Gobierno

Sánchez y Díaz pugnan por el “alma” del Gobierno

En el debate del estado de la nación, el presidente estrechó el espacio que construye la vicepresidenta. Sectores de Podemos temen que la relación se tense al límite, pero ambos partidos se conjuran para aguantar hasta 2023

Yolanda Diaz durante el Debate sobre el Estado de la Nación
Yolanda Diaz durante el Debate sobre el Estado de la NaciónAlberto R. RoldánLa Razón

Algo ha cambiado en el equilibrio de fuerzas del Gobierno. Desde que Yolanda Díaz iniciara su proceso de escucha el ambiente dentro del Ejecutivo se ha enrarecido. La vicepresidenta busca su espacio, también dentro del Gobierno, y se revuelve si la parte socialista se lo achica. En Moncloa no sienta nada bien que Díaz mantenga, prácticamente a diario, que al Gabinete le falta “alma”. En el acto de lanzamiento de su plataforma Sumar, la ministra de Trabajo se desenvolvió como si fuera un actor externo al Gobierno, en lugar de su vicepresidenta segunda. Como si no tuviera en su mano revertir algunas de las injusticias que denunció. Desde la mesa del Consejo de Ministros le respondieron que el Ejecutivo tenía “cabeza y corazón” y “trabajaba con inteligencia”, un mensaje nítido para que la líder del ala morada dejara de hacer la guerra por su cuenta.

A esto se suma que la vicepresidenta apelara días antes a la comisión de seguimiento de la coalición por el anuncio del gasto en Defensa. En la parte socialista sorprendió el viraje de Díaz y no ocultan sus recelos por la actitud que pueda tomar en el futuro, si quiere marcar perfil para su proyecto político, algo que en el equipo de la vicepresidenta niegan. Recuerdan que su proyecto no se trata en conformar un partido de inmediato, que eso será una decisión posterior y mantienen la incógnita sobre el futuro político de Díaz que se destapará a finales o principios de año. En este sentido, el anuncio de Pedro Sánchez el pasado martes de dos nuevas figuras impositivas: impuesto a las energéticas y entidades financieras ha supuesto un punto de distanciamiento añadido. Si bien los ministros de Unidas Podemos expresaron su satisfacción por el paso adelante del Gobierno, la actitud de Díaz fue muy distinta. Evitó aplaudir durante la enumeración de medidas del presidente y, en comparecencia pública ante los medios, rebajó la ambición de las propuestas. El espacio de Díaz se reduce y en la pugna por insuflar “alma” al Gobierno, se ha impuesto Sánchez, que logró neutralizar la hoja de ruta de su vicepresidenta, dispuesta a denunciar a través de “Sumar” las medidas que no logra arrancar en el Consejo de Ministros. El objetivo es distinguirse del PSOE en un momento en el que en muchos sectores de izquierda comenzaba a verse a la ministra de Trabajo como una ramificación de los socialistas.

La vicepresidenta es consciente de ello y es por eso que no rehusará en seguir criticando lo que ella considera como carencias del Ejecutivo. Díaz ha decidido comenzar a marcar un perfil político tras la presentación de “Sumar” y continuará en este marcaje al PSOE. Terminó la semana dejando entre ver que el Ejecutivo no comunica bien las medidas sociales y llamando a reflexionar sobre el “ser” del Gobierno. “El Gobierno está tomando medidas sociales para la gente, hemos hecho mucho, pero la gente no lo percibe”, advirtió en una entrevista en Onda Cero.

En la parte socialista del Ejecutivo prefieren no pronunciarse sobre la actitud de Díaz y se limitan a asegurar que “las medidas no son de unos u otros, sino del Gobierno en su conjunto”, algo que pronto se afanó a respaldar la propia vicepresidenta, en un intento de rebajar el clima de tensión. “El SMI lo negoció la vicepresidenta y lo presentó el presidente”, explican en su entorno. Una patrimonialización de los anuncios, que en Moncloa dan por hecho, que ha conseguido Sánchez, que ha salido airoso del debate sobre el estado de la nación. En el seno del Gobierno existe un debate recurrente, que se reactiva con cierta frecuencia sobre el papel que se debe otorgar a Díaz. Son conscientes de que darle alas entraña riesgos, pero no hacerlo, asfixiarla políticamente como intentan desde el partido morado, supondría también una trampa para los socialistas. En el partido morado son muy críticos con el trato que desde el PSOE se da a Díaz, respecto al que antes Sánchez otorgaba a Pablo Iglesias. Según fuentes del entorno de Podemos no existe una relación tan fluida, ni de “igual a igual” como -según ellos- sucedía con el exvicepresidente. Algo que no se ajusta a la realidad en vicepresidencia donde se insiste en su “buena relación” con el líder de Moncloa. Por su parte, Sánchez ya ha verbalizado públicamente que necesita una izquierda a la izquierda del PSOE fuerte para que salgan las cuentas en 2024 para reeditar el Gobierno de coalición.

De ahí que desde Moncloa se haya permitido que la vicepresidenta segunda rentabilizase los réditos del diálogo social durante la pandemia. Sin embargo, las polémicas por su exceso de protagonismo también se han producido, durante la negociación de la reforma laboral y ahora con su actitud ante los anuncios estrella del presidente. Sobre la convocatoria de la comisión de seguimiento de la coalición, que ella misma pidió, en la parte socialista dan largas y aseguran que si se requiere se vuelva a solicitar su convocatoria, conscientes de que la discrepancia por el gasto militar no es reconducible. Fuentes confederales explican que los contactos se están manteniendo a nivel gubernamental, por lo que rebajan ahora la importancia de la foto de la revisión del pacto.

En el partido morado también se han percatado de este giro de la vicepresidenta, a la que ven realineada con algunas de las señas de identidad de Podemos, y si bien lo alaban porque era una de las reclamaciones por parte de la dirección, en algunos sectores advierten de que ante este “rearme” pueda haber una operación para dañar a la vicepresidenta, al ver su creciente consolidación entre la sociedad. Sin embargo, ante los análisis más agoreros que llegan, la líder de Unidas Podemos los limita. “Hay coalición para tiempo”, repite, consciente de que una ruptura del Gobierno, podría dificultar sus planes políticos.