Presidencia del Gobierno
«Cada vez me gusta más la discreción, estar apartado»
El presidente, de cerca
–¿Lo cuenta todo en su primer libro de «Memorias»?
–La verdad no obliga a contarlo todo, sino que todo lo que se diga sea verdad y se ajuste en conciencia a tu pensamiento. El libro es la explicación de un proyecto que se desarrolla en la oposición y en el Gobierno. Si contase todo lo que me ha sucedido en esta primera etapa tendría que escribir un volumen con 3.500 páginas. Habrá una segunda parte y me quedan muchas cosas por contar.
–Bueno, ¿pero se ha guardado muchos de los secretos que apuntó en el «libro azul»?
–He tenido la suerte de vivir momentos muy interesantes, pero no me gusta el chascarrillo y el cotilleo. A la vida política le sobra de eso y le faltan explicaciones sobre por qué se hacen las cosas. Si me están preguntando por las batallitas internas dentro del PP, ya les aviso de que no me interesan nada. No he perdido un minuto de mi vida en ellas ni lo voy a perder ahora.
–En el ejercicio de introspección al que obliga un libro de memorias, ¿ha visto errores en el pasado?
–Seguro, y estarán puestos por ahí.
–¿Fue un error marcharse en 2004?
–No, fue una decisión.
–¿Firme desde el 96?
–Sí. Pero esto no quiere decir que no haya sido duro administrarla a medida que se acercaba la fecha. Primero, porque la gente no te cree. Y, además, los que te creen no están de acuerdo con tu decisión. En 2000, una vez revalidada la confianza de los ciudadanos en las elecciones, puse definitivamente en marcha el proceso.
–¿En algún momento hubo más de dos candidatos?
–Supongo que candidatos habría muchos.
–En su proceso de decisión.
–Me gusta la estabilidad y la continuidad y lo lógico era respetar las líneas jerárquicas del partido y los liderazgos internos. Siempre, claro, teniendo en cuenta las circunstancias del momento. Rajoy tenía detrás una larga trayectoria en el Gobierno y garantizaba la continuidad política razonablemente bien. Tengo que decir que en aquel momento estaba rodeado de gente de grandes cualidades y con muchas capacidades. Eso siempre me ha producido tranquilidad.
–¿Con quién se identifica hoy más: con el Aznar de antes de la mayoría absoluta o con el de la mayoría absoluta?
–El proyecto es el mismo, la defensa de la expansión y el fortalecimiento de la libertad. Y cuando se producen los mayores consensos, desde el punto de vista del ejercicio de la política, es, precisamente, en la segunda legislatura. Ahí está el Plan Hidrológico Nacional, el pacto por la Justicia o el acuerdo sobre financiación autonómica, por ejemplo. Es verdad que luego llegaron otros desacuerdos..., pero eso es ya para el segundo libro.
–¿Existe el síndrome de la Moncloa?
–No. Pero sí creo que es bueno dejar paso después de un tiempo porque eso permite que entren elementos de renovación, nuevas ideas e impulsos.
–¿Mantiene relación con algún ex presidente del Gobierno?
–No.
–¿Y le parece que esto es bueno?
–No es lo más deseable, la verdad.
–¿Se siente o le hacen algunos sentir como un jarrón chino?
–No. Me siento muy bien y muy ocupado.
–¿Las figuras de los ex presidentes siempre son incómodas para los presidentes?
–No necesariamente. Yo estoy muy concentrado en lo que hago y no tengo otras aspiraciones.
–¿Y qué hace?
–Trabajo todos los días para ganarme la vida. Trabajo mucho. Enseño, soy abogado en ejercicio, escribo libros, doy conferencias, mi consejo es solicitado en muchas partes del mundo, lo que me permite viajar con frecuencia... Recibo muchas visitas y me dedico a FAES, una fundación que es un gran éxito en la vida política española. Y también está mi familia, mis nietos.
–¿Añora la primera línea política?
–No sólo no la añoro, sino que la visión de la primera línea me produce un gran rechazo.
–¿Mantiene contacto con Blair y con Bush?
–Sí. A mis antiguos colegas les he visto muchas veces estos años. Pero lo hago con mucha discreción. Cada vez me gusta más la discreción, estar apartado... A veces, como ahora, tengo que promocionar un libro, pero tengo que reconocerles que cada vez me cuesta más hacer una entrevista.
–Ocho años después y su nombre todavía sigue movilizando a la izquierda.
–No me voy a quejar por seguir produciendo emociones.
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