José Antonio Vera

Una corrupción tapa otra

Hay que dar una oportunidad a la UE para que actúe. Tiene que pararle los pies a un Gobierno de principios mutantes

AME5780. BRASILIA (BRASIL), 06/03/2024.- El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, se reúne con las líderes indígenas Joenia Wapichana (fuera de cuadro), Presidenta de la Fundación Nacional del Indiovisita, y con Célia Xakriabá, diputada federal (der.), este miércoles durante su visita al Memorial de los Pueblos Indígenas, en Brasilia (Brasil). Más temprano, Sánchez se reunió con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en la que es su primera visita oficial a Brasil des...
Pedro Sánchez se reúne en con el presidente del Senado de Brasil Rodrigo PachecoAndré CoelhoAgencia EFE

Nunca se vio al "sanchismo" con tanto interés por meterle el diente a la ley que va a amnistiar a los sediciosos, corruptos y terroristas callejeros del "procés". Hay que cambiar lo que sea, al gusto de Puigdemont, a ser posible con escándalo, nocturnidad y alevosía, para de esa manera conseguir que se deje de hablar del "caso Koldo" (que es el "caso Ábalos", el "caso Armengol", el "caso Torres", el "caso Marlaska" y el "caso Gómez") para enredarnos otra vez con el texto de la ley que va a permitir dejar en la calle a una legión de delincuentes confesos a cambio de mantener en La Moncloa a Pedro. Es decir, un escándalo de corrupción política de libro para hacer olvidar la corrupción económica de la pandemia. Una corrupción tapa a la otra y la fiesta continua.

Por eso viene al pelo el mensaje de ayer de Ayuso a las instituciones europeas, que en interpretación libre venía a decir: hagan el favor, señores de Bruselas, de dejar ya de compadrear con Sánchez, de blanquear sus actuaciones, de mirar para otro lado, pues lo que hace este señor es comprar su cargo de presidente a cambio de dejar a cero los graves delitos cometidos por personas que han atentado contra la convivencia en nuestro país, contra la unidad de España, contra las instituciones, haciendo listas negras de jueces y periodistas, creando y azuzando a una organización violenta para generar desestabilización e insurrección. Importante que Europa no mire otra vez para otro lado, en efecto. Fundamental que Von der Leyen asuma que aquí se están dando peligrosos pasos contra la división de poderes, y que peligra el Estado de derecho.

Si el protagonista de la película fuera Orban, en vez del jefe filas del PSOE, ya habría puesto la Comisión el grito en el cielo, bloqueando la entrega de fondos y elaborando sesudos comunicados de condena y advertencia. Con Orban es fácil porque le tildan de ultraderecha, y todo vale contra lo que ellos llaman la ultraderecha, pese a que el húngaro ha ganado cuatro veces, con holgadísimas mayorías absolutas, derrotando en las urnas a los rivales consecutivos de su principal y poderosísimo enemigo, George Soros.

Pero Sánchez tiene bula. Le dan hasta lo que no pide y no merece. Y cuando hace cosas mal, como por ejemplo la opacidad en el reparto de los fondos "Next Generation", se hace la vista gorda y seguimos hablando de Orban. De ahí que el número de euroescépticos siga creciendo en España como crece en otros países. Una pena, porque aquí adorábamos a Europa, creíamos en ella, pensábamos que iba a resolver de verdad nuestros problemas, cuando acabamos viendo que también en Bruselas hay intereses y funcionan los lobbies. Claro que hay que dar una oportunidad a la UE para que actúe como se espera de ella. En materia de corrupción y en lo que se refiere al terrorismo callejero y la alta traición que supone el intento de querer entregar Cataluña a Putin. Argumentos hay sobrados para que tome cartas en el asunto y le pare los pies a un Gobierno de principios mutantes, que hace lo contrario de lo que dijo en campaña electoral. Solo por eso debería estar invalidado. Gobernar en contra de lo prometido habría de ser motivo de destitución de quien de esa manera procede, máxime si se hace con fondos públicos y en beneficio personal.

Se escandalizan algunos de que al mercadeo de la amnistía se le llame corrupción política, pero es que no hay otro nombre. Tan grave como la corrupción económica de las mascarillas "fake" adulteradas. Por menos el PNV echó a Rajoy.