
Preocupación
Ábalos tensiona al PSOE: «Él no se come esto solo»
En el partido exhiben su desasosiego: «Van a salir más cosas». Mientras, Sánchez evita las explicaciones y se centra en los Presupuestos

Calma tensa en el PSOE. El partido todavía transita del «shock» inicial, en el que se sumió cuando se conoció el «caso Koldo», a la incertidumbre máxima que marcan las ramificaciones que se van desvelando y que lo convierten ya, irremediablemente, en el «caso Ábalos». El que fuera todopoderoso secretario de Organización del partido y el ministro con más presupuesto a cargo del Estado no es una pieza cualquiera, que se pueda dejar caer a la ligera, es la piedra de toque del sanchismo. Con una dilatada trayectoria política y con acceso al núcleo duro de poder del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, algunos le definen como una «bomba de relojería». «La clave es saber si está desactivada o a punto de explotar», resuelven.
Por el momento, José Luis Ábalos ha medido los tiempos y los desafíos. Ha pasado de una sobreexposición mediática delirante –con múltiples versiones que ya destapan sus mentiras– a una desaparición forzosa para no seguir perjudicando su estrategia de defensa. En todo caso, en lo que respecta a su partido y al Ejecutivo ha lanzado algunos mensajes, bajo el radar, a la frecuencia precisa para que «el que quiera entender que entienda».
«Ábalos ha deslizado que él no se va a comer esto solo», señala a este diario un dirigente de peso. La incertidumbre es máxima en el PSOE, porque hay una sensación que lo invade todo y es la de que «esto no ha hecho más que empezar».«Ni siquiera le están investigando formalmente», apunta con tino un socialista, que recuerda que, pese a estar a las puertas de la imputación, todavía no se ha confirmado esta condición ni se han practicado las diligencias sucesivas. «Van a salir más cosas», augura otro diputado resignado, que recuerda que todavía no ha trascendido ni siquiera el volcado completo de los primeros terminales móviles que se incautó a la «trama criminal».
En todo caso, el sentimiento de agravio que pudo permear en el partido, en un primer momento, cuando Ferraz expulsó de manera fulminante a Ábalos del grupo parlamentario y le abrió el expediente de suspensión de militancia se ha disipado por completo. La «contundencia» con la que se actuó entonces, pese a generar una primera reacción de incomprensión, se expone ahora como único cortafuegos ante lo que se anticipa el gran caso de corrupción de la etapa de Sánchez en el poder. «No sabemos a qué atenernos», se lamentan.
Esta defensa, no obstante, tiene un recorrido que se agota mientras que no se ofrezcan explicaciones por parte del presidente del Gobierno, que todavía no ha revelado por qué le cesó en 2021 de sus cargos gubernamentales y orgánicos. Además, la reciente depuración de Ábalos del único asidero que le unía al PSOE, su escaño de diputado, se produjo a instancias de la estrecha relación que tenía con Koldo, una vez su mano derecha estuvo implicado. Ahora que es el propio Ábalos quien resulta imputado, ¿está Sánchez dispuesto a asumir idéntica responsabilidad? Pese a que en el Gobierno y en el partido se afanan en circunscribir la trama al Ministerio de Transportes, hay quienes temen que los tentáculos puedan llegar más allá, a otras administraciones, y miran directamente al entonces presidente de Canarias y actual ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.
Foco en los Presupuestos
En todo caso, el ruido del «caso Ábalos» ha generado la confusión suficiente para desviar la atención de la verdadera prioridad de Sánchez en este momento: la negociación presupuestaria. Cercado por los escándalos judiciales, el presidente del Gobierno es consciente de que su mejor blindaje es seguir en el poder. Y las cuentas públicas son el salvoconducto para mantener viva la legislatura el tiempo que necesite.
Moncloa está negociando con sus socios y los contactos parecen estar fructificando. No parece que el devenir actual del «caso Ábalos» esté generando reparos en los aliados en este sentido. La dirección de Junts cortocircuitó de manera abrupta la expectativa de una moción de censura a Sánchez que Laura Borrás dejó volar durante unas horas la semana pasada; Podemos ha lanzado una consulta a sus bases sobre las líneas rojas de su negociación con el PSOE para apoyar los Presupuestos y Sumar y otros aliados como PNV y Junts tratan de marcar la pauta –en direcciones opuestas– sobre la fiscalidad que afecta a las eléctricas y grandes compañías. «Ya no es solo mantenerse en el poder. No puede hacerse a cualquier precio, Bruselas exige y hay que cumplir las reformas comprometidas para seguir recibiendo los fondos», señala un dirigente, que apunta inmediatamente: «Sin Presupuestos no estás cumpliendo con la ejecución del plan».
En Moncloa están decididos a sacar adelante el techo de gasto, una vez pasen los congresos orgánicos de ERC y Junts este otoño. La vocación, no obstante, es aguantar, haya o no Presupuestos, y esto comienza a generar también discrepancias internas dentro del PSOE y en sus socios. Hay dirigentes y aliados que ya advierten de que seguir sin cuentas será «alargar la agonía».
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