Política del miedo

Abascal convierte la muerte de Charlie Kirk en el símbolo de su "reconquista"

La escalada de violencia política marcó el cierre el evento de Vox que ha centrado el discurso en la "islamización" de Europa y en la política del miedo

"Hay que reconquistar las instituciones". Entre vítores y aplausos de los fieles congregados en la jornada de clausura del acto acaecido en el Palacio de Vistalegre, los principales líderes afincados en la extrema derecha utilizaron la muerte de Charlie Kirk para justificar su compromiso y romper con el orden democrático establecido en Europa. Sin cambiar el tono belicista de la convención, Santiago Abascal, alentó el inicio de su "reconquista", prometiendo acabar con "el califato de Bruselas" que promueve "la violencia por parte de la izquierda para acabar con sus rivales".

Sin concretar su programa y con un ligero retraso, asomaba la cabeza el líder de Vox, Santiago Abascal, escoltado por su equipo de seguridad y el secretario general de la organización, Ignacio Garriga, en su segundo baño de masas del curso político. Situado en su asiento, el líder de la formación ultraconservadora ejecutó la orden para comenzar la función con un homenaje al activista estadounidense asesinado, Charlie Kirk, acompasado con la marcha militar 'La muerte no es el final' y como telón de fondo la imagen de la pieza clave en la victoria electoral de Donald Trump que arrancó los aplausos de los asistentes.

Una vez en el escenario con la comparsa del máximo mandatario de Argentina, Javier Milei, en la cabeza de los asistentes, el presidente de "Patriots" apostó por igualar en su "frente común contra el bipartidismo" las políticas migratorias del PP y del Gobierno, sin olvidar la figura de Ursula Von der Leyen, a la que acusó de incentivar la "persecución de los ganadores de las elecciones en Europa" ante el presunto fraude electoral en Rumanía. Con el mismo tono ofensivo, recurrió a su propuesta estrella para mencionar la "imposición del islam" y las partidas económicas destinadas al cuidado de menores no acompañados que "roban los recursos de los españoles y deben ser expulsados", amenazando a todos los extranjeros que arriban a España.

Sin olvidar sus amenazas contra el Open Arms que le han llevado a los tribunales, el líder de Vox no desaprovechó la oportunidad de exigir a las autoridades el hundimiento de la embarcación atracada en el puerto de Santa Cruz de Tenerife que para los miembros de la formación no deja ser más que un barco de negreros controlado por las grandes élites financieras o las grandes fortunas capitalistas. Parafraseando las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso, señaló que las personas congregadas, tanto en el acto como de manera telemática, se encuentran en el "lado bueno de la historia" para "recuperar su futuro, la seguridad en las calles y abandonar el califato de Bruselas,

Para cerrar el triángulo sobre el que se fundamenta el programa electoral de Vox, Abascal no se quiso olvidar de la prensa y aseguró que "sus insultos nos lo ponemos como medallas", coreado por varios gritos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Jugar con el miedo de las personas y el final de la cultura occidental

Alentada por un Santiago Abascal que navegaba con viento a favor flanqueado por las banderas nacionales agitadas, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, confirmó su asistencia en la cumbre. Sin cambiar la tónica del evento, centró su participación en la "unidad de occidente contra la amenaza musulmana", evitando entrar en el juego de la izquierda que no ha respetado la memoria de Charlie Kirk para fomentar su discurso migratorio condecorado por la "violencia y la intolerancia" que se extiende por Europa. "Pienso por supuesto en Gaza y en la necesidad de alcanzar la paz y la solución de dos Estados, sin los ataques de Israel y sin el terrorismo de Hamás", denunció.

Desde el exilio, la líder opositora en Venezuela, María Corina Machado, ha advertido que tanto Venezuela como Iberoamérica se enfrentan a una amenaza directa contra los fundamentos culturales e históricos fomentados por el socialismo. Sin hacer distinciones con el Viejo Continente, Machado mostró su preocupación y aventuró el "final de la civilización occidental con un intento traicionero de tratar de convertirnos en lo que no somos" ante el aumento de la criminalidad y el odio que se propaga con el uso sistemático de las mentiras de los gobierno progresistas.