Opinión

Cambio de Paradigma

Los anuncios de estos días han sido un poco metidos con calzador. Primaba más el anuncio que la concreción

La diputada de Unidas Podemos Marisa Saavedra se recupera tras sufrir un desmayo durante la votación de la Ley de la Vivienda, en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 27 de abril de 2023, en Madrid (España). El Pleno del Congreso debate y vota la Ley de Vivienda, lo que supone el último trámite de la norma en la Cámara Baja antes de pasar al Senado con el objetivo de que entre en vigor antes de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. La Ley de Vivienda, impo...
El Congreso vota la Ley de Vivienda, que consagra el tope a la subida del alquiler en toda EspañaGustavo ValienteEuropa Press

La polarización de la política española ha vuelto a plasmarse en la aprobación de la Ley de Vivienda. A favor, 176; en contra, 167, y una abstención. Dos bloques muy bien definidos. La izquierda con PSOE, Podemos, Bildu y ERC, por un lado, y por otro, la derecha, sin fisuras, con PP, Vox, Ciudadanos, Junts per Catalunya, PDeCAT, PNV y Coalición Canaria. En tierra de nadie por su abstención, el Bloque Nacionalista Gallego.

Las elecciones están ahí y la Ley ha desatado una batalla ideológica. La derecha se queja de que los propietarios se quedan indefensos ante las okupaciones o ante el impago de los alquileres. La izquierda saca pecho porque la norma limita el precio del alquiler –los españoles dedican el 43% de sus ingresos a la vivienda y para los jóvenes es un hito casi inalcanzable–, el IPC deja sitio para revalorizar el alquiler a un nuevo índice, se definen las zonas tensionadas que las marcarán ayuntamientos y comunidades, se incrementa la protección de las familias vulnerables, se bonificará el IRPF de los propietarios que alquilen a jóvenes o que rebajen el alquiler, los gastos y honorarios ya no serán una lacra para los nuevos inquilinos y se define como gran propietario al tenedor de cinco viviendas. Los que se salvan de la Ley son los pisos turísticos.

No solo las elecciones del próximo mes o las del próximo diciembre, o noviembre of course, sino también las elecciones autonómicas del próximo año han estado presentes. Sobre todo las vascas, pero también las catalanas. Las vascas tienen fecha. Serán en 2024 y la vivienda ha desatado las hostilidades entre PNV y Bildu a cuenta de la invasión de competencias que según los peneuvistas hace la Ley de Vivienda. Y en Cataluña, la debilidad del Govern de ERC y los magros resultados que esperan a los republicanos en mayo han desatado las hostilidades con Junts y PDeCAT, que no siempre votan juntos en la Carrera de San Jerónimo.

En conclusión, ruptura en todos los frentes. En sus intervenciones, todos han fijado posición, incluido el presidente. Pedro Sánchez tiene razón en una cosa, la Ley es un cambio de paradigma porque, además, prevé la movilización de suelo público. Los anuncios de estos días han sido un poco metidos con calzador. Primaba más el anuncio que la concreción. Es verdad, como lo es que el Gobierno ha despertado tarde y, casualmente, en puertas de elecciones, pero ha despertado. En total, el Ejecutivo prevé movilizar 113.000 viviendas, según los últimos anuncios, y 183.000 según el acumulado. No las veremos antes de diciembre, sin duda, pero aquí también hay un cambio de paradigma. Si nos atenemos a la realidad, 9.000 pisos de la Sareb entrarán en el juego del mercado inmobiliario en breve. Se ha descalificado la cifra, pero 9.000 pisos son más que cero. Llegan tarde, pero llegan, aunque justo es reconocer que en cinco años de PSOE no se ha levantado ninguna vivienda. Tantas como en el mandato de Rajoy o con Feijóo en la Xunta.

Ayer, también la ministra de la «cosa» recibió parabienes. Incluidos los de la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, aunque otra ministra, Ione Belarra, no desperdició la ocasión para reivindicar la paternidad de la Ley. Raquel Sánchez estaba exultante. Su protagonismo durante toda la discusión ha pasado desapercibido. De hecho, un dato. Solo el 18% de los españoles la conoce. En el ranking de conocimiento del Gobierno está la segunda, por la cola, claro. Solo supera a Diana Morant, la ministra de Innovación. Llegó al Gobierno como revulsivo y ha pasado más que desapercibida. Ayer tuvo su minuto de gloria y se tendrá que conformar con este momento porque Sánchez, Raquel, volverá a ceder el protagonismo en tema de vivienda a Sánchez, Pedro. Donde manda presidente no manda ministro.

Ahora, la ley iniciará el trámite parlamentario. El PSOE no quiere más enmiendas. Podemos, sí. Si se abren grietas, la oposición las aprovechará para agitar el fantasma de la ocupación. Volveremos a la polarización. Esa que está instalada en nuestra vida cotidiana.