. Es una potencial ocasión para que Casado y Ayuso contrasten sus opiniones sobre el congreso regional y la futura Presidencia del PP de Madrid, y éste es el gran miedo que ha condicionado sus preparativos.
Visto lo visto, en Génova temían que la presidenta hiciera otro gesto de reivindicación de su libertad o de su derecho a tomar el control de la organización regional. Más lío cuando en la cúpula no saben qué hacer para conseguir que se cumpla su directriz de que se apague el ruido y no se siga alimentando la polémica con declaraciones y contra declaraciones.
Argumentar como razón de que no haya convocatoria el aumento de la incidencia de los contagios llama la atención dentro de la organización popular porque se confronta con la política sanitaria del Gobierno de Ayuso y el propio discurso de la dirección del partido.
Ayuso se ha erigido en defensora de limitar las restricciones, especialmente en todo lo que tiene que ver con el sector de la hostelería. De hecho, su gestión en esta materia fue la principal razón de que ganara las últimas elecciones autonómicas y de la popularidad que en su propio partido le reconocen a nivel nacional.
Oficialmente, Génova deja el futuro del PP de Madrid en manos de un acuerdo entre Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Almeida es el escudo de la cúpula, quiera o no quiera, el soldado en el campo de batalla que les permita a ellos mancharse lo menos posible en esta contienda.
El daño está hecho, y ahora lo que piden en el PP es que se busque una salida que contenga, todo lo posible, los desperfectos en la unidad de la organización madrileña. Tanto es así que en el comité de dirección del partido valoran la necesidad de implementar una labor de pedagogía para intentar corregir la imagen que se ha impuesto en la opinión pública y que favorece, sin duda, a Ayuso. Aunque Casado no tenga alternativa a proteger su autoridad interna, la militancia está mayoritariamente a favor de la presidenta madrileña en este debate. Los mensajes en ese sentido llegan a los cuadros del partido, y esto tiente mucho más peso que las presiones que puedan venir de cargos orgánicos o de las estructuras para poner fin a la crisis. Por cierto, que en ella no ha mediado en ningún momento el ex presidente del Gobierno José María Aznar, al menos no con el presidente nacional del PP.
Desde Génova se difunden oficialmente mensajes conciliadores, pero es un juego a varias bandas. Porque al margen de lo que digan Casado y Ayuso, en los segundos niveles no se frenan los movimientos. Y uno de los últimos ha sido hacer correr el supuesto de que la dirección nacional está buscando contactos con ex miembros de Ciudadanos en el primer Gobierno de Ayuso para conseguir información «delicada» sobre la gestión de la presidenta. El capítulo en el que están poniendo más interés es en el de la gestión sanitaria, y si hay cuestiones polémicas que puedan afectar al jefe de gabinete de la presidenta. El nombre que apuntan es el del ex consejero de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid Alberto Reyero, de Ciudadanos, y que fue destituido por Ayuso en plena crisis por la situación de las residencias durante la pandemia.
Que Aznar no medie, no tiene tampoco ya la autoridad para hacerlo, no quita peso a los riesgos que en el PP ven a esta situación. La advertencia a Casado es que necesita un PP de Madrid unido para ganar las elecciones generales, y que trabajar pensando en atarlo todo, para protegerse ante una derrota, es tiempo y esfuerzo perdido. La presión mediática y social le dejaría sin margen para aguantar el tirón.
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