Casa Real
Acoso a la Corona
Los ecos tras la petición de abdicación del PSC convulsionan el Congreso. Nacionalistas e independentistas llevan al Rey al Debate de la Nación
¿Acoso a la Corona? ¿Maniobra de distracción? ¿Operación de desestabilización de la jefatura del Estado o simplemente una ocurrencia? A saber.
¿Acoso a la Corona? ¿Maniobra de distracción? ¿Operación de desestabilización de la jefatura del Estado o simplemente una ocurrencia? A saber. Pero una cosa es que los partidos políticos verbalicen su preocupación por el desgaste de la jefatura del Estado como consecuencia del «caso Nóos» y otra, que un tal Pere Navarro, primer secretario del PSC, que se declara abiertamente republicano, abra la espita sobre la abdicación de Don Juan Carlos en favor del Príncipe Felipe.
El eco de sus palabras, pronunciadas el miércoles minutos antes de que comenzara el Debate de la Nación, convulsionó ayer a propios y extraños. Y una catarata de reproches desde todos los flancos políticos le llovieron al susodicho que, acosado por el escándalo de los espías en Cataluña en el que su partido está metido hasta las cejas, aún se sorprendió de la reacción que habían producido sus palabras en el espectro político. Dijo que su propuesta permitiría al Monarca preservar su legado y su contribución a la construcción de la actual sociedad española tras la dictadura. En el programa «Al Rojo Vivo» de la Sexta, explicó que los cambios en la Monarquía forman parte de un conjunto de medidas encaminadas a abrir «una nueva era» en las instituciones, con una reforma de la Constitución y cambios en el sistema democrático y en los partidos.
La dirección federal del PSOE fue la primera en desmarcarse absolutamente de la posición de Navarro, sin querer entrar en más detalles sobre los motivos que habían llevado al jefe de los socialistas catalanes a semejante reflexión pública. Lo que no dijo Rubalcaba, lo expresó un Alfonso Guerra siempre ácido: «Diré otro día lo que opino de este asunto porque no quiero caer en el mismo vicio que Navarro, distraer la atención del Debate de la Nación». Lo que sí dejó claro el otrora vicepresidente del Gobierno es que en absoluto se siente representado «ni en esto ni en nada» por el primer secretario del PSC. Es lo mismo que dijeron, con otras palabras, desde distintas federaciones del PSOE. Valencianos, vascos, andaluces y gallegos del socialismo se declararon perplejos por la reflexión del catalán. Uno de los más explícitos, el alcalde de Toledo, Emiliano García Page, que haciendo alusión a una obra del escritor Baltasar Gracián, ha manifestado que «es muy imprudente no acometer los problemas que se te presentan y es mucho mas imprudente salir a buscarlos». Tampoco la catalana Carme Chacón, en declaraciones a LA RAZÓN, secundó la propuesta: «Creo que la Corona debe entrar en la ley de transparencia, pero eso es todo en ese debate».
Más tajante se mostró el presidente de la Cámara Baja, Jesús Posada, quien recordó que no es «labor de ningún político decir estas cosas». Pero uno y otro se pronunciaron antes de que a las nueve de la mañana se reanudara la segunda jornada del Debate de la Nación. Ya en el Hemiciclo y desde la tribuna de oradores, hasta cinco portavoces parlamentarios de (PNV, Amaiur, BNG, ERC y Compromis) preguntaron al presidente del Gobierno por Su Majestad, su papel institucional y el «caso Nóos». Mariano Rajoy dio la callada por respuesta, pero pese a ello y tras la ocurrencia de Navarro, por primera vez en la historia de la democracia, Don Juan Carlos ya se había «colado», muy a su pesar, en el debate político más importante del año.
El primero de la mañana en seguir la senda de Navarro fue el portavoz del PNV, Aitor Esteban, para decir que la Corona «debería reinventarse si quiere mantener su posición» porque es «la institución más opaca del Estado». El nacionalista vasco se refirió a la Monarquía en los siguientes términos: «Hoy, después de tantas peripecias con fundaciones, favores, patrocinios, e-mails, subida de tono, y hasta elefantes, ya no vale con un lo siento mucho, no volverá a ocurrir».
«¿Por qué no habla de la Casa Real? ¿Es que acaso se ha vuelto usted republicano?», le preguntó el portavoz de ERC, Alfred Bosch, al presidente del Gobierno. Ni por ésas. Rajoy obvió el asunto igual que obvió antes las alusiones de Aitori Esteban y obviará después las del portavoz de Amaiur, Iker Urbina, cuando habló de la «putrefacción de las instituciones del Estado». Fue otra vez la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la que estuvo al quite y llamó a la responsabilidad política para preservar la «estabilidad» de las instituciones. Fue entonces cuando apeló «a todo el mundo» a que se piense «una, dos y tres veces lo que se dice».
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