Cataluña

La Diada de Illa, de la exclusión a la fiesta de todos y para todos

El soberanismo pinchó de forma estrepitosa. El eje fue una «Cataluña centrada en la prosperidad»

Despliegan un gran retrato del Rey boca a bajo en del acto político de la ANC en Barcelona.ALBERTO PAREDES-EUROPA PRESS11/09/2025
Despliegan un gran retrato del Rey boca a bajo en del acto político de la ANC en BarcelonaALBERTO PAREDES-EUROPA PRESSEuropa Press

Salvador Illa presidió ayer su primera Diada. A diferencia del año pasado, este 11 de septiembre fue organizado por su Gobierno. Fue la Diada de la tolerancia y la inclusión, «el momento de centrar Cataluña», en palabras del president en su tradicional alocución del día 10. Volvió a escoger el Palau de la Generalitat para pronunciar su mensaje institucional. Lo hizo desde el Salón Virgen de Montserrat, coincidiendo con el Año del Milenario de Montserrat, celebración de las raíces de Cataluña, del humanismo y los valores universales de la humildad, la acogida y la solidaridad, sin olvidar el carácter plural de la catalanidad.

Illa impregnó los preparativos de la Diada en una «Cataluña centrada en crear prosperidad compartida». Se empecinó en hacer una Diada de todos y para todos. Lejos quedaban aquellas diadas reivindicativas que dejaban fuera a una mayoría de catalanes. En sus momentos más álgidos –de 2017 a 2019– los partidarios de la independencia llegaron a ser el 48% y la Diada estaba dedicada a ellos.

Los otros catalanes quedaban excluidos y eran insultados y menospreciados hasta en actos institucionales.

Las grandes manifestaciones son historia, como ayer se pudo comprobar. La lluvia acabó de aguar la movilización independentista. De aquello no queda nada. El independentismo se aferró a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre el catalán. El TSJC demostró falta de tacto, o no, publicando la sentencia el día antes de la Diada. Anuló parte del decreto que marca el régimen lingüístico del sistema educativo no universitario, asumiendo así parte de la demanda presentada por la Asamblea para una Escuela Bilingüe de Cataluña (AEB). Declaró nulos 11 artículos que fijaban al catalán

–también al aranés– como lengua vehicular porque considera que el castellano no puede quedar subordinado a otra lengua cooficial. «Los apartados analizados no establecen una presencia razonable del castellano en la enseñanza, sino que determinan una situación de desequilibrio a favor de la lengua catalana», dice el fallo. ERC y Junts se aferraron a la sentencia para tener protagonismo y, sobre todo, para desempolvar una reivindicación válida para un tullido movimiento independentista. No dijeron, sin embargo, que el decreto nunca llegó a ponerse en marcha porque estaba suspendido de forma cautelar. En este punto, también Illa mantuvo la calma. Llamó en defensa del modelo lingüístico y anunció su recurso a la sentencia, pero mostró cuál sería el camino del Govern: «no permitiremos que ninguno haga un uso político de la lengua porque es lo peor que se puede hacer por la convivencia».

El independentismo pinchó de forma estrepitosa. La convocatoria de la ANC y Òmnium fue un fracaso sin paliativos, la peor desde 2010, y tuvieron que compartir protagonismo con la extrema derecha independentista. Aliança Catalana lució músculo en el Fossar de les Moreres, donde se enterró a los defensores de Barcelona en 1714, y los que intentaron boicotear su acto apenas juntaron a unas 40 personas. TV3 fue expulsada al grito de manipuladora. No fue un día agradable tampoco para la corporación pública catalana. En la ofrenda floral presidida por su presidenta de Corporació Catalana de Mitjans de Comunicació no estuvo acompañada por los directores de TV3, Sigfrid Gras, y Catalunya Ràdio, Jordi Bordas, por las discrepancias internas sobre cómo plantear el futuro de los medios públicos.

Las diferencias en el mundo independentista también surgieron con el conflicto de Israel y Palestina. La CUP y ERC apoyan a Palestina, y cargan duramente contra Israel. Aliança Catalana es pro-sionista, mientras que Junts nada y guarda la ropa. Su cúpula critica el exceso de fuerza del Gobierno judío, pero sus activistas se muestran abiertamente pro-sionistas. En algunos actos se vieron más banderas palestinas que esteladas engullendo los restos del «procés».

La gran insignia del independentismo, la estelada, la bandera cuatribarrada por triángulo azul y estrella de 5 puntas dejó su protagonismo a la senyera, la bandera de todos. La campaña institucional de la Generalitat hizo un gran esfuerzo en este sentido y en las calles de la capital catalana la estelada pasó del protagonismo a la anécdota. La prueba del algodón fue el acto central de la noche, donde se pusieron en valor a los inmigrantes españoles que se convirtieron en los otros catalanes –nada de «colonos», como los calificó el rancio independentismo– de la mano de Paco Candel; el papel de la mujer con María Assumpció Català, la primera doctora en matemáticas; y el Congreso de la Lengua de 1975, un icono de la integración y la pluralidad de la sociedad catalana. Una Diada diferente que pone el acento en los puntos de encuentro y valora la pluralidad. Nada que ver con años anteriores. El Gobierno catalán apostó por ello y los catalanes lo aplaudieron porque ayer el 11 de septiembre volvió a ser un día de fiesta para todos.