Homenaje
La US Navy pasa de memoria histórica y pondrá a su fragata más moderna el nombre del héroe de guerra español Bernardo de Gálvez
La marina de guerra estadounidense "bautizará" a una de sus fragatas de la clase Constellation con el marino que les ayudó en su lucha contra los británicos y devolvió a España la Florida
El huracán de lo políticamente correcto y del revisionismo histórico parece dispuesto a llevárselo todo por delante y, en el caso de España, a intentar enterrar buena parte de nuestro glorioso pasado que, con sus luces y con sus sombras, es el que es. Toda la etapa de la presencia hispánica en América se ve sometida a un escrutinio constante y han sido muchas, por ejemplo, las esculturas relacionadas con la llegada de Castilla al continente que han sido vandalizadas, destruidas o retiradas.
Por eso llama especialmente la atención que en un momento como este la US Navy, la marina de guerra de Estados Unidos, la más poderosa del mundo, haya decidido bautizar su buque más moderno, una nueva fragata, con el nombre del militar español Bernardo de Gálvez, considerado un héroe de la Guerra de la Independencia por su ayuda a la aún colonia a independizarse de Reino Unido. Por ello, el pasado viernes el secretario de la Marina norteamericano, Carlos del Toro anunciaba durante los actos organizados por la Embajada en Madrid para conmemorar la independencia de Estados Unidos el papel de Gálvez en la batalla de Pensacola para afirmar que esta "decisiva victoria" fue "decisiva" para asegurar dicha independencia.
Así, explicó, la marina de guerra de Estados Unidos contará próximamente con una fragata de la clase Constellation llamada USS Galvez. Las embajadoras Julissa Reynoso y Ángeles Moreno Bau ejercerán de "madrinas" de este nuevo buque. Por su parte, el jefe del Estado Mayor de la Armada española, Antonio Piñero, expresó expresado su "profundo agradecimiento" por este "destacado reconocimiento", un "testimonio de las excelentes relaciones".
El nuevo buque será el sexto de la clase Constellation, cuyo contrato entra en vigor en este año y está programado para su entrega en 2030, con un coste estimado de unos mil millones de dólares. Los cinco buques precedentes tienen asignados los nombres de USS “Constellation” (FFG 62), USS “Congress” (FFG 63), USS “Chesepeake” (FFG 64), USS “Layafette” (FFG 65) y USS “Hamilton” (FFG 66).
Las fragatas de misiles guiados de la clase Constellation (FFG 62) representan, según la propia US Navy, un nuevo concepto de buque superficie ágil y multimisión, capaz de realizar operaciones tanto en aguas profundos como en entornos litorales. Serán desplegadas para múltiples misiones para llevar a cabo guerra aérea, antisubmarina, de superficie y de maniobras electromagnéticas. Estas capacidades incluyen un radar de vigilancia aérea empresarial (EASR), un sistema de combate Aegis Baseline Ten (BL10), un sistema de lanzamiento vertical Mk 41, sistemas de comunicaciones, contramedidas y capacidad adicional en el área de operaciones de información/guerra electrónica con flexibilidad de diseño para el crecimiento futuro.
El 30 de abril de 2020, la Armada adjudicó el contrato de Diseño y Construcción de Detalle (DD&C) para 10 barcos (un barco base y nueve opcionales) y el proyecto, al que aspiraba la española Navantia, le fue encargado Fincantieri Marinette Marine. El USS Constellation (FFG 62), el barco modelo de la clase, comenzó a construirse en septiembre de 2022. El programa continúa realizando pruebas de integración temprana del sistema de combate, el equipo de propulsión primario y las redes asociadas, aunque en general el proyecto acumula numerosos retrasos y problemas.
Bernardo de Gálvez
La historia de este insigne militar al servicio de la Corona de España remite a ese pasado glorioso español. Así, corría el mes de octubre de 1780 y el huracán más devastador jamás registrado en el Caribe había dejado una estela de destrucción de casi 5.000 kilómetros de longitud y acabó con la vida de 20.000 personas. A pesar de ello, el mariscal de campo Bernardo de Gálvez estaba listo para lanzarse con todas sus fuerzas contra Pensacola, la capital de la colonia británica de la Florida Occidental y llave para el control de la zona.
