Opinión
28-M, la auténtica censura
Hasta en las filas de Vox no entienden el movimiento de Abascal. Lo de Tamames va a ser un espectáculo al servicio de Sánchez
La espada de Damocles del costosísimo precio de la cesta de la compra pende sobre la cabeza de Pedro Sánchez. Y para qué hablar del dramáticocontador de violador es, mal tratadores y pederastas a los que se rebaja la pena o salen de prisión gracias a la chapuza de la Ley del «solo sí es sí». Añádase a esto los indultos, la supresión de la sedición, la rebaja de la malversación para contentar a sus socios separatistas Oriol Junqueras y Gabriel Rufián, más las excarcelaciones de etarras para «blanquear» a Arnaldo Otegui… ¿Alguien no entiende que Sánchez reciba abucheos en la calle, a no ser que se haga la foto jugando a la petanca en un parque aislado con jubilados de su partido bien seleccionados?
Esta es la endiablada realidad socialista cuando faltan 90 días para que se vote el 28- M. El presidente ha perdido credibilidad a chorros. Ahora mismo, en la indisimulada campaña electoral en la que estamos, más que un activo para sus siglas es un pasivo. Ni los suyos lo niegan. Sánchez lidera un Gobierno enfrascado en el desprestigio donde los ministros ni se saludan. Y como le ha ocurrido a tantos políticos cuando se caen de la cresta de la ola, «a perro flaco todo son pulgas».
Porque a ese círculo vicioso, retransmitido a voces por las trifulcas de sus coaligados y demás radicales costaleros escogidos para alargar la legislatura, hay que añadirle los fiascos de chirigota. ¿Quién podía siquiera imaginar que el dueto Renfe-Adif haría reír a España con esos trenes a Asturias y Cantabria que no entran por los túneles? ¿Puede hacer un Gobierno un ridículo mayor?
Pues bien, ahora nos enteramos de que en la Comunidad Valenciana han construido tranvías que exceden el peso que aguantan los puentes por los que deberían circular… Y no hablemos del AVE sin alas a Extremadura, apodado «la diligencia del Oeste». O echemos un vistazo a las averías en los cercanías de Madrid, que convierte en una ruleta diaria para los viajeros saber si llegarán a tiempo al trabajo. El Gabinete Sánchez desarregla lo que toca. Este «Gobierno de colisión», según la afortunada definición de Feijóo, es un desastre, se mire por donde se mire.
Y por si algo le faltaba al PSOE en vísperas electorales, el penúltimo disgusto se lo ha dado su «Títo Berni ». El diputado canario Juan Bernardo Fuentes, junto a su sobrino, el también socialista Taishet Fuentes, director general de Agricultura del Gobierno de Canarias, y el general retirado de la Guardia Civil Francisco Espinosa, utilizando a un empresario como «mediador» con otros dueños de empresas, había montado una trama corrupta para cobrar comisiones a cambio de evitar inspecciones en los negocios y favorecer adjudicaciones de contratos públicos.
No se andaban con chiquitas, sólo faltaría. Tras pasear al paganini por su despacho en el Congreso o por la Dirección General de la Guardia Civil, convertidos en patio de Monipodio, el «Títo Berni» cerraba los pactos en una cena madrileña seguida de la correspondiente fiesta con prostitutas.Chusma. La comunidad autónoma can aria, que parecía asegurada en la cuenta de resultados del PSOE de cara a mayo, ha entrado en zona de serio peligro. Los imputados se jactaban de contactos con senadores y secretarios de Estado que les arreglaban cualquier asunto. Así que la historia tendrá más jugo todavía. Lo dicho: ahora mismo el sanchismo está famélico.
De ahí que cada vez se vea con mayor nitidez que la fuerza de las urnas hará caer a Sánchez. Por eso es tan inoportuna la moción de censura que este lunes va a presentar Vox. En las propias filas del partido verde son muchos los que no entienden el movimiento de Santiago Abascal. El «artefacto», así lo llaman algunos diputados, les quema entre las manos. «Siempre hay que confiar en Santi», repite alguno de los suyos. Por incomprensible resulte que el discurso del candidato no vaya a representar al partido. «Tamames será Tamames», asumen.
Desde luego, la idea no llega al registro de la Cámara Baja con buen pie ni va a ayudar a engrasar las relaciones con el PP. Por si quedaba alguna duda de su estu por, Núñez Feijóo se decidía a demostrarlo al acusar a los de Abascal de querer un «show» parlamentario. «Bah, eso no va con nosotros», aseguran dirigentes populares. Una cosa sí parece clara: la ya denominada en los pasillos de las Cortes «Operación Ramón Tamames» va a ser un espectáculo al servicio de Sánchez.
Ahora mismo, Génova 13 visualiza una sobrada victoria en votos en las municipales que les permitiría hacerse con más de treinta capitales de provincia, además de numerosas diputaciones y, mirando ya a las autonómicas, sumar otras presidencias a Madrid, Murcia, Galicia, Castilla y León y Andalucía. Entre ellas, Extremadura, Aragón, La Rioja, Baleares y la Comunidad Valenciana. Esta sería la mejor moción de censura al san chismo. Y faltan sólo 13 semanas. Sánchez sigue obstinado en engordar su sombrío proyecto de gobierno de socialistas, comunistas, independentistas y filoetarras para seguir en La Moncloa tras las generales. Enfrente, la alternativa: un PP unido que busca mostrar que es hegemónico.
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