Defensa
Esta 'metralleta' fue fabricada 100% en Cataluña y acabó siendo usada por el ejército franquista
La historia del subfusil Labora-Fontbernat, una arma singular nacida en los talleres de la retaguardia catalana durante la Guerra Civil
La Segunda República, inmersa en el cruento conflicto bélico que asoló el país, no solo se vio obligada a recurrir a la importación de armamento para equipar a sus tropas, sino que también impulsó la producción de material bélico propio. Este esfuerzo se llevó a cabo en la medida de lo posible, con el objetivo de suplir las carencias y fortalecer la autonomía defensiva del bando republicano.
Dentro de este panorama de autoabastecimiento, la Industria de Guerra de Cataluña emergió como un actor fundamental. Esta entidad agrupaba diversas fábricas que habían sido reconvertidas para la fabricación militar, adaptando su maquinaria y personal a las urgentes necesidades del frente. Fue en este contexto industrial donde se gestó un subfusil que, por su diseño y origen, adquirió una reputación particular y notoria: el Labora.
A lo largo del tiempo, esta arma ha sido conocida por varias denominaciones, cada una de las cuales arroja luz sobre su procedencia o las figuras clave asociadas a su desarrollo. El apelativo "Labora" procede directamente de los Talleres Confederales N.º 1 “Labora”, mientras que la denominación de "carabina Fontbernat" honra la memoria de un militante de ERC que falleció el 19 de julio de 1936. Por último, también se le refiere como "fusil-ametralladora Olot", en alusión a la Fábrica N.º 15 (F-15) de dicha localidad gerundense, lugar donde se inició su manufactura.
Un diseño autóctono con influencias externas
Aunque la identidad del proyectista original del Labora permanece en el anonimato, se sabe que la concepción de esta arma fue fruto del trabajo de una comisión dentro de la Indústries de Guerra de Catalunya, tal y como recoge el medio GEHM. Presenta una semejanza considerable con los subfusiles RU/SI-35, lo que sugiere una posible influencia de planos de estas últimas armas, que llegaron a Cataluña desde el norte durante la contienda. La fabricación del Labora se prolongó hasta finales de 1938, momento en que su producción fue detenida y la F-15 reorientó sus esfuerzos a la fabricación de mosquetones.
La producción de este subfusil fue notablemente lenta, y se estima que solo se ensamblaron alrededor de un millar de unidades, distribuidas en varias series. A pesar de estas cifras modestas y su detención temprana, el Labora destacó por su sencillez de diseño, lo que le permitió salir en buenas condiciones para el combate, demostrando una operatividad fiable en el frente. Cabe tener en cuenta que en la Guerra Civil se utilizaron múltiples tipo de guerra que no se habían usado hasta el momento o que habían irrumpido de manera reciente, como es el caso de la guerra química.
En lo referente a su mecánica interna, el arma se refrigeraba por masa, a diferencia de otros modelos como el Naranjero, que empleaban un sistema de circulación de aire. Para la disipación del calor generado por los disparos, se incorporaron en el cañón una serie de anillos concéntricos que disminuían gradualmente de diámetro en dirección a la boca del arma, una solución ingeniosa para optimizar su rendimiento en uso continuado.
Dada su naturaleza de fabricación en un contexto de guerra, cada Labora podía considerarse una pieza única, casi artesanal. Esta particularidad se traducía en variaciones en los mecanismos de seguridad; algunas unidades contaban con un seguro de pasador, otras con uno de aleta, y sorprendentemente, algunos subfusiles carecían de cualquier tipo de seguro. Asimismo, los acabados en elementos como las culatas, empuñaduras y cargadores dependían del esmero que se pudiera dedicar a cada pieza durante el proceso de ensamblaje. No obstante, una característica común a todas las unidades de este subfusil fue el uso de un alza de mira simple, optimizando la sencillez de su diseño para el combate.
Despliegue en el frente y su rastro en la historia
A pesar de su capacidad operativa, el subfusil Labora apenas llegó al frente de batalla en unidades limitadas. Existe una escasez de material gráfico que documente su uso en acción, lo que subraya su escaso despliegue en comparación con otros armamentos de la época. Sin embargo, hay registros fotográficos que capturan su presencia, como una curiosa imagen que muestra a Indalecio Prieto, entonces ministro, durante una visita al frente de Teruel conversando con oficiales, uno de los cuales lleva un Labora colgado del hombro.
Quienes lo manejaron en combate atestiguaron su buena operatividad. Tras el final de la Guerra Civil, diversos lotes de estos subfusiles cayeron en manos de las fuerzas franquistas. Posteriormente, también fueron empleados por los maquis, los guerrilleros que continuaron la lucha antifranquista. Una fotografía fechada en la década de 1950 muestra a un miembro de la Guardia Civil, integrado en una contrapartida dedicada a la lucha contra el maquis, utilizando precisamente uno de estos subfusiles, lo que evidencia su prolongada vida operativa más allá del conflicto.
En cuanto a sus especificaciones técnicas, el Labora utilizaba cargadores rectos con capacidad para 20 o 36 cartuchos. Su cadencia de disparo se situaba en torno a los 750 disparos por minuto, lo que le confería una capacidad de fuego considerable en enfrentamientos cercanos, destacando como un arma efectiva en las circunstancias para las que fue diseñado.