Dos horas antes del amanecer del 28 de octubre zarparon de La Habana 32 barcos españoles con 1500 soldados a bordo. Poco después de partir, Gálvez convocó a sus comandantes a bordo del buque insignia San Ramón con el fin de explicarles la estrategia que había trazado. En primer lugar, tomarían el extremo occidental de la isla de Santa Rosa que dominaba la ensenada de entrada, y allí instalarían cañones para mantener a raya a los posibles buques de guerra enemigos. Entonces, la flota entraría en la bahía de Pensacola, donde esperaría refuerzos, para después poner asedio al fuerte George y sus reductos, situados justo al norte de la población. El 9 de marzo, la escuadra se acercó a Santa Rosa, pero esperó hasta que se hizo de noche para desembarcar hombres y cañones en la playa, que empujaron a los barcos de guerra británicos hacia la parte más interior y alejada de la bahía. Justo después de medianoche, a la luz de la luna llena, la armada española intentó forzar la entrada por la ensenada, pero el San Ramón encalló en una barra de arena. El comandante de la escuadra, José Calvo de Irazábal, tras conseguir zafarlo, retiró el escuadrón. Gálvez le exigió que lo intentara de nuevo, pero éste se negó. Tras varios días de discusiones, Gálvez decidió forzar él mismo la entrada por el estrecho: «El que tenga honor y valor que me siga».
El Galveztown y tres barcos más superaron los peligrosos virajes manteniéndose cerca de la isla de Santa Rosa. En la otra orilla, los cañones británicos de las Barrancas Coloradas abrieron fuego. Aunque algunos proyectiles atravesaron las velas y el aparejo, la mayor parte cayó al agua. Al día siguiente, Calvo ordenó la entrada de los demás buques en la bahía. Gálvez comenzó al día siguiente una fluida y caballerosa correspondencia con el comandante británico, el general Campbell, y con el gobernador Chester: «Tomamos parte en esta guerra por deber, no por odio», les recordó, y les planteó condiciones para el desarrollo de las hostilidades, el intercambio de prisioneros y la protección de los civiles. Mientras, Gálvez recibió de Mobila 900 soldados y, al día siguiente, avistaron las velas de 16 buques procedentes de Nueva Orleans cargados de cañones, municiones y 1600 hombres. El 26 de marzo, Gálvez comenzó a acercarse de forma progresiva hacia Pensacola. Durante varios días, los españoles resistieron fieras embestidas de guerreros choctaws y de británicos, que frenaron su avance aún demasiado lejos del fuerte George para iniciar el asedio. Gálvez escribió a La Habana para solicitar más refuerzos. Recibió veinte barcos comandados por José Solano, entre ellos ocho buques de guerra franceses a las órdenes de Monteil. El 24 de abril, una vez desembarcados los hombres y la artillería, el ejército combinado hispano-francés comenzó los trabajos de asedio. Gálvez estaba seguro de que la clave de la posición británica era el reducto de la Reina, situado más al norte.
A pesar del intenso fuego de artillería de los defensores y de varios ataques de flanco, las líneas de asedio borbónicas se ampliaron según lo planeado en el plazo de una semana, mientras su artillería mantenía a los británicos a distancia. Sin embargo, para el 6 de mayo la situación de Gálvez se había complicado mucho: las existencias de balas de cañón estaban casi agotadas, a pesar de que había ofrecido a sus soldados una recompensa de un peso por cada cuatro balas británicas que recogieran. El comandante francés le recordó que había pospuesto sus operaciones para ayudarlo y amenazó con marcharse si Campbell no se rendía pronto. Gálvez, casi desesperado, ordenó un asalto nocturno contra el reducto de la Reina, pero éste fracasó cuando la luz del amanecer neutralizó el elemento sorpresa. La única posibilidad de éxito residía en la artillería española, que acababa de emplazarse a menos de 200 metros de la fortificación británica. Con el tiempo y las provisiones a punto de agotarse, un tiro afortunado puso fin al asedio.
Alrededor de las nueve de la mañana del 8 de mayo, una granada de 6 libras y mecha de retardo, disparada por uno de los obuses españoles recién emplazados, cayó sobre el reducto de la Reina, donde se coló por el hueco que daba acceso al polvorín. La explosión resultante de pólvora y municiones arrasó gran parte de la fortificación y mató a más de cien soldados británicos. Tan pronto Gálvez y sus oficiales oyeron el estallido y presenciaron sus efectos devastadores, ordenaron un asalto general sobre el desmantelado fuerte y se apoderaron de él. Entonces, allegaron cañones y obuses que, una vez emplazados, comenzaron a disparar sobre el reducto del Príncipe de Gales. Este enmudeció alrededor del mediodía. Siguió un intenso duelo artillero con el fuerte George, la última fortificación británica, que duró hasta las tres de la tarde. En ese momento, Campbell izó la bandera blanca y pasada la medianoche, se acordó la rendición. Campbell y Chester cedían toda Florida Occidental a los españoles. La victoria de Gálvez en Pensacola fue la culminación de una lucha de dos años para retornar el golfo de México al dominio español. En 1783, Carlos III le concedió, por sus servicios al Imperio español, el título de conde de Gálvez, lo que le permitía llevar el lema «Yo Solo» en su escudo nobiliario para conmemorar su personalísima entrada en la bahía de Pensacola.
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