Aniversario

Podemos: nueve años de una cúpula «bunkerizada»

Llegan a su aniversario con la incertidumbre de sí confluirán con Yolanda Díaz en diciembre o romperán con la candidata que Iglesias designó

La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, interviene en un acto de la ruta 'La fuerza que transforma', en el Centro Cívico Río Ebro, en Zaragoza
La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, interviene en un acto de la ruta 'La fuerza que transforma', en el Centro Cívico Río Ebro, en ZaragozaFabián SimónEuropa Press

Ofrecer un «método participativo abierto a toda la ciudadanía». Esa era la síntesis que se recogía el manifiesto «Mover ficha», que fue presentado un 19 de enero de 2014 en el Teatro del Barrio y que supondría el nacimiento de Podemos. Con Pablo Iglesias a la cabeza, Juan Carlos Monedero, Teresa Rodríguez, Íñigo Errejón o Carolina Bescansa entre otros, prometían la una innovadora fórmula que logró convencer al elector desencantado y forjado al calor del 15-M

Ese día, el propio Iglesias explicaba que nacía «con la mano tendida a todos» y ofrecía a todas las fuerzas de izquierda y movimientos sociales a someterse a un proceso abierto de primarias para que elijan a un candidato único. «Un verdadero proceso de unidad». Una frase que vale la pena examinar hoy, después de nueve años en los que la formación ha vivido intensas batallas por el poder, en la dirección nacional y en los territorios. Más, todavía, después de que haya quedado patente la dificultad de los partidos a la izquierda del PSOE para mantenerse unida. Hoy, bajo el paraguas de Sumar se espera esa reconfiguración con el afán de enterrar las pugnas de poder, escisiones y luchas que han rodeado a Podemos.Sin embargo, esa apelada y maltrecha unidad sigue siendo una quimera.

La historia de Podemos se escribe con sus luces – artífice del fin del bipartidismo y su entrada en Moncloa impulsando políticas sociales– y sus sombras –la división interna y perdida de apoyo electoral–.Es un análisis que apoyan los politólogos consultados por este periódico. «Hoy tienen un resultado por debajo de lo que obtuvieron en el pasado. Solo en 2019 el retroceso de Podemos fue del 20 al 12% y perdieron dos terceras partes de sus diputados en las autonómicas», expone el politólogo Pablo Simón, que cree «los partidos nuevos cuando tienen un contexto favorable pueden tener más representación, pero si no son capaces de desarrollar estructura corren el riesgo de la escisión». A día de hoy, según los datos de las encuestas, el experto Eduardo González Vega cree que «no han rentabilizado estar en el Gobierno».

En este repaso del historial morado hay tres momentos clave, el Podemos de 2015 –el original– que irrumpió con 69 diputados en las generales y alzándose después con los llamados gobiernos «del cambio». Así, la politóloga Cristina Monge opina que lo mejor que hicieron los morados fue «saber leer el momento del 15-M». 2017 está marcado en rojo para el partido. En Vistalegre II sufrieron la mayor batalla por el poder, que acabó dividiendo a la formación entre pablistas y errejonistas, a pesar de las peticiones de «unidad» de la militancia. Todas estas pugnas han acabado generando en Podemos «una dinámica de organización cada vez más centralizada y bunkerizada», en opinión de Simón.

Y es que la Ejecutiva del partido se encuentra reducida en un núcleo de máxima confianza alrededor del ahora exlíder de Podemos, que apenas ha variado en el tiempo. Por ejemplo, Irene Montero ostenta cargos de responsabilidad en el partido desde 2016, al igual que Pablo Echenique. Mientras, que Ione Belarra se incorpora más tarde a la Ejecutiva, en 2019. Juanma del Olmo, Rafa Mayoral acompañan a Iglesias desde el principio, que a pesar de carecer de cargo orgánico sigue marcando la línea oficial. La actual dirección del partido está liderada por Belarra, quien ha conformado una dirección coral junto a Montero y Lilith Verstrynge. Sin embargo, a pesar de este lavado de imagen, dos exdirigentes consultados opinan que el poder «sigue perpetuado» y en manos de Iglesias, lo que «lastra» a la formación. Así también lo ve el experto González Vega que afirma que «sigue planeando por Podemos. Sea verdad o no, es la sensación que hay y no acaba de beneficiar». Para Simón, uno de los vicios del partido es que «la marca este en manos de muy pocas personas» .

Por último en el recorrido; gobernar. A pesar de perder siete escaños de abril a noviembre de 2019, los morados forman con el PSOE el primer gobierno de coalición en 2020. Consiguen una vicepresidencia y cinco ministerios. Es entonces cuando Cristina Monge, por ejemplo, ve errores. Cuando saltaron de las asambleas a las instituciones. «La lógica institucional se les ha resistido», explica. Cree que «ese movimiento de indignación transversal del que hacían bandera, finalmente se ha quedado en el rincón de la izquierda, a la izquierda del PSOE» por lo que su «espacio se ha estrechado enormemente». De la Vega, más centrado en la actualidad, recuerda las polémicas que han ahogado al partido en estos meses, como la ley del solo si es sí con las reducciones y excarcelaciones de pena o las “declaraciones desafortunadas” de la secretaria de Estado de Igualdad. “Polémicas que son en un tema fuerza que le están perjudicando”, en referencia a su bandera del feminismo.

2023 es el año de la incógnita. De cara a las generales, Pablo Simón opina que no habrá acuerdo con Sumar hasta que «el Podemos de Galapagar se asegure una representación dentro de las listas». De hecho, no ve un problema ideológico entre ambas partes y vaticina que Iglesias «está dispuesto a dejar que gobierne la derecha» en el caso de que Díaz no cuente con Montero. «Prefieren un partido controlado que no gobierne, a uno que gobierne en el que no tengan cargos», zanja.

Difiere Cristina Monge, que si ve diferencias ideológicas importantes entre Podemos y Sumar. Los primeros “optan por ocupar ese espacio a la izquierda del PSOE y Díaz tiene vocación de mayorías”. Ella misma lo ha dicho en muchas ocasiones, que no se conforma con quedarse en la “esquina” del PSOE sino que busca la centralidad. Según su análisis, los morados deben decidir si “apuestan por ocupar ese espacio a la izquierda del PSOE o una posición más amplia, si quieren quedarse en ese nicho de espacio ideológico del feminismo, del ecologismo, o articular políticas públicas con vocación de mayoría”. Para esta experta, la clave del éxito en la izquierda, no será concurrir unidos, sino conseguir “un movimiento de ilusión para trascender al espacio político de cada uno de los partidos”. Cree que si el electorado ve que “van juntos, pero arrastrando los pies”, puede repetirse el fallo de la coalición de izquierdas en Andalucía.

Para González Vega, lo único que beneficiará será un proyecto “en base a la unidad y claro” y todo “lo que no sea unidad y que no esté claro será una losa difícil de llevar”, dice. Entre tanto, el 28-M medirá la fuerza de Podemos. De su resultado, la fuerza para negociar con Sumar.