Polémica
Díaz llama a Podemos a «aflojar» con la Ley del «solo sí es sí» para no dar «bazas» al PP
La vicepresidenta marca distancias con Igualdad y pide «cuidar la coalición» y «las formas» con el PSOE
El Consejo de Ministros aprobó ayer el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 1.080 euros. Es la quinta subida desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa, un incremento del 47% (344 euros más al mes) para sus perceptores. «Esto sí cambia la vida de la gente», aseguró ayer la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Sin embargo, la «importante noticia para nuestro país» que debía acaparar la atención mediática quedó desenfocada por el debate recurrente que eclipsa la acción ejecutiva desde hace tres meses: la polémica por la Ley del «solo sí es sí».
Las discrepancias en el seno de la coalición se mantienen y amenazan ya con causar un daño irreparable para el Gobierno. Ya no son solo los efectos perversos de esta concreta norma, sino el halo que ha desplegado sobre el resto de la agenda legislativa del Gobierno, haciéndola imperceptible para la opinión pública. «Es un suplicio. Con todo lo que se ha hecho esta legislatura», se lamentan fuentes socialistas. En este clima, el Gobierno mide los tiempos para activar el inminente acuerdo sobre la Ley de Vivienda, consciente de que nada es capaz de desviar la atención del principal foco de desgaste de la coalición.
En el PSOE consideran que Unidas Podemos ha interiorizado que «capitalizar la discrepancia» les resulta rentable electoralmente y, a costa de ello, están dispuestos a dilapidar todo el capital político que ha conseguido el Ejecutivo durante los últimos tres años. El movimiento de los morados, junto a otros socios como ERC o EH Bildu, de ralentizar la aprobación de la reforma de la Ley del «solo sí es sí» se ha entendido como un «desafío» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que fue muy claro en sus instrucciones de «resolver el problema cuanto antes», en alusión, a la «sangría» de revisiones de penas y excarcelaciones de agresores sexuales. Sánchez también trasladó a los suyos la necesidad de «rebajar el tono» para intentar frenar el desgaste al que se está viendo sometida la coalición, mientras sus socios de Podemos y los tentáculos de Igualdad se dedican a incendiar el debate público cada día con declaraciones altisonantes y ataques al PSOE.
Si el lunes fue la vicesecretaria general socialista y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, la que apeló explícitamente a «cuidar la coalición», ayer le siguió la estela la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. La también titular de Trabajo llamó al orden a sus colegas de espacio, pidiendo «discreción» en las negociaciones y vigilar las formas. «En política las formas son clave, a veces, más importantes que el fondo», aseguró, clamando por «acuerdo, acuerdo y acuerdo y cuidar la coalición». Díaz defendió que este alegato es compatible con que tanto PSOE como Podemos sean «espacios diferentes con posiciones diferentes», «que pensamos y debemos pensar diferente», pero sin dañar al Gobierno, porque enfrente «ya sabemos lo que hacen los adversarios políticos que tenemos». En este sentido, fuentes del entorno de la vicepresidenta se muestran más claras y llaman a los morados a «aflojar» en el pulso con el PSOE para no dar «bazas» al PP que debiliten la posición del Ejecutivo.
La vicepresidenta pidió a los morados bajar los decibelios, porque «sin ruido se trabaja mucho mejor», y trasladó el campo de la negociación al Congreso de los Diputados, pidiendo dejar hacer a los grupos parlamentarios, «que tienen oficio y experiencia». Esto choca con las pretensiones de Podemos, que sigue pidiendo una reunión con el Ministerio de Igualdad en el seno del Gobierno. Una reunión que no se va a producir, porque los socialistas quieren que los avances que Podemos quiera dar los registre en el ámbito parlamentario. «No hay consenso posible» con Igualdad, sostienen en l parte socialista.
Fuentes del entorno de la vicepresidenta, no obstante, puntualizan que Díaz no se va a desmarcar de la posición de Podemos, pese a escenificar distancias con sus socios. Señalan que el espacio se ha reunido en varias ocasiones, está «ordenado» y avanza «en idéntica dirección», lo que no significa que todos compartan las decisiones que se han tomado. «En democracia hay que saber ganar, saber perder y quedarse en minoría».
Alertan, no obstante, de que «el movimiento feminista está atento» a lo que hacemos y que no es sostenible mantener el nivel de conflicto interno actual. Este es uno de los últimos puntos de fricción. La del feminismo es una de las banderas en disputa entre los dos partidos que conforman la coalición y el movimiento de presión de los morados para llevar el debate de toma en consideración a la víspera del 8-M ha causado un profundo malestar. Sin embargo, los socialistas no van a maniobrar para acelerar los plazos. Según fuentes gubernamentales, renuncian a forzar la convocatoria de un pleno extraordinario –podría hacerlo Meritxell Batet– para tratar la cuestión y agilizar así el calendario. De este modo, el PSOE claudica ante las presiones de los morados, que han conseguido sumar adhesiones dentro del bloque de la investidura, y cuyo movimiento creen que les retrata. «Nosotros lo hemos intentado, otros tendrán que explicar por qué no quieren frenar cuanto antes la sangría de rebajas de penas y excarcelaciones que se está produciendo», dicen, al amparo del «solo sí es sí».
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