Repercusiones

Yolanda Díaz se queda sola y afronta su primer “no”

Las ministras de Podemos contraprograman con un anuncio el día más importante de la vicepresidenta

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz en el pleno del Congreso de los Diputados
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz en el pleno del Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánLa Razón

Sin levantarse de la mesa hasta el último minuto para dar luz verde a una de las normas más importantes de la legislatura y para su propia proyección. La vicepresidenta del Gobiernologró ayer convalidar la reforma laboral con un solo voto de margen y con la imagen de la ruptura del bloque de la investidura. En su entorno tratan de alejar este escenario para evitar el análisis de trasfondo y las posibles repercusiones que a posteriori puedan llegar si consiguen lastrar el perfil estadista y transversal que está construyendo de cara a su futuro proyecto político. Es por eso que, el con quién, dicen, es lo de menos trasladando el mensaje de que se deja atrás la precariedad y la temporalidad para recuperar los derechos de los trabajadores.

Sin embargo ayer recibió su primer «no» a pesar de que la reforma laboral haya quedado aprobada. El balance final es agridulce. Si bien el bloque de investidura no queda herido de muerte, sí se torna «tocado», lamenta un diputado del grupo parlamentario de Unidas Podemos que trata de diagnosticar el estado en el que se encuentra ahora la mayoría progresista que el ex vicepresidente Pablo Iglesias había armado en 2020. Por otro lado, la reforma laboral era el gran «trofeo» de la vicepresidenta que podía presentar como aval de cara al proceso de escucha que Díaz emprenderá en breve y que se traducirá en la creación de una plataforma. Así, el resultado de la votación de ayer puede reducir la seducción del mismo al espectro electoral más a la izquierda. De hecho, en la parte socialista advierten que «si la reforma laboral reforzaba a alguien era al Gobierno en su conjunto» y no a la vicepresidenta, a la que sí endosan el calificativo de «fracaso».

Algo que Díaz reconoció en público ayer mismo a pesar de que no encontraba «argumentos sólidos» para que ERC votara en contra, «para enrocarse ante un real decreto ley que ya ha dejado sentir sus efectos positivos en nuestro mercado laboral», lamentó. Según sus palabras, se sentía apenada porque la «norma más importante de la legislatura» se sustancie en «debates superficiales que no ayudan a superar el descrédito de la política».

Y es que la vicepresidenta lo ha intentado por todos los medios con el objetivo de que los socios de investidura se sumasen a la ecuación. Para ello se inmiscuyó en la negociación personalmente. Solo contemplaba la opción de que la reforma quedara aprobada con el bloque progresista, pero reconocía que no podía ofrecer cambios en el texto de la normativa a sus socios parlamentarios, ante la negativa del PSOE y la patronal. «No tenía más bazas», aseguran en la formación. Un extremo que es corroborado por el entorno de Díaz que ahora señala con el dedo a la debilidad de la geometría variable, en referencia al PSOE, pero también hacia los republicanos, que, según estas fuentes, han negociado con Trabajo pensando que la convalidación iba a salir adelante con los votos de Cs y PDeCAT y que, por ello, nunca han querido negociar. Y es que, tras el giro final de guion, con el voto en contra de los dos diputados de UPN, la votación podría haber decaído. Solo el voto telemático por «error informático» del PP, evitó este extremo.

Salvada la jornada de ayer, en la formación esperan que pasen los días para reconducir de nuevo la relación con Esquerra para las próximas votaciones. «Es posible», repiten, sin esconder que no gustó la estrategia final de la vicepresidenta y el hecho de que renunciara a los votos de Esquerra por la reforma laboral. De hecho, la distancia existente entre Díaz y parte de Unidas Podemos, quedó evidenciada ayer. Contradecía a la imagen de respaldo que sí recibió por parte de sus compañeros de Gobierno, encabezados por el presidente del Gobierno y seguidos por el ministro de Presidencia y la titular de Hacienda, así como por parte de los sindicatos, que la esperaban a medio día a la salida del pleno. El apoyo también era unánime entre otros diputados morados, como la dirigente de En Comú Podem, Aina Vida -que plantó cara al “no” de ERC, o el diputado gallego, Antón Gómez Reino. Sin embargo, las ministras de Derechos Sociales, Ione Belarra y la titular de Igualdad, Irene Montero, evitaron respaldar en un principio a la vicepresidenta. Ambas acudieron al inicio del pleno pero a los 40 minutos lo abandonaron. Volverían para la votación. Tenían un acto convocado desde el ministerio de la también líder de Podemos, para presentar la ley de Familias. «Estaba programado desde noviembre», dicen en Podemos, a pesar de que otros diputados si cancelaron agenda. Y es que, en el día más importante para la vicepresidenta, la titular de Derechos Sociales anunció un permiso retribuido de siete días para que las familias cuiden de los suyos. Un anuncio con el que se trataba de copar la atención. La imagen que dejó fue la de la división interna.