Investigación
Perfiles genéticos para identificar víctimas de la Guerra Civil
Una nueva herramienta permite reconocer restos cuando el ADN está deteriorado
Un equipo de investigación coordinado por la empresa Iltirta Arqueología SL en el que participa la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha conseguido identificar nueve víctimas de la Guerra Civil en Cataluña a partir del cruce de sus perfiles genéticos con una base de datos de familiares, «una nueva herramienta que se podrá utilizar para cualquier aplicación de la genética forense, como identificar restos humanos en la práctica de los casos criminales o en situaciones donde el ADN recuperado esté muy degradado».
El trabajo, publicado en la «Revista d’Arqueologia de Ponent», plantea «por primera vez la creación de una base de datos de perfiles genéticos de víctimas y de familiares con la finalidad de cruzar datos de forma aleatoria y poder detectar relaciones que permitan la identificación de víctimas que no haya sido posible mediante una búsqueda de relaciones de parentesco directa».
Sara Palomo, investigadora del Grupo de Genética Forense y Genética de Poblaciones del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), asegura que «de esta forma se demuestra que la genética es una metodología fiable en esta tarea. No obstante, se ha continuado en paralelo con la identificación directa de víctimas, en aquellos casos en que se sospechaba de la ubicación de las personas desaparecidas, comprobándose que ambos métodos son igualmente válidos y pueden complementarse perfectamente».
Entre 2017 y 2020 se llevó a cabo la exhumación y análisis genético de 199 individuos –a día de hoy se ha conseguido genotipar más de 400 víctimas–, obteniéndose perfiles genéticos en el 90% de los casos. «Esto demuestra una buena conservación del material genético en estos restos con más de 80 años de antigüedad, aunque varía en función de las características físico-químicas del ambiente en que se hayan encontrado», destaca Palomo.
Los datos de víctimas se compararon con una base de datos de perfiles genéticos de 2.540 familiares –en 2020, porque a día de hoy la base también ha crecido– y esto permitió poner nombre y apellidos a nueve personas desaparecidas, cuatro de ellas mediante la estrategia de búsqueda directa y los cinco restantes mediante el cruce aleatorio de las dos bases.
«Muchas familias desconocen el paradero de sus familiares desaparecidos impidiendo que puedan buscar en el lugar adecuado. Por ello, una buena solución sería la ampliación de esta base de datos para crear una a nivel nacional en la que se pudieran agrupar todos los perfiles genéticos, por un lado, de víctimas y, por otro, de familiares de las diferentes comunidades autónomas», indica la investigadora de la UCM.
Cruce de datos
Tras una investigación documental e histórica previa, se llevó a cabo la intervención arqueológica en aquellos lugares en los que se sospechaba la existencia de una fosa, como Puig Vistós (Prats de Lluçanès, Barcelona), El Solerás (Lérida) o Miravet (Tarragona), entre otros.
Sobre los restos humanos encontrados se realizó un estudio antropológico para determinar el perfil biológico (edad, sexo, estatura, patologías, etc.) del individuo y poder realizar una primera aproximación a la identificación. También se seleccionaron muestras a las que extraer ADN.
Por otro lado, se llevó a cabo un rastreo de posibles familiares vivos, así como la toma de muestras de todas aquellas personas que estén buscando a familiares desaparecidos y su posterior tipaje genético, analizando los mismos marcadores estudiados en los restos esqueléticos.
Finalmente, los perfiles genéticos de víctimas y familiares son recogidos en dos bases de datos diferentes, a partir de las cuales se buscarán coincidencias que puedan ser compatibles con posibles relaciones de parentesco entre desaparecidos y familiares. «Cuando el familiar tiene conocimiento de la ubicación aproximada de la persona desaparecida a la que busca o existe algún indicio que lo permita, esta búsqueda se puede realizar de forma dirigida en lugar de hacerlo mediante búsqueda “a ciegas”», completa Palomo.
Pese a que todavía queda mucho trabajo por delante, y muchos restos por exhumar e identificar, los investigadores apuntan como próximos pasos la ampliación de la base de datos a nivel nacional.
El equipo de trabajo lo integran, además de la UCM, las universidades Autónoma de Barcelona y Pompeu Fabra y el Hospital Val d’Hebron.
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