Gastronomía

Capet parte del producto fresco y de temporada para elaborar un cocina sencilla y sincera

El chef y propietario Armando Álvarez ha apostado por una gastronomía mediterránea sin artificios, en la que los sabores son los protagonistas

El ambiente tan cálido, familiar y tranquilo del Capet viene dado por la atmósfera que se crea a partir de la luz y la gran calidad de los productos
El ambiente tan cálido, familiar y tranquilo del Capet viene dado por la atmósfera que se crea a partir de la luz y la gran calidad de los productoslarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@42e06ab2

El chef y propietario Armando Álvarez ha apostado por una gastronomía mediterránea sin artificios, en la que los sabores son los protagonistas.

Capet es el nombre en catalán de un pescado de roca con el que se elabora el fumet y otros fondos de pescado y, pese a que cuando Armando Álvarez escogió este nombre para bautizar hacer tres años y medio a su restaurante lo hizo sin intencionalidad, lo cierto es que este apelativo es un reflejo del concepto gastronómico por el que apostó.

Y es que Capet es también el nombre de un restaurante que apuesta por el producto, protagonista en la cocina y el plato, y concretamente, por un producto fresco y de temporada. «Siempre he tenido claro que quería hacer una cocina sincera y sencilla, basada en el producto de temporada, al que respetamos y no enmascaramos, porque la cocina es sabor», destaca Armando Álvarez, chef y propietario, quien pone de relieve «la importancia de las cocciones» y asegura rehuir «de poner mil salsas para acompañar al producto». «La idea es que el comensal pueda reconocer lo que está comiendo, identifique su sabor», añade y recuerda que para ello es importante respetar la temporalidad del producto. En este sentido, al margen de la carta fija que se modifica cada tres o cuatro meses, a diario se ofrece al comensal cerca de media decena de propuestas en función de la materia prima disponible.

En definitiva, en el restaurante Capet se elabora una cocina mediterránea pero con un toque personal, a través del cual se manifiesta la personalidad e identidad del chef, pero huyendo de artificios como las espumas, los aires... Pese a ello, el resultado son platos muy cuidados, pensados y trabajados, con personalidad propia, como la costilla, que se cuece durante unas 48 horas y se acompaña con una salda elaborada con los huesos de la costilla y a la que se añade miel y soja para darle un toque agridulce, endivia roja asada y pepino encurtido.

Todo ello se ofrece al comensal en una extensa carta con propuestas variadas para todos los gustos, pero además también se plantean dos menús degustación, que se modifican periódicamente en función del producto y que están disponibles mediodía y noche. Uno de ellos ofrece por 35 euros, un primero, carne, pescado y postres; el otro, más completo, incluye tres primeros, tres entrantes, un pescado, una carne y dos postres por 46 euros.

Y así como Armando siempre ha tenido claro cómo quería que fuera la cocina de su restaurante, tampoco ha albergado nunca dudas en lo que se refiere al estilo y decoración del establecimiento.

En la línea de esa apuesta por una gastronomía sencilla y sincera, en Capet se respira un ambiente cercano, acogedor, cómodo, informal pero cuidado, alejado de sofisticaciones. «Estaba cansado de esos restaurantes de alta cocina, con mantel y algo sofisticados y quería un lugar en el que el comensal se sintiera a gusto», desvela el chef y propietario.

Así, sus colores cálidos, las mesas de madera bien alineadas, su cristalera enfocada a la calle, la cocina a la vista del cliente, de la que se puede disfrutar desde la barra situada enfrente, y la pizarra en la que se exhiben las sugerencias del día hacen de este establecimiento un espacio agradable, sobrio pero con personalidad