La situación

El «plan renove» interno de Feijóo empieza en las comunidades

Los congresos de Madrid y Galicia suponen el pistoletazo de salida a una época de cambio territorial en el PP

El presidente del gobierno Pedro Sánchez recibe al nuevo líder de la oposición del Partido Popular , Alberto Núñez Feijóo, en el palacio de la Moncloa
El presidente del gobierno Pedro Sánchez recibe al nuevo líder de la oposición del Partido Popular , Alberto Núñez Feijóo, en el palacio de la MoncloaAlberto R. RoldánLa Razón

Alberto Núñez Feijóo no tenía dudas de que su llegada a la planta noble de Génova 13 iba a suponerle un no parar. «Han sido días frenéticos», cuenta la gente que rodea al nuevo líder, «a caballo entre Galicia y Madrid». Ciertamente, en apenas dos semanas, el presidente del PP, sin tiempo para instalarse en la capital, ha debido preparar sus citas con el Rey primero y su cumbre con Pedro Sánchez después. Y a la par, cerrar su sucesión en el partido y en la Xunta de Galicia, donde ha conseguido arbitrar una entente para que su mano derecha, Alfonso Rueda, sea quien asuma el timón. El próximo jueves está previsto que la Junta Directiva gallega convoque el Congreso del cambio.

Pero si ha habido una decisión llena de simbolismo en estos días de carreras ha sido –sin tan siquiera haber reorganizado la cúpula de sus grupos parlamentarios– la de cerrar la gran herida abierta por el casadismo y que tanto ha desangrado a la familia popular: la convocatoria del congreso de los populares de Madrid. El 20 y 21 de mayo se acabará con la anomalía interna de que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso no sea quien presida también el partido en la región.

En realidad, las convocatorias de estos dos congresos, el madrileño y el gallego, ponen en marcha un proceso que debería llevar a que antes del mes de agosto otras organizaciones regionales afronten también su «Plan Renove». Extremadura, Asturias, Cantabria, Murcia, Navarra, La Rioja, Cataluña, País Vasco, además de Ceuta y Melilla, tienen pendiente celebrar sus citas congresuales. Y en algunos de ellos, la «pax» que desea el cuartel general genovés será complicada.

El anterior secretario general del PP, Teodoro García Egea, tenía en mente, aprovechando que las elecciones andaluzas llegarían antes del verano, ahorrarse las primarias en aquellos lugares en los que «sus favoritos» tenían pocas opciones. Sería un Comité Ejecutivo quien designaría, a finales de 2022, los candidatos a las elecciones autonómicas. Se administraban las siglas más por las fidelidades personales que por éxitos electorales. Pero en esta nueva etapa las cosas ya no deberían seguir igual.

Los mejores candidatos son habitualmente aquellos capaces de superar procesos selectivos. Empezando por los niveles internos. Si no gusta este sistema, que se suspendan las primarias que ahora marcan los reglamentos del PP. A día de hoy, los afiliados tienen todo el derecho a expresarse y hacer una preselección de los nombres que más tarde se van a someter al control democrático de las urnas. Aquellos cargos orgánicos del partido que prefieran la aprobación «del que manda» que la de sus correligionarios seguramente no son los mejores para pedir apoyo a los votantes.

El Partido Popular debe cuanto antes afrontar la anomalía que supone ser irrelevantes en territorios tan simbólicos como País Vasco, Navarra y Cataluña. La provisionalidad no puede seguir siendo la norma. Toca ya abrir las puertas para afrontar proyectos ilusionantes. Igual ocurre con otras Comunidades en las que el PP debería contar con candidatos capaces de dar la batalla para recuperar el poder: Extremadura, Cantabria y no digamos ya La Rioja, de donde es la propia secretaria general, Cuca Gamarra. En esta tierra la competición está servida y dos candidatos, Alfonso Domínguez y Alberto Bretón, velan armas para cruzarlas en primarias. Nadie niega que Gamarra sería la candidata ideal para recuperar el gobierno riojano, pero nadie duda tampoco de que, siendo la número dos del partido a nivel nacional, no dará el paso que abriría una «guerra» intestina incierta.

Otro punto especial es Murcia, donde actualmente Fernando López Miras es presidente por un pacto «entre alfileres» con tránsfugas de Vox y Cs. En esa comunidad autónoma, tan emblemática para el PP, la del anterior secretario general, se ha pasado en los últimos ocho años de los 33 diputados que alcanzó Ramón Luis Valcárcel a los 16 que obtuvo el actual presidente en 2019, cayendo ante el socialismo. A día de hoy, los sondeos señalan a Vox como primera fuerza, mandando a los populares hasta la tercera posición. No es fácil para Génova seguir mirando hacia otro lado.

Aplazar el cónclave de Murcia sería la demostración de que se entrega la primogenitura del centro-derecha a los de Santiago Abascal. Con lo que eso supondrá para el propio Feijóo, ya que el partido verde, lógicamente, pedirá luego reciprocidad para gobernar. Además, Patricia Fernández ha conseguido ser alcaldesa de Archena en las tres últimas legislaturas ganando por mayoría absoluta, mujer a la que la gente llama «la Ayuso murciana» por su carisma y por la ilusión que despierta, espera «disciplinada» que se baje la bandera de salida para tratar de recuperar para su formación el espacio perdido.