Elecciones Castilla y León

Mañueco gobernará en solitario en Castilla y León tras el 13-F

Línea roja de la estrategia del Partido Popular: «Mejor perder un gobierno que cerrar uno de coalición»

El candidato del Partido Popular a la reelección como presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ofrece un discurso durante un acto electoral del PP con motivo de las elecciones autonómicas de Castilla y León del próximo 13 de febrero, en León.
El candidato del Partido Popular a la reelección como presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ofrece un discurso durante un acto electoral del PP con motivo de las elecciones autonómicas de Castilla y León del próximo 13 de febrero, en León.J. CasaresAgencia EFE

Los pactos entre PP y Vox han sido uno de los ejes de la campaña de las elecciones de este domingo en Castilla y León. Ya en el cierre, el PP se prepara para una noche electoral en la que se confirme el resultado de una victoria de sus siglas, más ajustada de lo inicialmente previsto, y que le exija pactar con Vox para formar gobierno. Aunque hasta que no se lean los votos, todo está abierto.

Ante este escenario, en el que el principal partido de la oposición argumentará en su defensa que ha crecido con respecto a los escaños que ya tenía, hay una decisión que está cerrada, pese a que en campaña nunca se pongan encima de la mesa todas las «cartas». El principio fundamental para la cúpula popular, que condicionará todo este nuevo ciclo electoral, es que quieren llegar a las generales sin haber firmado ningún gobierno de coalición con Vox. «Es lo mejor para el interés nacional del partido».

Otra cosa son los acuerdos sobre apoyos externos para sacar adelante una investidura, como han hecho hasta ahora, pero en su análisis entienden que esta opción daña sus posibilidades ante un objetivo que debe ser el prioritario para todo el partido, llegar a La Moncloa en 2023. Su capacidad para ejecutar este plan depende, en todo caso, del apoyo que consiga Vox en las urnas.

Ahora bien, a día de hoy lo que piensan es que si hace falta perder un gobierno autonómico, porque Vox no se avenga a negociar la investidura de sus candidatos sin exigir tener cuotas de poder, lo harán. El PP no ve una opción la idea de repetir elecciones porque no le gusta el mensaje que traslada a los ciudadanos y porque, además, sabe que no cambiaría tampoco los resultados y se encontrarían, después del desgaste institucional, en una situación parecida en el equilibrio de fuerzas.

Su reflexión apunta a que su terreno debe seguir siendo el centro-derecha, y utilizar cada convocatoria electoral para enviar a su granero la confirmación de que, si no se inclinan por sus siglas, puede no haber acuerdo con Vox, y que esto blinde gobiernos de la izquierda.

Es una apuesta complicada, pero que comparten en el mando popular. Además, ante el caso de estas elecciones, el PP cuenta también con las necesidades del «barón» andaluz, Juan Manuel Moreno. Es decir, la opción de un gobierno de coalición entre PP y Vox en Castilla y León dañaría las posibilidades del partido en la siguiente cita electoral en el calendario. El PP prevé que Moreno presionará sobre Mañueco para evitarlo.

El último debate electoral ha sumado al candidato del PP, pero en un contexto en el que las encuestas siguen generando bastante preocupación dentro de las filas populares. La movilización es fundamental porque los sondeos internos de esta semana dicen que si la participación no supera el 33 o 34 por ciento a mediodía de la jornada electoral, la izquierda puede gobernar.

Vox también tiene que valorar cómo maneja estos resultados. Hasta ahora le ha ido bien estar fuera de los gobiernos. A la dirección del partido no le gustan las baronías y tampoco tienen una estructura territorial sólida, y a esto se aferran en el PP para inclinarse por la tesis de que Vox no se enrocará en la exigencia de pedir consejerías.

El debate electoral de este miércoles puntuó a favor del candidato del PP en las encuestas, y en el equipo que dirige la campaña regional empiezan a marcar como «problemas» la visita del ex presidente José María Aznar y también el mensaje de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre la necesidad que tienen PP y Vox de entenderse para sacar adelante las políticas que comparten. De hecho, los críticos con Ayuso hacían correr ayer el mensaje de que su última irrupción en la campaña les había costado hasta un punto en intención de voto. No piensan lo mismo en toda la organización popular, y, de hecho, esta campaña se ha diseñado mirando a la que hizo Ayuso en las últimas elecciones autonómicas de Madrid, y a Ayuso se la ha utilizado como un reclamo para animar al votante popular.

Mañueco cerrará hoy la campaña, después de haber salido vivo de los debates, ajustándose al principio de ignorar a Vox y de defender su gobierno en solitario. Sin cerrarse ninguna puerta.

Con independencia del resultado que obtenga el domingo el PP, y siempre dando por descontado que mantendrán el gobierno de la Junta, aunque cambien de partido consorte, Génova activará de inmediato los procesos congresuales que tiene pendientes. Pero no pondrá fecha al congreso de Madrid.

Esta decisión está ya tomada y no depende del resultado de las elecciones del domingo. Creen que Pablo Casado tiene que seguir dando «un mensaje de firmeza», suceda lo que suceda, en clave interna, y que «las decisiones orgánicas no deben estar sometidas al apoyo popular». Por tanto, Casado mantendrá la agenda de los congresos y no moverá todavía ficha con Madrid.

Todos los líderes nacionales han desembarcado en estas últimas horas en Castilla y León para intentar convencer a los indecisos. De hecho, esta campaña ha estado muy marcada por la presencia de dirigentes nacionales y por un debate que excedía los problemas de la comunidad autónoma en liza en las urnas. No hay precedente histórico de unas elecciones en Castilla y León con tanta repercusión nacional.

Si se cumplen los sondeos, serán trascendentales en el centro-derecha, mientras que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se quedará como está. Si no se cumplen, y se repite el modelo de Madrid, entonces el problema sí lo tendrá el líder socialista.