Belén Bajo
Seis metros
Nunca imaginé que la escenografía de un encuentro de líderes fuera tan significativa
Nunca imaginé que la escenografía de un encuentro de líderes fuera tan significativa hasta la reunión de Vladimir Putin y Emmanuel Macron. Nunca hubiera esperado que lo hicieran con besos, forma de saludarse habitualmente entre amigos en Rusia y Francia, países donde puedes recibir hasta tres y cuatro besos por saludo, porque amigos no son.
Estábamos acostumbrados a los dos sillones con la chimenea detrás, en los encuentros oficiales de la Casa Blanca, los sofás blancos de Moncloa, el apretón de manos o el palmeo en la espalda entre caballeros. Hasta que apareció la imagen de la reunión entre los mandatarios ruso y francés. Sentados en una mesa blanca, separados por los seis metros que mide el mueble. Una imagen que pasará a la historia.
Perfecto si lo que uno quiere es marcar distancia, pero para hablar, lo que se dice hablar, y teniendo en cuenta que dirigen países con idiomas distintos, y que en un encuentro diplomático de esas características influye mucho el tono, la palabra usada y el contexto, normal que haya sido tenso.
Supongamos que si Vladimir se dirige a Emmanuel, como señor Macron, y él entiende, señor Cabrón, no olvidemos los seis metros que los separan, Emmanuel puede pensar, ¿me está llamado cabrón?, este se va a enterar, y le suelta lo de señor Putón, el ambiente se tensa mucho, mucho.
Y si quieres entregarle un detalle, un regalo de Jefe de Estado, a ver cómo lo haces. ¿Haces el lanzamiento tipo jabalina o tipo pelota de béisbol? En cualquier caso, elijas el lanzamiento que elijas, ninguno te garantiza que llegue a buen término.
Normal que hubiera pocos avances si uno no es barítono ni tenor, y a ver cómo te entiendes sin levantar la voz. Nunca se habló tanto de una mesa de reunión ni de los seis metros de desunión.
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